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viernes, 19 de julio de 2013

Hay que bancar a Massa

A las puertas de otra elección, hay que admitir que casi nadie va a votar lo que quisiera. Asumida esta pobreza, Armando Ribas nos enseña que uno no elige las alternativas sino entre las alternativas que se presentan; por eso suena altamente infantil cuando la respuesta es “ninguno”; como no me convence ninguno, no voto a ninguno; y es infantil porque “ninguno” no es una opción y sólo significa que se está declinando la posibilidad de elegir y favoreciendo, indirectamente, al candidato que va primero que, por lo general, es el representante del oficialismo.

Claro que decidir entre salir con Angelina Jolie o con Alicia Kirchner es tarea sencilla. Lo difícil es optar entre similares o entre varios males. En la provincia de Buenos Aires parece ser el caso: las propuestas son Stolbizer, De Narváez, Insaurralde o Massa.

Stolbizer obtuvo su banca tras recorrer la provincia respaldada por Elisa Carrió. Como es casi un hábito de la política contemporánea, una vez sentada cómodamente en el Congreso, repudió a su mentora y partió con aires de vida propia. A su alrededor se nuclea un rancio radicalismo que tiene más de rancio que de radicalismo y juntos aspiran a retener los diminutos espacios que conserva esa otrora exitosa agrupación política. Las encuestas le otorgan un generoso 10 hasta 14% de intención de voto que no necesariamente se transforma en voto efectivo.

De Narváez es un caso curioso: aún antes de las elecciones emerge como el gran perdedor del 2013. Independientemente del 15% de intención de voto que le asignan recientes sondeos, desperdició el rol de opositor que llegó a sus manos tras derrotar en las urnas a la dupla Néstor Kirchner-Daniel Scioli. No hizo nada con semejante tesoro y permitió el reordenamiento de las alicaídas filas K. Todo indica que el tren de “Franta” ya pasó y que a pesar de las buenas intenciones que pueda abrigar,  pagará por haber defraudado a sus electores y a aquellos que depositaron en él el mandato de frenar, como cabeza de la oposición, el peligroso crecimiento del poder kirchnerista.  

Insaurralde es nadie por sí mismo. Es un muchacho que en su zona de influencia pisa fuerte pero que en el extendido distrito por el que compite, es un ilustre desconocido. Pero es el candidato K; eso indica que Insaurralde es Cristina, Boudou y Moreno. Es Lázaro Báez, De Vido y Milani. Insaurralde es Ricardo Jaime, Oyarbide y Antonini Wilson. Es Skanska, la AMIA y la tragedia de Once. Insaurralde es la democratización de la justicia, Kunkel y Diana Conti. Insaurralde es Recalde, YPF y Aerolíneas Argentinas. Es el Anses, Etchegaray y Abal Medina. Insaurralde es Futbol Para Todos, Bonafini y “Sueños Compartidos”. Insaurralde es nadie por sí mismo pero todo aquello por herencia del “modelo”. Vaya mochila. Insaurralde no sólo personifica la continuidad; garantiza la consolidación de una dictadura electiva en la que la ley y las minorías serán aún más ignoradas y avasalladas que hoy.

En el repaso de la góndola de ofertas de “Políticos para Todos” nos queda Massa. El sonriente Intendente de Tigre fue kirchnerista hasta antes de ayer. En una movida casi dramática decidió abandonar el equipo cinco minutos antes del vencimiento de los plazos. La pregunta del millón es si Massa será efectivamente un opositor o se plegará al oficialismo tras obtener su cuota de poder
legislativo.

Con estos pingos nunca se sabe pero cabe la posibilidad de que evite auto-fumigarse. Si basa su campaña en que no va a apoyar al kirchnerismo en aquello que hoy los desvela, o sea quedarse, y luego incumple, sería un suicidio. ¿Cabe esa posibilidad en un político joven y ambicioso, con un amplio horizonte por delante, casi sin competencia? ¿Podremos confiar en que su olfato le haya confirmado el hartazgo generalizado que se palpita en la calle hacia los modales kirchneristas? ¿Sería demasiado suponer que prefiriera honrar su palabra que dinamitar su futuro político?

Estamos tan mal que un candidato, con sólo comprometerse a respetar la Constitución, se hace acreedor de suficiente mérito como para ganarse nuestro voto. Y estamos tan mal que para intentar que le crean tiene que jurarlo ante escribano público. Estamos tan mal que seguimos eligiendo el menos malo aunque cada día se hacen más difusas las diferencias y más difícil la elección. Estamos tan mal que, luego de dos décadas de ejercicio democrático, sigue vigente aquello de votar "tapándose la nariz, como tomando aceite de ricino" como dijera el ingeniero Alsogaray. Estamos tan mal que un candidato casi mudo va primero en intención de voto, lo que habla raro ya no de la clase política sino de la población que los elige. Pero así estamos.

Según Marechal, de los laberintos se sale por arriba. ¿Qué sería “por arriba” en este caso?  Sin duda no es repetir errores, no es insistir con los fracasos. Es arriesgar una opción distinta.

Volviendo a la ecuación de las alternativas, Sergio Massa aparece como el único candidato con posibilidades de ganarle al kirchnerismo y esa es razón suficiente para votarlo. Eso es un intento de salir del laberinto por arriba. Porque si Massa obtiene una diferencia importante a su favor, el resto
del peronismo que aún sostiene a Cristina, también abandona el barco. Es imprescindible aflojar los tornillos del sistema K y es imprescindible hacerlo ahora y en el distrito clave. Si es Massa la herramienta, pues hay que apostar a que no trampee y, así como un día ayudó a consolidar este
régimen opresor y autoritario, hoy nos ayude a salir de él.

Ya sé: fue kirchnerista; no me lo recuerde; lo tengo clarísimo pero ¿sabe qué? cuando eligió con libertad, fue liberal. ¿Es un pragmático? ¿Tal vez hasta un cínico? Puede ser pero ¿qué otras alternativas barajamos? ¿Quién le dice que aquellas nociones de derechos individuales, de propiedad privada y de división de poderes que lo enamoraron un día en su temprana juventud no sobreviven en algún rinconcito de su corazón? ¿Y si se redime sacándonos de las fauces de este monstruo caníbal que se ha encaramado en el poder? Si así fuera, el voto a Massa sería un voto útil.

Porque hasta ahora Cristina Kirchner y a pesar de la inflación, inseguridad y aprietes mediantes, aún lidera cómoda la intención de voto en el crucial distrito de la provincia de Buenos Aires. Sólo Sergio Massa parece hacerle sombra o sea que si le ganara y decidiera traicionar a sus votantes, aún así no estaríamos peor que antes de su aparición en el horizonte de las PASO. Hoy significa una posibilidad, la única de aguar la fiesta kirchnerista. Este es un voto estratégico que nos impone reflexionar si no vale la pena jugar esa carta. 

Hace más de dos años sugerí desde este mismo espacio la necesidad( no el placer) de estar del lado de Moyano en la pelea con el gobierno  nacional (http://maria-zaldivar.blogspot.com.ar/2011/03/hay-que-bancar-moyano.html apuesta que mereció exclamaciones reprobatorias en todos los tonos. El tiempo habló por sí mismo. 

El kirchnerismo no para. No le importa fallar, perder o hacer papelones; ni siquiera se inmuta cuando choca de frente. Sigue para adelante. Esta cualidad no es debidamente mensurada por la tibia oposición que se supone enfrentada al régimen k. Sin embargo, su continuidad sería una pesadilla y su fortalecimiento tras una buena elección, un pasaporte al poder arbitrario y absoluto. Hay que impedirlo y tenemos una sola oportunidad: ni Stolbizer ni De Narváez llegan. Massa, sí. Es razón de más para intentarlo. Piénselo. Arriésguese. Y anímese al intento de salir del laberinto.