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lunes, 22 de abril de 2013

Marchen...presos



Tengo una mala noticia para los indignados argentinos que en la noche del 18 de abril marcharon por cuarta vez en siete meses contra el gobierno nacional: han llegado tarde; al régimen no le importa la disconformidad general.
Que los burócratas del poder estuvieran aprobando un totalitario hachazo a las normas vigentes en simultáneo con la masiva protesta popular contra esa modificación es una grosería. En verdad, no se puede esperar menos de la gentuza que nos gobierna pero no deja de ser una clara señal de que la dictadura electiva hoy es mucho más que una amenaza futura.
El deterioro institucional que padecemos es de tal magnitud que no se trata de enderezar algunas variables. Para volver a la senda de la república será necesario un cambio de paradigma. En la actualidad los tres poderes del estado están traspasados de ilegitimidad, ilegalidad, corrupción y falta de idoneidad y esas cuatro razones los pone del mismo lado, por no decir “bando” que suena más específico pero algo brutal. Los tres comparten intereses y privilegios; tienen demasiadas coincidencias y se les impone la necesidad de una defensa corporativa sus respectivas prebendas.
No es inminente la pérdida de nuestras garantías. Es pasado. Los argentinos perdimos la libertad cuando la política se transformó en una corporación a la que muchos se desviven por ingresar. Por eso el argumento presidencial sobre la supuesta “casta” judicial es una completa hipocresía. El poder político en pleno es un perfecto “ghetto” que nos divide y nos enfrenta entre “ellos y nosotros”.
Ellos tienen autos, viajes, dietas, sueldos y sobresueldos, viáticos, asesores, cocheras, credenciales, pases, secretarias, asistentes, comedor, peluquería y otras chucherías; esto, por derecha. De ahí, el permiso irrestricto y la imaginación para cualquier tipo de enjuagues tornan infinitas las posibilidades de mejorar el nivel de vida de los burócratas.
¿Cuántos individuos son capaces de resistir tamaño embate de buena vida? ¿Qué límites pone la sociedad a quienes se “tientan”? ¿Qué condena social los hace moderarse? ¿Qué amenaza judicial empaña la fiesta?
El proceso se ha vuelto tan perverso que plantea una disyuntiva de hierro: la corporación, para funcionar, necesita socios y exige del que ingresa, seguir las reglas. No existe nada más peligroso que un “outsider” con otras intenciones que no sean aplicar y respetar los códigos no escritos de la “corpo”. Por eso quienes no están dispuestos a “transar” con la corrupción del poder son marginados y excluidos por sus semejantes. A esta altura, es de una inocencia estúpida creer que Carrió está fuera del sistema simplemente porque la gente no la votó. A ella, como a Ricardo López Murphy, los echaron sus pares porque representan la única amenaza real a la impunidad de la que goza la dirigencia nacional.
Hay que tener claro que el cambio de paradigma no se conseguirá con los miembros de la “corpo” actual. Que algunos luzcan respetables no quiere decir que lo sean. Que suenen enérgicos en TN no garantiza que repliquen su firmeza en el recinto. Los terroristas ya se infiltraron una vez entre nosotros para reemplazar nuestro sistema de vida.
A propósito de ello, la otra mala noticia es que el paradigma no se cambia en las urnas. Por el contrario, a esta altura del desbarranque, las urnas consolidan el sistema cerrado que cual plan óvalo, elige entre los elegidos evitando infiltrados que pongan en riesgo la melodía que todos ejecutan con indescriptible afinación. Cuando los que ahora gobiernan quisieron cambiar el paradigma pasaron a la clandestinidad y nos atacaron arteramente. Pusieron bombas, mataron y multilaron, secuestraron, robaron y extorsionaron y aún con semejante carga de violencia, no lograron su objetivo. Por suerte. ¿Alguno de los disconformes de ahora estará dispuesto a esa clandestinidad? Seguro que no porque no hay asesinos de ese lado y porque saben que es lo que espera el régimen para señalarlos y caerles encima con el peso de la justicia adicta. 
Muchos de los “no tan malos” de hoy cargan sobre sus hombros con una historia de sangre y muerte. ¿Se han arrepentido? ¿Han asumido el error histórico de pretender hacer de nuestra república una dictadura castrista? Si no lo han dicho en voz alta ¿cómo estar seguros de que no anida aún en sus corazones la fascinación por el autoritarismo? ¿Cómo dilucidar si quieren abandonar ésta neo-dictadura electiva que funciona hoy en la Argentina y recuperar la libertad republicana o lo que quieren es reemplazar a los Kirchner por ellos mismos?
Después de décadas de soportar las mismas caras, después de haberlos probado en el oficialismo y en la oposición, después de haberlos escuchado decir y contradecirse, después de haber presenciado sus mezquinas mudanzas partidarias y habiendo padecido uno a uno los magros resultados de sus gestiones ¿no será legítimo decirles que es hora de verlos apoyar la candidatura de otros? ¿Y si les decimos a las figuritas repetidas de la política que nos voten a nosotros? ¿Por qué no les preguntamos si están dispuestos a ceder los tres primeros lugares de sus listas a personas que no lleven sobre sus espaldas la mochila del fracaso absoluto, como ellos?
Que no se confunda la propuesta con el plan del peronismo del siglo XXI que tiene en mente aprovecharse de la popularidad mediática de algunos para ganar elecciones. Esa chicana se inscribe en los anales de la inescrupulosidad peronista, capaz de poner a gobernar un distrito a quien se pasó la mitad de su vida disfrazado de mujer, o corriendo tras una pelota de futbol, dos oficios del todo honorables pero que no dan respuesta a la “idoneidad” que reclama la Constitución Nacional a la hora de ocupar cargos públicos.
Por eso y aunque parezcan episodios disímiles, el festejo argentino tras el dudoso triunfo de Nicolás Maduro, la decisión de arrasar con lo que queda de independencia judicial argentina y las denuncias sobre corrupción económica en cabeza de los personeros de la familia Kirchner son caras de una misma moneda.
Porque en la genética de los tres está el desprecio por la libertad y la ley, los derechos individuales y el estado de derecho. Si bien la función de las leyes es limitar el poder, en América Latina ese principio hace décadas que es historia. Hoy sólo reflejan el estado de ánimo del poder político. Así las cosas, se comprueba que el humor de la dirigencia nacional es sombrío y sombrío el recorrido en el que nos embarcaron. La última estación es el caos. Y de eso sabe mucho el oficialismo.
Por acción y omisión, esa ristra de diputados supuestamente no K en circulación no sirve de contención alguna a la voracidad del kirchnerismo; algunos se benefician con las migajas que les tiran por colaborar con “el modelo”; otros, ni siquiera pero tampoco se le animan. Mientras unos y otros incumplen con el mandato de la representación popular que asumieron, el periodismo independiente y los ciudadanos resisten y se convierten en el último reducto de la libertad.
Los políticos les van a la zaga: denuncian tras la denuncia periodística y salen a la calle detrás de la gente que, inorgánica pero legítimamente, manifiesta sus descontentos. Esos políticos quieren salvarse de la condena social y está en sus manos lograrlo. Del régimen K no se puede esperar sino más indecencia y más arbitrariedad, por lo que la vista se posa ahora en el resto. Y urge que se muevan de una buena vez porque van quedando apenas hilachas de democracia,  que alcanzan apretadamente para beneficio exclusivo de los dictadores que a su vez las aprovechan para consolidar su hegemonía; mientras que la república, fue hace rato y ellos parecen no inmutarse.

7 comentarios:

  1. Perfecto María clarísima descripción de lo que esta pasando. La verdad ? no le veo el c... a la garrapata. No sé cómo terminará esto, a veces cuando estoy optimista, tiendo a pensar que en Argentina no hay condiciones para que se de un proceso como el de Cuba o Venezuela, pero cuando estoy pesimista, pienso que esas condiciones las estan creando y vaya el éxito que estan teniendo ! Soy agnóstico pero me sale decir "Dios nos libre y guarde" Abrazo !

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    1. El problema es q muchos esperan a ver "cómo termina esto" y puede no terminar, convertirse en un proceso de caída. Y me inclino a pensar q estamos en eso.
      Gracias x tus comentarios!

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  2. Excelente María!
    Expresa lo que siento pero mil veces mejor dicho.
    Quizás agregaría que es mayor mi desazón cuando la mayoría del electorado está conforme en que todo siga así.

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  3. Marité Hainze2 may 2013, 22:06:00

    yo quiero participar del cambio estoy podrida no los aguanto más y no logro, como la mayoría, anesteciarme y ver las cosas como normal, no BASTA. Marité Hainze

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  4. Brillante nota !
    A Pino lo veo más prendido que aprendiendo de Carrió. En B.A. así están las cosas, imagínense lo que es en las principales ciudades del interior, las alternativas brillan por su ausencia. Me parece que habrá que apretarse la nariz con los dedos y votar contra K al que sea. Un saludo María, y no dejes de seguir escribiendo.

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  5. Andrea Gentile14 may 2013, 17:02:00

    Excelente María !!!!!!!!! No me había llegado el aviso de la nota !!! :(

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  6. DEL SISTEMA CERRADO ELECTORAL ES MUY CIERTO, todo bien controladito, en españa pasa lo mismo también,con excepcion última de UPYD. Y así es, si no les paras AHORA con el pueblo, o la parte no adocenada lavanada-cerebral y pesebril, LUEGO YA SERÁ DEMASIADO TARDE. hace falta una descarga de voltaje social compartido circulando, como en Venezuela ahora al fin, para que el sistema caiga y se renueve la Res-publica.

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