Texto de lo que dije en la Audiencia Pública convocada por el Consenso Parlamentario el jueves 12 de febrero (conformado por todos los bloques no K de ambas cámaras legislativas)
Dos comentarios sintéticos antes de ir al tema que nos reúne: primero, que voy a ser breve y luego, quiero agradecer esta invitación a compartir con ustedes mis reflexiones. No lo tomen como un cumplido porque no lo es; lo valoro sinceramente; y tal sea ésta la única frase amable que tenga para con los dueños de casa.
Ayer hablaba con mi hijo sobre esta reunión. Mi hijo que vive muy lejos gracias a este país ingrato que expulsa a nuestros jóvenes profesionales a buscar afuera mejores condiciones laborales, desafíos profesionales y mayor calidad de vida. Y él me dijo: “Traten de ver que se trata de un punto de inflexión, que el episodio Nisman es un antes y un después en la vida de nuestro país”. Y tomé su sugerencia. Pensé que, por su edad y por la perspectiva sobre los temas que le otorga la distancia, nos devolvía una mirada que nosotros podemos no tener.
Y reconocí que en verdad lo sucedido es un punto de inflexión. Pero quiero plantear en este debate “que sea” un punto de inflexión, no vaya a ser cosa que en poco tiempo también esta atrocidad termine cubierta por la siguiente atrocidad.
La luz de esperanza es esta convocatoria. Que los diputados y senadores hayan convocado a la sociedad civil es el reconocimiento explícito del fracaso del sistema de representación formal. Porque de otro modo, ninguno de nosotros estaría acá. No es tiempo de reclamos pero si vamos a empezar a hacer las cosas de otra manera, es importante reconocer las responsabilidades.
Pero como acabo de decir, no es momento de planteos. No pueden solos y han pedido el respaldo de la sociedad civil. Pues acá estamos. Como estaremos, en similares circunstancias, el miércoles próximo respaldando al Poder Judicial, que también ha pedido la presencia ciudadana. No será el momento de preguntarle a los hombres de la justicia qué hicieron hasta el día anterior a la muerte de Alberto Nisman, ni con cuánta firmeza defendieron la independencia de la justicia ante el
avance del poder político. Vamos a estar.
El periodismo juega un rol curioso en esta familia disfuncional en que se ha transformado la sociedad argentina. Cuando fallan los canales de representación, el público nos utiliza como tales. Y aún cuando no fuimos elegidos para representar, representamos. Aceptamos esa mochila adicional y pagamos el costo, porque nos cuesta caro. Y nosotros no tenemos fueros pero igual lo hacemos. Y hoy levantamos la apuesta y nos comprometemos a eso y a no dejar caer esta causa en el olvido, ni a
permitir que nos la tapen con otras cuestiones.
La sociedad comprometida, el periodismo comprometido; faltan ustedes. Queremos saber si esta vez va a ser en serio, sin van a ir a fondo, sin contemplaciones con este poder politico arbitrario que se ha cansado de erosionar las libertades individuales y las instituciones republicanas.
Queremos la respuesta por mi hijo que está lejos, por los padres de muchos otros jóvenes que tambien se fueron y muy en especial por los miles de padres que, en virtud de la inseguridad sumada a la falta de justicia, no pueden esperar la vuelta de sus hijos.
Por todos ellos necesitamos el compromiso de ustedes.
Aunque hagamos todo bien de ahora en más no podremos devolverle la vida a Alberto Nisman. Pero al menos estamos a tiempo de devolverle la vida plena a nuestra república, que hoy languidece frente a nuestros ojos.