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jueves, 12 de febrero de 2015

Mi intervención en el Senado


Texto de lo que dije en la Audiencia Pública convocada por el Consenso Parlamentario el jueves 12 de febrero (conformado por todos los bloques no K de ambas cámaras legislativas)

Dos comentarios sintéticos antes de ir al tema que nos reúne: primero, que voy a ser breve y luego, quiero agradecer esta invitación a compartir con ustedes mis reflexiones. No lo tomen como un cumplido porque no lo es; lo valoro sinceramente; y tal sea ésta la única frase amable que tenga para con los dueños de casa.

Ayer hablaba con mi hijo sobre esta reunión. Mi hijo que vive muy lejos gracias a este país ingrato que expulsa a nuestros jóvenes profesionales a buscar afuera mejores condiciones laborales, desafíos profesionales y mayor calidad de vida. Y él me dijo: “Traten de ver que se trata de un punto de inflexión, que el episodio Nisman es un antes y un después en la vida de nuestro país”. Y tomé su sugerencia. Pensé que, por su edad y por la perspectiva sobre los temas que le otorga la distancia, nos devolvía una mirada que nosotros podemos no tener.

Y reconocí que en verdad lo sucedido es un punto de inflexión. Pero quiero plantear en este debate “que sea” un punto de inflexión, no vaya a ser cosa que en poco tiempo también esta atrocidad termine cubierta por la siguiente atrocidad.

La luz de esperanza es esta convocatoria. Que los diputados y senadores hayan convocado a la sociedad civil es el reconocimiento explícito del fracaso del sistema de representación formal. Porque de otro modo, ninguno de nosotros estaría acá. No es tiempo de reclamos pero si vamos a empezar a hacer las cosas de otra manera, es importante reconocer las responsabilidades.

Pero como acabo de decir, no es momento de planteos. No pueden solos y han pedido el respaldo de la sociedad civil. Pues acá estamos. Como estaremos, en similares circunstancias, el miércoles próximo respaldando al Poder Judicial, que también ha pedido la presencia ciudadana. No será el momento de preguntarle a los hombres de la justicia qué hicieron hasta el día anterior a la muerte de Alberto Nisman, ni con cuánta firmeza defendieron la independencia de la justicia ante el 
avance del poder político. Vamos a estar. 

El periodismo juega un rol curioso en esta familia disfuncional en que se ha transformado la sociedad argentina.  Cuando fallan los canales de representación, el público nos utiliza como tales. Y aún cuando no fuimos elegidos para representar, representamos. Aceptamos esa mochila adicional y pagamos el costo, porque nos cuesta caro. Y nosotros no tenemos fueros pero igual lo hacemos. Y hoy levantamos la apuesta y nos comprometemos a eso y a no dejar caer esta causa en el olvido, ni a 
permitir que nos la tapen con otras cuestiones.

La sociedad comprometida, el periodismo comprometido; faltan ustedes. Queremos saber si esta vez va a ser en serio, sin van a ir a fondo, sin contemplaciones con este poder politico arbitrario que se ha cansado de erosionar las libertades individuales y las instituciones republicanas.

Queremos la respuesta por mi hijo que está lejos, por los padres de muchos otros jóvenes que tambien se fueron y muy en especial por los miles de padres que, en virtud de la inseguridad sumada a la falta de justicia, no pueden esperar la vuelta de sus hijos.

Por todos ellos necesitamos el compromiso de ustedes. 

Aunque hagamos todo bien de ahora en más no podremos devolverle la vida a Alberto Nisman. Pero al menos estamos a tiempo de devolverle la vida plena a nuestra república, que hoy languidece frente a nuestros ojos.

martes, 10 de febrero de 2015

Que la muerte de Nisman no sea en vano





María Zaldívar
Es muy difícil retomar la rutina después de la muerte de Alberto Nisman. Los análisis y las especulaciones electorales suenan inoportunas o intrascendentes. O quizá ambas. En lo personal, se sienten casi como una falta de respeto para quien perdió la vida buscando la verdad. Pero hay que seguir, hasta por él mismo. Esta columna rinde un sentido homenaje a su coraje y compromiso, y hace votos para que la justicia divina compense el bache que está dejando la de los hombres.
Primero que nada, sugiero no dar crédito a ningún trascendido respecto de su muerte porque el aparato de propaganda oficial está trabajando sin descanso para instalar decenas de versiones y trascendidos con el objetivo central, histórico y genético del kirchnerismo: confundir para ocultar.
Con el dolor por la desaparición de un hombre valiente y la desazón de sentir que lo que hacemos a diario no sirve o no alcanza, tratemos de darle sentido a esta muerte injusta. Que Nisman nos arranque del sopor que nos tuvo inmóviles o indiferentes. Hagamos algo útil: decidamos en este instante poner fin al kirchnerismo. Decidámoslo en nuestro corazón primero para que, una vez digerida la idea, la llevemos al plano de la acción. Y la acción puede ir desde elegir ya el candidato que apoyaremos en las próximas elecciones hasta participar en política de manera activa. Entre ambos extremos, todas las opciones intermedias de colaboración valen. Pero es preciso hacer foco en el objetivo y el objetivo es lograr que el FPV abandone el poder, si es que aún estamos a tiempo.
La decadencia a la que hemos llegado debiera alarmarnos: en el Poder Ejecutivo, una mujer acusada de usurpar títulos, acumular una fortuna mal habida y encubrir un atentado terrorista mayúsculo; una persona que nos avergüenza por sus desplantes y sus modales, incapaz de conmoverse con el dolor ajeno.El legislativo, dividido en dos grupos: una tropa de levanta manos sin dignidad, vergüenza ni límite versus un lote de mediocres que, sin querer o queriendo, les hace seguidismo. Y un Poder Judicial infectado de “zafaronianos” dedicados a defender a los delincuentes y, consecuentemente, abandonar a las victimas, celebrando la erosión del principio de justicia.
En esencia, esa es la foto del día.
Esta columna adhiere a la marcha del silencio convocada por los fiscales de todo el país para el próximo 18 de febrero porque es en homenaje al Doctor Nisman y es de buena gente estar en las malas. Hay que recordar al hombre probo que murió buscando la verdad  y hay que acompañar a sus pares. No es tiempo de preguntarle a los hombres de la Justicia qué hicieron antes de la muerte del fiscal, con cuánta decisión resistieron los atropellos de la política o si alguna vez pudieron defender con más firmeza la independencia judicial y no lo hicieron. Hoy hay que estar. La causa de los fiscales es la causa de cualquier argentino y frente al reclamo de que alguien haga algo, parece que uno de los poderes del estado se ha puesto de pie.
Asi lo entendió el foro Usina de Justicia que, a través de un comunicado, adhirió a la movilizacion del 18. “No podriamos estar en ningún otro lugar mientras se honra la memoria de Aberto Nisman” dijeron sus integrantes. Interesante reflexión para quienes dudan entre asistir o no. Pero además, sugieren la instancia internacional como garantía de imparcialidad.
Tras el fracaso rotundo del Poder Legislativo que a lo largo de treinta años no ha representado a nadie más que a sus propios intereses de cuerpo, las circunstancias hacen que la representación provenga de quienes no son elegidos por la gente, y cuya función tampoco es la de representarnos. Pero lo están haciendo en estos dias trágicos de la Argentina y bienvenidos ellos.
Sin embargo, es importante señalar la diferencia entre las marchas y esta marcha. Si la resistencia general a tanto desmadre se percibiera contundente, no habría que descartar que el Gobierno apelara a la “conmoción interna” como excusa constitucional para pegar un tirón a la cuerda. Próximo a las elecciones, el desorden urbano sería un escenario casi deseable para el kirchnerismo. Si la gente todavía no ha entendido que salir a la calle no le sirve políticamente más que al poder instalado, tiene el espejo de Venezuela donde mirarse. Hace años que sus habitantes salen por millares y, aún más bravíos que los argentinos pues se enfrentan al chavismo con un coraje que los lleva presos, no consiguieron limar a la dictadura. 
Entonces, es imprescindible no darle motivos al kirchnerismo para ninguna reacción porque son realmente hábiles levantando la apuesta. Que no tengan de qué quejarse; que deban inventarlo pero no le hagamos el juego porque, a pesar de los optimistas que los ven de salida, siguen teniendo la sartén por el mango. Si el desorden ganara la calle estarían encantados de declarar estado de sitio. Hay que acompañarlos a la puerta pero, ahora sí, con la inmerecida paciencia que supimos tenerles todos estos años.
En este momento crítico del país, en el que se necesita con desesperación estrechar filas y curar las heridas que nos hemos hecho unos a otros, una fuerza emerge tras la consigna de representar el antiperonismo. Con ese planteo ¿hacia dónde está empujando al voto peronista?  ¿Quién necesita otra expresión sectaria en la sociedad? ¿Qué suma de novedoso al sectarismo K? La Argentina no necesita un sectarismo de distinto signo al presente sino una convocatoria amplia, con grandeza para aceptar a todos los que estén dispuestos a volver al estricto cumplimiento de la ley. 
Que la perplejidad, por completo razonable frente a la atrocidad, se transforme en convicción profunda y nos despierte. Necesitamos argentinos avergonzados por lo que nos pasa, lúcidos para ver las trampas del kirchnerismo y sus aliados, maduros para elegir lo que nos conviene a todos más que lo que preferimos en casa y decididos a abandonar el pozo.