Recomendado

Recomendado
2da Edición

Encargue acá su Libro

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

jueves, 5 de diciembre de 2013

Es la libertad, estúpido!



Sostener que el país está partido en dos no luce como una novedad. Cierto es que los K han explotado esa veta pero la circunstancia no es nueva en la Argentina. Del rosismo para acá siempre hubo en la política nacional dos grupos enfrentados. La originalidad la aporta el peronismo, que logra subdividir la división.  

Históricamente siempre fuimos dos bandos; rosistas o republicanos, unitarios o federales, azules o colorados, peronistas o antiperonistas. Ellos vinieron a profundizar los enfrentamientos y lo lograron: ahora entre ellos mismos hay sub-especies. Está el kirchnerismo, el cristinismo, el menemismo, el sciolismo, el massismo, el delasotismo, el denarvaísmo y el duhaldismo entre las variedades principales. La cepa que enferma a la sociedad desde hace 70 años es la misma pero el virus se renueva y muta. Uno tiene más montoneros, el otro una pizca menos de estatismo, otro alguna dosis más de libertad y otro, más autoritarismo y arbitraiedad. Pero populismo, corrupción y escaso respeto por las instituciones le son comunes a toda la paleta.  

Porque lo estamos padeciendo, el kirchnerismo pareciera ser el peor de la clase. Pero eso sí que es una sensación, porque en verdad es el más parecido al régimen que le dio origen. Las medidas de controles y “persecutas” fueron moneda corriente en la administración de Juan Domingo Perón.  

El peronismo sigue por estos días fracturando la sociedad mientras la entretiene con debates menores. Es una máquina de producir humo porque, frente a los graves problemas de falta de energía, inflación, caída galopante de reservas, inseguridad, lavado de dinero y anomia general, inventa distracciones para seguir marcando el ritmo y la dirección del debate. Es fácil manipular a la opinión pública porque el kirchnerismo, etapa inferior del peronismo (“inferior” por berreta, no por menos mala), recibe una sociedad inculta y escasamente reflexiva. Es que a pensar también se aprende y cuando la enseñanza viene empobreciéndose durante décadas, el resultado es el actual. 

En las pruebas PISA la Argentina ocupa el puesto 61 entre 67 países en comprensión de textos. Esto quiere decir que el que lee no entiende lo que lee. En ese estado de cosas, ¿alguien puede creer que los millones de “ni – ni” más los millones que no entienden lo que leen más los millones que ni siquiera leen pueden estar desvelados por el adefesio de reforma al Código Civil? En verdad, ¿alguien supone que cualquiera de esos segmentos sabe de la mera existencia del Código? Quien no puede captar la esencia de un texto sencillo ¿estará capacitado para entender que la libertad está en juego en cada medida gubernamental? Porque más allá de los cortes de luz por escasez de energía; la suba de precios por efectos de mecanismos monetarios aberrantes o la proliferación de la delincuencia de todo calibre, lo que está en juego hoy es la libertad.  

Cuando la Corte Suprema de Justicia determinó que la pauta oficial debía repartirse entre los medios de comunicación de manera “equitativa”, hasta el diario “La Nación” editorializó loas sobre ese fallo y no hubo ni una tímida voz ya no para oponerse, sino tan luego para preguntarse sobre la legitimidad de la existencia de pauta oficial. 

Es lógico que la dirigencia no “levante la perdiz” sobre tamaño presupuesto. Los políticos saben que los ciclos, ciclos son y que si bien hoy le toca disponer y repartir al kirchnerismo, mañana le tocará a otro. Con el mismo criterio los medios y comunicadores callan. Pero el público, el que paga impuestos que luego van a engrosar los bolsillos de medios y periodistas, también festejó tamaña arbitrariedad.  

Nadie se paró y dijo: “lo único que hay que legislar sobre la pauta oficial es que desaparezca”. Y lo preocupante no es que la gente calló sino que ni siquiera se le ocurrió pensar que no es competencia del estado utilizar su dinero para “sponsorear” programas de radio y tv. Este es un claro ejemplo del lavado de cerebro que padecemos los argentinos
¿Cuál sería el principio a aplicar para ser ecuánimes en la distribución de esos dineros? ¿El rating? ¿El valor periodístico? ¿La trayectoria? Y la otra cuestión es la legitimidad del gasto. ¿Es legítimo que el estado disponga de parte de nuestros impuestos para “avisar” en los medios de prensa? ¿Con qué objeto? Porque es lógico que lo hagan las marcas comerciales para aumentar las ventas de un detergente pero ¿un estado y con dinero de los contribuyentes? 

Cuando se planteó el debate alrededor de la exención al impuesto a las ganancias de la que disfrutan los magistrados judiciales, casi todos los opinólogos sostuvieron airosos que era “justo que pagaran como todo el mundo”. Y de vuelta, a nadie se le ocurrió cuestionar por qué diablos tenemos que cargar con ese impuesto que se inventó hace poco menos de un siglo y, como es usual, con carácter de extraordinario para resolver una urgencia pasajera.  

La gente se indigna con el nuevo impuesto al turismo pero por el motivo equivocado. Lamentan el encarecimiento de sus viajes porque el shopping en el exterior ya no será tan ventajoso pero no reconocen en la medida el avance del estado sobre su capacidad de elegir, del mismo modo que pasa con el recargo sobre los autos. Distinguen con claridad la mano sobre sus bolsillos pero no sobre sus derechos individuales.    

Y con esa misma dificultad tropiezan para advertir que debajo del sombrero peronista hay siempre lo mismo. Llegados hasta acá, confiar en sus matices se pasa de ingenuidad. Sepamos que Sergio Massa aventó la sombra de la “re-re”, que no es poca cosa, pero que sus diferencias son más de forma que de fondo.  

La barbarie de Córdoba se mudó a la puerta del Rectorado de la UBA ante una sociedad impávida que sólo atina a repetir “qué horror, qué horror!”. Es violencia versus ley. Mientras seguimos retrocediendo se impone la primera, una manera muy peronista de dirimir su interna.   

domingo, 17 de noviembre de 2013

Vuelve Cristina. ¿Vuelve Cristina?


Desojando la margarita desde hace algunas semanas respecto de a dónde nos llevan y quiénes, los argentinos presenciamos atónitos la bestialidad kirchnerista. Ellos no avanzan, atropellan. No toman, agarran. Devastan y nos tienen de rehenes. Hace más de un mes que la presidente desapareció del mapa y desde entonces nada serio nos informan sobre su estado de salud y sus planes futuros. 

 Entre mansos y cobardes pasamos los días especulando sobre el retorno del fantasma más famoso de la actualidad. Si hasta ahora nada se hacía sin el estricto control y decisión de "la señora presidenta" que participaba de cada detalle, ¿cómo hizo un equipo desacostumbrado a repartirse tareas, responsabilidades y decisiones para enganchar tan rápido semejante cambio de vida? 

Si, efectivamente lo logró ¿podrá volver una Cristina "todóloga" o ha quedado demostrado que podemos funcionar sin aquel modo de liderazgo? Una vez que sus esbirros se asomaron a la ventana y miraron ¿se avendrán a cerrarla y volver a jugar a oscuras como antes?

 Hoy la pregunta del millón pareciera ser qué tanta Cristina vuelve y tal vez resolver ese acertijo no sea la clave de los tiempos que vienen porque sea cual sea su estado de salud, políticamente hablando vuelve el pato rengo, el mismo que se ausentó antes de la segura derrota de octubre. Vuelve una mandataria sin poder de apriete, desgastada y en retirada.

 Porque a la gente común sus inconvenientes de salud podrán generarle empatía y, con ella, algunos puntos más de adhesión a su persona, pero los muchachos de los que depende su supervivencia política son bastante menos sensibles que el público.

Históricamente aquellos "barones del conurbano" que supo denostar Néstor al principio de su gestión pero que a la hora de los votos terminaron siendo el sostén del matrimonio, tienen una "performance" de considerable éxito: ninguno apuesta a perdedor. Entonces la pregunta del desvelo no debería pasar por cómo y cuánta Cristina vuelve; ni siquiera si efectivamente vuelve porque esos detalles devienen irrelevantes a la vista de los últimos 40 días.

Lo que importa ahora es quién y a dónde nos están llevando. La interna K parece estar ganándola, un destino nacional inexorable, los peores. En este punto el lector podrá balbucear que entre los kirchneristas no hay mejores y puede que tenga razón, pero sin duda hay peores y son los que vienen imponiendo el rumbo. ¿Cuál es el rumbo?

Es una Corte Suprema "operable" y es la reforma más extrema al Código Civil. Ambas circunstancias coinciden en la lesión del último gran principio a la libertad: el derecho de propiedad. Cuando la Corte Suprema ignora los derechos adquiridos en su acordada sobre la Ley de Medios, como el Código Civil cuando introduce el gelatinoso concepto de la utilidad social de la propiedad establecen para el país otro paradigma de aquí en adelante. Y ambos logros son imputables al ala más K de los K, los furiosos, los extremos, los fanáticos.

 En los '50 el líder de todos ellos decía "al enemigo, ni justicia" y lo aplicó en la persecución de los adversarios hasta su derrocamiento; luego lo aplicaron sus seguidores en la guerra revolucionaria en la que nos embarcaron en los '70 hasta que fueron vencidos y lo aplican hoy, que volvieron.

Este proyecto autoritario sin fin debería quitarnos el sueño, mucho más que si Cristina va o no a volver al estrado a inaugurar galpones, agitar su dedo vacío de poder haciendo gala de ser presa de un modelo ajeno a sí misma que, como un tsunami, se viene anunciando desde hace rato.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Mejores que Canadá. Parecidos a USA

Una nota publicada hoy, sábado 2 de noviembre, por la redacción del diario Perfil marca el paralelo entre lo actuado por el Presidente de la Corte Suprema de Justicia argentina en el tema de la ley de medios y la de su par norteamericano respecto de la controvertida reforma al sistema de salud que impulsara Barak Obama. El argumento es endeble. Sostiene que, en ambos casos, hubo presiones de variado calibre. Como todo ese mar de líneas escritas y comentarios diseminados por radio y tv son incomprobables,lo único cierto es el burdo intento de instalar que nos pasan las mismas cosas que en ese país que el mundo envidia, admira y detesta en iguales proporciones.

No menciona la nota que los Estados Unidos estén atravesando un período de populismo inédito en su historia, de tal magnitud que provocó en la presidente Kirchner la asociación de Obama con el mismísimo Juan Perón, ni menciona tampoco la elección personal que hizo el presidente Obama de algunos de los miembros de la actual Corte Suprema americana inspirado, no en los valores que hicieron de ese país lo que es, sino en dudosas teorías sobre la representación de las minorías, como si la justicia tuviera que distinguir colores, ritos o procedencias. Estados Unidos pasa por estos años quizá el período menos parecido a sí mismo, alejado de los principios de los padres fundadores y de los millones de anónimos que los han convertido en un referente de la libertad. No se explica, entonces, el espíritu del artículo. "El juez de los Estados Unidos que sirvió como modelo a Lorenzetti" ¿Será un intento de conformar al lector, sugiriendo que estas cosas le pasan hasta a los americanos? ¿O que las presiones son una realidad de la política en todos los países del mundo?

Nadie es tan inocente como para no saberlo pero el punto para la reflexión no es ese. La preocupación en la que el periodismo argentino debería poner el acento es en la imperiosa necesidad de una justicia independiente del poder político, única garantía para el ciudadano de a pie. Señalar que "en Estados Unidos también pasa" ¿de qué nos sirve a los ciudadanos? Le sirve, y mucho, a la corporación política y al propio Lorenzetti al suavizar los motivos de una decisión aberrante. Porque, si bien el famoso "Medicare" es un engendro que deberán enderezar las administraciones venideras, en Estados Unidos no han atacado todavía el corazón de la libertad. No están en juego el derecho a decir y el derecho a saber, como en el caso argentino tras este fallo de la Corte. Así pretenda la nota compararnos con Estados Unidos para tranquilizar a algún lector distraido y exculpar quien sabe a quién, esto que nos pasa es infinitamente más serio y, a diferencia de la modificación que introdujo una ley de sistema de salud injusta y económicamente insostenible en el país del norte, en la Argentina se trata de la libertad.

Estados Unidos está siendo avanzado por valores opuestos a los que inspiraron a sus fundadores. Es irónico que reciban hordas de gente que abandonan sus países porque los sistemas que en ellos imperan los expulsan y luego presionen para replicarlos. Los modelos se copian porque son prototipos, ideales, ejemplos, paradigmas. El que, según Perfil, sirvió de "modelo" a Lorenzetti no lo es.

En todo caso y si así fuera, se trataría en ambos casos de rasgos de democracias en descomposición en las que el presidente tiene la desvergüenza de presionar a la justicia, la justicia tiene la inmoralidad de tolerarlo y la ciudadanía, la cobardía de permitirlo. Puede ser que hoy nos pasen las mismas cosas que a los Estados Unidos de Barak Obama y, si así fuera, eso no nos debería tranquilizar, ni mucho menos.

martes, 15 de octubre de 2013

"No me multen, soy Cabandié!


Día que pasa, día que admiro más a Borges. Porque darse cuenta ahora de que los peronistas son incorregibles es una obviedad, pero haberlo visto hace más de medio siglo confirma que fue un cerebro singular.
Estoy harta de los peronistas, que hacen todos los esfuerzos posibles para arruinarnos la vida. Son tan nabos que inventan un feriado a cada rato y luego lo condimentan con las barrabasadas de sus militantes más granados. El pasado fin de semana largo tuvimos tiempo de sobra para ver en detalle el scketch protagonizado por Juan Cabandié, el Giordano de la política K: “No me toquen! Soy hijo de desaparecidos”.
Como lo pusieron a encabezar una lista, es lógico deducir que se trata de uno de los mejores exponentes del “modelo”, y eso es motivo de más para aterrorizarnos. Aparte de escandalizarnos por el episodio, hay que aplicar todos los resortes políticos que anulen la influencia de este lote de gente nefasta. Tienen que extinguirse de la política nacional todos los vestigios de Cabandiés que queden.
Por groseros y autoritarios; por agresivos y torpes; por ordinarios, petulantes y berretas; pero fundamentalmente, por mentirosos.
Cabandié no se cansó de mentir en ese episodio lamentable. Dijo que no “chapeó” y re-chapeó en cada una de sus intervenciones frente a los empleados que tuvieron la desgracia de toparse con él.
Tenemos que aborrecer al político que nos mienta. La sociedad argentina no llega  hasta este bajo fondo de valores por arte de magia; llega por permitir todo para que le permitan todo. El menemismo abrió esa compuerta de inmoralidad que al principio horrorizó pero que se fue aceptando a partir de los “beneficios” privados que aportaba la inconducta pública. Es preciso abandonar esa ecuación y entender que la deshonestidad oficial es siempre más dañina.
Es paradójico. Los mismos crápulas que hoy persiguen a los militares y civiles que tuvieron alguna participación en el último gobierno de facto con el argumento de que la violencia ejercida “desde arriba” es más condenable, no se cansan de ejercerla a destajo.
Mienten. Miente Cabandié cuando dice que “se bancó la dictadura”. ¿Qué dictadura se bancó Cabandié que no haya sido ésta de la que participa? Miente cuando le encarga a “Martín” que “no la eche porque nosotros no queremos que nadie se quede sin trabajo” porque millones de personas vienen quedando al margen del sistema gracias a una política obtusa y cleptómana que ellos aplican hace una década. Miente cuando sugiere sólo un “correctivo” para la joven porque se toma la molestia de llamar expresamente para hacerla despedir.
¿Qué correctivo le cabe a un funcionario que miente? Cabandié es un arbitrario y un resentido pero fundamentalmente es un mentiroso. Ese es el motivo por el cual sería encantador que la sociedad le diera la espalda en las próximas elecciones, aunque con gente como él, eso también sea un acto riesgoso.    

sábado, 17 de agosto de 2013

A los tibios los vomita Dios




Y pasaron las PASO. Sólo fueron una sorpresa para los sordos, ciegos y necios que, en este país, son milllones. Quienes aceptamos la realidad sabíamos:

1) que Massa ganaba por varios puntos la provincia de Buenos Aires
2) que el frente  liderado por la dupla Carrió-Solanas relegaba al PRO al 2do puesto en Capital
3) que el oficialismo K iba a hacerse el oso insistiendo con el relato de ser la fuerza más votada a nivel nacional como manera de disimular el tropezón
4) que el PRO iba a tergiversar el resultado para definirse como ganador del distrito
5) que a partir del domingo 11 la oposición al gobierno central tiene cara
6) que el PRO tiene un competidor en la ciudad
7) que suenan tambores fúnebres para el kirchnerismo y el macrismo

Cuando se me ocurrió comparar los dos oficialismos en el poder, la tropa proísta me saltó directo a la yugular. Que cómo los podía comparar, que en el PRO son todos buenos y en el kirchnerismo todos malos (esa última parte es cierta), que la gestión de Macri es muy superior a la del gobierno central, y que unos son democráticos y los otros no. Este argumento se me hizo difícil de procesar porque no podía esclarecer cuál era cuál según las opiniones vertidas.

En ninguno de los dos hay elecciones internas, los candidatos se eligen a dedo; en ambos hay una mesa chica de amigos de toda la vida que deciden hasta los detalles; ninguno tiene órganos partidarios lo que implica que ambos carecen de debate interno, nombran a los amigos, y a los amigos de los amigos, y a las mujeres y/o maridos de los amigos; la política de comunicación responde a una disciplina partidaria que se maneja desde la cúspide del poder con férreo verticalismo. 

En el mismo momento que los "operadores" políticos del  PRO estén festejando en octubre lo que sea que festejen, estarán perdiendo la personería jurídica en el distrito clave del país: la provincia de Buenos Aires. Si lo sé yo estimo que también los "armadores" pero, por el modo en que ignoran el hecho, parecería que se tratase de un tema menor.  Entre las casualidades/paralelismos, al PJ le estaría pasando lo mismo.

En capital festejaron ser los candidatos más votados y reinterpretaron el concepto de las PASO a su favor. Insinuaron como una cualidad llevar lista única, lo que "tenía menos gracia" que, sin nombrarlos, la oferta de UNEN. No se hicieron cargo, como no se hizo cargo el kirchnerismo y el resto de los peronismos, que estaban burlándose del espíritu de esa votación. Todos ellos llamaron a la gente a elegir candidatos que ya habían sido elegidos a dedo en el café de la esquina. Y, en el caso del PRO, lo del "café de la esquina" es literal porque, a menos que usen las oficinas públicas que ocupan en el gobierno de la Ciudad para dirimir temas partidarios, carecen de local propio para tales fines. El PRO, un partido que aspira a alcanzar la presidencia de la Nación en dos años, nunca tuvo un espacio físico propio. Esto implica que tampoco hay convenciones partidarias, ni convencionales, o sea debate entre dirigentes.

Hasta el PJ tuvo siempre sede partidaria antes de la diáspora. Sólo el kirchnerismo alteró esa costumbre.

Estos diez años de administración K han hecho daño a granel. No sólo en la economía, en la educación, en la salud y en la convivencia. Han herido seriamente los mecanismos de entendimiento general. La justicia, para empezar, pero también han degradado la política para perjuicio de la sociedad y beneficio de los aparatos partidarios. Porque los partidos sirven para que los interesados en la cosa pública hicieran escuela en esos ámbitos. El kirchnerismo legitimó el enquistamiento de un puñado de "taitas" que deciden a dedo la "carrera política" de los ungidos que van a cubrir los más diversos cargos; luego circulan con toda comodidad del Ejecutivo a los legislativos o a organismos varios que si no están, se crean.  Y ahora eso mismo lo hacen todos. Y los que no lo hacen y se someten a una interna abierta, lucen como debilitados frente a los de boleta única. Ironías de un sistema perverso que trabaja a favor del afianzamiento de la corporación política.

Es difícil recordar una renovación de figuras en el PRO. El que llega no se va más. A menos que se meta en una interna de jerarcas, la pierda y resulte el fusible, pasa de un puesto a otro, de un puesto a otro, de un puesto a otro.

Entonces, cuando los proístas nos entusiasman por televisión y mirando a cámara nos alientan a participar ¿cómo sería si uno no tiene la suerte de conocer a ninguno de los tres o cuatro mandamás? ¿Cómo se milita en el PRO? ¿Cómo se escala posiciones?

La única militancia que registro en mi haber es dentro de las filas de la UCedé. Allí discutíamos, presenciábamos y/o participábamos de las asambleas y de las decisiones; nos postulábamos, perdíamos, ganábamos y luego se integraban las listas tras escuchar la opinión de los afiliados. Y bien recuerdo el entusiasmo que provocó el nacimiento del PRO como alternativa partidaria en mucha gente valiosa que se había quedado sin refente político ni espacio donde volcar su necesidad de participación pública tras el desmembramiento ucedeísta.

Pero el PRO no los quiso. Parece que los liberales eran piantavotos. Fueron absolutamente eficaces cerrando filas con los peronistas para evitar filtraciones. Y cuando se es liberal, se aceptan las decisiones ajenas. El partido lo armaron ellos (nos olvidamos de la temprana afiliación de Mauricio Macri a la UCeDé) y se fueron a casa. Pero... ¡Lo que es la vida! diría mi abuela. Es exactamente lo que hoy les hace Sergio Massa a ellos. No los quiere en la foto. En los próximos tiempos veremos cómo reacciona el peronismo travestido que engrosa las filas del PRO frente al desaire. ¿Aceptarán las reglas del juego (no se puede ganar siempre) o fugarán apaciblemente a las fuentes peronistas del Frente Renovador?

¿Vaciarán el "espacio" que con tanto orgullo suele describir Michetti como "plural" y que algunos analistas preferimos llamar "rejunte" ideológico?

Hace tres años, en "Peronismo Demoliciones" expuse la debilidad que le provocaba al macrismo su dependencia del peronismo de capital. Me gustaría que el tiempo no me diera la razón y que no haya servido a los impresentables de la década anterior para sobrevivir hasta el momento de reaparecer. Y que el tiempo de salir a flote no sea ahora.

Pero si así fuera, el PRO tendría los días contados. Exactamente algo menos de 900. Cierto es que un partido sin sede, sin internas y anoréxico de dirigentes, porque en diez años no fue capaz (o no quiso) construir figuras propias, no resulta serio apuntando a administrar el país.  Sabidos son sus atadísimos vínculos al mundo futbolero pero sería una posibilidad febril llenar las listas y los despachos de mediocampistas, réferis y algún que otro barra. Los años que vienen exigen de una destreza y una capacitación que no se aprenden ni en la cancha ni en el escenario con lo cual, artistas también abstenerse. Ya sé. Lo que buscó el PRO en esos sectores no fue expertiz sino popularidad pero dado el desastre que va a dejar el kirchnerismo como legado, con la popularidad no va a alcanzar para recomponer la Argentina.

No se enojen con el diagnóstico los bienintencionados seguidores del PRO. No es con ustedes. No maten al mensajero. No invento la realidad, apenas la describo y como el fin de la política es modificar la realidad, bien le podrían reclamar a sus dirigentes partidarios que empezaran de una buena vez. Si abandonan ese tic de club de amigos que abrazaron en sus inicios, todavía estarían a tiempo de sobrevivir para bien propio y de la sociedad, pedido que ni siquiera vale la pena hacerle al kirchnerismo porque ha dado incontables ejemplos de negarse a abandonar la tosudez. La endogamia fue su cuna y quizá sea su tumba. Dios lo quiera.

Es más, podrían aprender del kirchnerismo lo que no hay que hacer. Tendrían que mejorar la puntería y luchar contra el verdadero adversario, el único, que es la dictadura K en lugar de dejarse enredar por los consejos de un vendedor de humo profesional. ¿Qué dirigente serio puede seguir los consejos de un individuo que se tiñe las canas?  Pues él los alienta a ir contra Carrió para no hacerse cargo de que perdieron en el distrito que administran por las debilidades propias.

La gestión del jefe de gobierno conserva un alto nivel de adhesión de modo que la lectura del resultado de las PASO es muy clara: fallaron los candidatos. La gente sigue reconociendo positiva la administración actual de la ciudad pero, a ver si lo decimos más claro: los candidatos no alcanzan las expectativas; unos por conocidos y los otros por lo contrario. Los porteños votaron convencidos a Gabriela Michetti como vicejefa de gobierno; algo menos convencidos como diputada y mucho menos convencidos ahora, para senadora. Bien podría la candidata hacer introspección y preguntarse el por qué de la merma. Un proceso similar fue el de Bergman, muy locuaz y verborrágico hasta que alcanzó un cargo público. Lo escondieron a Santilli, un candidato con buena imagen y reconocimiento a su gestión, por sus problemas personales;  como si nadie tuviera conflictos familiares y fuese un bochorno divorciarse.

El resto de la boleta es más de lo mismo. Majdalani, una peronista recalcitrante que se la vio bailar frenéticamente el domingo calculando que si las cosas se replican el 27 renueva su deslucida banca. En fin, ahí, en su propia lista está la debilidad del PRO y la estrategia de cargar contra los que le ganaron es muy K: la culpa siempre está afuera. Y en esa estrategia los porteños corremos el riesgo de permitir que se nos cuele Daniel Filmus en el Senado. ¿Será que el PRO realmente lo prefiere a un representante de la oposición? La conformación del próximo Senado es de una importancia crucial y nadie bien nacido tiene derecho a hacernos correr el riesgo de darle sobrevida al kirchnerismo y menos por camorras personales.

Carrió no se cansa de festejar que entre UNEN y PRO se queden los tres senadores por la capital mientras el PRO hace campaña contra ella. No sea cosa que los porteños rechacen tamaña mezquindad y en octubre les vaya peor que en agosto.

Insisto con las aternativas. No reniego de la dificultad que tenemos los defensores de la república de empujar la candidatura de un admirador de las dictaduras de izquierda pero hay que rescatar que Pino es una garantía contra la re reelección y el avasallamiento del poder judicial. Por si los bailarines del PRO no están enterados, el gobierno está cocinando una gravísima modificación a la ley que rige la conformación de la Suprema Corte de Justicia y para empujarla necesitan Filmus sentados en el Senado. El 27 de octubre es Solanas o es Filmus. Sería fantástico que el PRO, absolutamente verticalista en temas de comunicación por lo que es imposible arrancarle una declaración espontánea a ningún dirigente, respondiera a quién prefiere sentado al lado de Michetti. Los porteños merecemos saberlo.

Durán Barba acaba de decir una verdad de Perogrullo: "La estrella de esta elección es Massa". Y si, lo es. Pero lo es porque su oferta despertó una expectativa, una ilusión de cambio en la gente, lo mismo que generó el PRO en sus inicios y que fue perdiendo al paso del tiempo.

Sergio Massa es la contrafigura del oficialismo. La especulación general apostaba a que esa cara surgiera del sindicalismo. Si a Ud no le termina de cerrar el intendente de Tigre, póngase contento: Gracias a Dios Moyano no se animó a abandonar el barco K antes de las elecciones de 2011 mientras todavía era fuerte porque de ser así, el presidenciable 2015 no sería Massa sino Moyano.

La falta de "timing" o de agallas del camionero y de Daniel Scioli les impidió aprovechar su momento de mayor fortaleza, simultáneo al de mayor deblidad K, para cruzarse de vereda. Ambos tenían la oportunidad servida en bandeja en 2011 cuando Cristina buscaba su reelección. El apoyo al "modelo" de este par de mercenarios decidió nuestra (mala) suerte por los siguientes cuatro años más las consecuencias, que arrastraremos por muchos más de cuatro.


La situación del país es tan delicada que no hay margen para mariconadas. Hay que apoyar a quienes se sientan con fuerza y con coraje para señalar al kirchnerismo como la peste misma y, hasta ahora, esos son Carrió y Sergio Massa.

viernes, 19 de julio de 2013

Hay que bancar a Massa

A las puertas de otra elección, hay que admitir que casi nadie va a votar lo que quisiera. Asumida esta pobreza, Armando Ribas nos enseña que uno no elige las alternativas sino entre las alternativas que se presentan; por eso suena altamente infantil cuando la respuesta es “ninguno”; como no me convence ninguno, no voto a ninguno; y es infantil porque “ninguno” no es una opción y sólo significa que se está declinando la posibilidad de elegir y favoreciendo, indirectamente, al candidato que va primero que, por lo general, es el representante del oficialismo.

Claro que decidir entre salir con Angelina Jolie o con Alicia Kirchner es tarea sencilla. Lo difícil es optar entre similares o entre varios males. En la provincia de Buenos Aires parece ser el caso: las propuestas son Stolbizer, De Narváez, Insaurralde o Massa.

Stolbizer obtuvo su banca tras recorrer la provincia respaldada por Elisa Carrió. Como es casi un hábito de la política contemporánea, una vez sentada cómodamente en el Congreso, repudió a su mentora y partió con aires de vida propia. A su alrededor se nuclea un rancio radicalismo que tiene más de rancio que de radicalismo y juntos aspiran a retener los diminutos espacios que conserva esa otrora exitosa agrupación política. Las encuestas le otorgan un generoso 10 hasta 14% de intención de voto que no necesariamente se transforma en voto efectivo.

De Narváez es un caso curioso: aún antes de las elecciones emerge como el gran perdedor del 2013. Independientemente del 15% de intención de voto que le asignan recientes sondeos, desperdició el rol de opositor que llegó a sus manos tras derrotar en las urnas a la dupla Néstor Kirchner-Daniel Scioli. No hizo nada con semejante tesoro y permitió el reordenamiento de las alicaídas filas K. Todo indica que el tren de “Franta” ya pasó y que a pesar de las buenas intenciones que pueda abrigar,  pagará por haber defraudado a sus electores y a aquellos que depositaron en él el mandato de frenar, como cabeza de la oposición, el peligroso crecimiento del poder kirchnerista.  

Insaurralde es nadie por sí mismo. Es un muchacho que en su zona de influencia pisa fuerte pero que en el extendido distrito por el que compite, es un ilustre desconocido. Pero es el candidato K; eso indica que Insaurralde es Cristina, Boudou y Moreno. Es Lázaro Báez, De Vido y Milani. Insaurralde es Ricardo Jaime, Oyarbide y Antonini Wilson. Es Skanska, la AMIA y la tragedia de Once. Insaurralde es la democratización de la justicia, Kunkel y Diana Conti. Insaurralde es Recalde, YPF y Aerolíneas Argentinas. Es el Anses, Etchegaray y Abal Medina. Insaurralde es Futbol Para Todos, Bonafini y “Sueños Compartidos”. Insaurralde es nadie por sí mismo pero todo aquello por herencia del “modelo”. Vaya mochila. Insaurralde no sólo personifica la continuidad; garantiza la consolidación de una dictadura electiva en la que la ley y las minorías serán aún más ignoradas y avasalladas que hoy.

En el repaso de la góndola de ofertas de “Políticos para Todos” nos queda Massa. El sonriente Intendente de Tigre fue kirchnerista hasta antes de ayer. En una movida casi dramática decidió abandonar el equipo cinco minutos antes del vencimiento de los plazos. La pregunta del millón es si Massa será efectivamente un opositor o se plegará al oficialismo tras obtener su cuota de poder
legislativo.

Con estos pingos nunca se sabe pero cabe la posibilidad de que evite auto-fumigarse. Si basa su campaña en que no va a apoyar al kirchnerismo en aquello que hoy los desvela, o sea quedarse, y luego incumple, sería un suicidio. ¿Cabe esa posibilidad en un político joven y ambicioso, con un amplio horizonte por delante, casi sin competencia? ¿Podremos confiar en que su olfato le haya confirmado el hartazgo generalizado que se palpita en la calle hacia los modales kirchneristas? ¿Sería demasiado suponer que prefiriera honrar su palabra que dinamitar su futuro político?

Estamos tan mal que un candidato, con sólo comprometerse a respetar la Constitución, se hace acreedor de suficiente mérito como para ganarse nuestro voto. Y estamos tan mal que para intentar que le crean tiene que jurarlo ante escribano público. Estamos tan mal que seguimos eligiendo el menos malo aunque cada día se hacen más difusas las diferencias y más difícil la elección. Estamos tan mal que, luego de dos décadas de ejercicio democrático, sigue vigente aquello de votar "tapándose la nariz, como tomando aceite de ricino" como dijera el ingeniero Alsogaray. Estamos tan mal que un candidato casi mudo va primero en intención de voto, lo que habla raro ya no de la clase política sino de la población que los elige. Pero así estamos.

Según Marechal, de los laberintos se sale por arriba. ¿Qué sería “por arriba” en este caso?  Sin duda no es repetir errores, no es insistir con los fracasos. Es arriesgar una opción distinta.

Volviendo a la ecuación de las alternativas, Sergio Massa aparece como el único candidato con posibilidades de ganarle al kirchnerismo y esa es razón suficiente para votarlo. Eso es un intento de salir del laberinto por arriba. Porque si Massa obtiene una diferencia importante a su favor, el resto
del peronismo que aún sostiene a Cristina, también abandona el barco. Es imprescindible aflojar los tornillos del sistema K y es imprescindible hacerlo ahora y en el distrito clave. Si es Massa la herramienta, pues hay que apostar a que no trampee y, así como un día ayudó a consolidar este
régimen opresor y autoritario, hoy nos ayude a salir de él.

Ya sé: fue kirchnerista; no me lo recuerde; lo tengo clarísimo pero ¿sabe qué? cuando eligió con libertad, fue liberal. ¿Es un pragmático? ¿Tal vez hasta un cínico? Puede ser pero ¿qué otras alternativas barajamos? ¿Quién le dice que aquellas nociones de derechos individuales, de propiedad privada y de división de poderes que lo enamoraron un día en su temprana juventud no sobreviven en algún rinconcito de su corazón? ¿Y si se redime sacándonos de las fauces de este monstruo caníbal que se ha encaramado en el poder? Si así fuera, el voto a Massa sería un voto útil.

Porque hasta ahora Cristina Kirchner y a pesar de la inflación, inseguridad y aprietes mediantes, aún lidera cómoda la intención de voto en el crucial distrito de la provincia de Buenos Aires. Sólo Sergio Massa parece hacerle sombra o sea que si le ganara y decidiera traicionar a sus votantes, aún así no estaríamos peor que antes de su aparición en el horizonte de las PASO. Hoy significa una posibilidad, la única de aguar la fiesta kirchnerista. Este es un voto estratégico que nos impone reflexionar si no vale la pena jugar esa carta. 

Hace más de dos años sugerí desde este mismo espacio la necesidad( no el placer) de estar del lado de Moyano en la pelea con el gobierno  nacional (http://maria-zaldivar.blogspot.com.ar/2011/03/hay-que-bancar-moyano.html apuesta que mereció exclamaciones reprobatorias en todos los tonos. El tiempo habló por sí mismo. 

El kirchnerismo no para. No le importa fallar, perder o hacer papelones; ni siquiera se inmuta cuando choca de frente. Sigue para adelante. Esta cualidad no es debidamente mensurada por la tibia oposición que se supone enfrentada al régimen k. Sin embargo, su continuidad sería una pesadilla y su fortalecimiento tras una buena elección, un pasaporte al poder arbitrario y absoluto. Hay que impedirlo y tenemos una sola oportunidad: ni Stolbizer ni De Narváez llegan. Massa, sí. Es razón de más para intentarlo. Piénselo. Arriésguese. Y anímese al intento de salir del laberinto.

domingo, 30 de junio de 2013

Voto estratégico o más de lo mismo

La reciente conformación de listas de candidatos de cara a las internas partidarias es la expresión misma de la decadencia. “Rejunte” describió acertadamente Cristina Kirchner aunque se quedó corta al excluir de tan ajustada definición al Frente para la Victoria,  pues hoy avala a varios de los “barones del conurbano” que su marido y ella denostaron hasta no hace mucho y de los que huiría el mismo Al Capone. Cristina prohíja indecencia, corrupción, nepotismo y arbitrariedad a manos llenas. 
Pero no debiera entretenernos más ésta, la peor versión del peronismo (como una pesadilla, la última siempre es la peor hasta que llega la siguiente) . Hace décadas que hasta Borges nos avisó que no tienen arreglo. Pasado el tiempo, el espanto no son los peronistas solos sino el resto que, por acción, omisión y a veces ambas a la vez, acompañan el proceso. El grueso lote de impresentables que nos ofrece la clase política debería darle vergüenza a los partidos que los proponen e indignación a nosotros porque todos esos candidatos vienen participando hace décadas. ¿Por qué habría que suponer que van a servir de ahora en más si fueron inútiles siempre, y responsables de habernos traído hasta acá? Massa, Moyano, Terragno, Bergman, Bullrich, Gil Lavedra, de Mendiguren, Stolbizer, Daer, Solá, Michetti, Donda son elenco estable de la calesita política argentina. Un verdadero papelón. Buenos para nada excepto para sus propios intereses, bien mezquinos por cierto.                                                                                                                                                       Los “banca” el sistema porque pertenecen a la corporación política y garantizan la continuidad del mecanismo. Por eso se eligen entre ellos. Se pasan la sortija. No quieren gente de afuera. No quieren volver a la república; no quieren reemplazar este sistema por instituciones sólidas; apenas quieren reemplazar a los K. No rechazan la corrupción; maldicen que la ejerza otro. Hemos pivoteado décadas enteras entre la impotencia radical y la barbarie peronista pero el denominador común fue siempre el mismo: llegar para beneficio propio. Mientras el poder sea sinónimo de privilegios, los que accedan cuidarán muy bien los desembarcos.
 
Para peor, el poder económico está lejos de desnudar la omertá; los empresarios son partícipes necesarios del saqueo económico y moral del país. Cada vez que elogian, apañan y cierran negocios con este estado alimentan y fortalecen el círculo vicioso. 
La gente que salió a la calle de a miles en los últimos meses, consciente o inconscientemente, intuye que no vendrán por ahí las soluciones. Los hechos nos encuentran frente a una realidad que la ciudadanía rechazó durante años: estamos solos frente a ese poder, porque como la política está dedicada a fagocitarse todo, los demás sectores se abocan a la perentoria tarea de sobrevivir. La justicia, poder no menos corporativo que los otros dos, lucha como sapo panza arriba para que el empujón K no los deje en paños menores; los empresarios tienen los brazos acalambrados de aplaudir lo que sea, barbaridades incluidas; las hilachas de Fuerzas Armadas que quedan deabulan con el uniforme de fajina gastado de tanto arrodillarse; los medios de comunicación, divididos entre oficialistas (muchísimos pero sin poder de fuego por la berretada de su propuesta) y los privados, a su vez subdivididos entre chupamedias o enemigos aunque ambos tratando también de hacer equilibrio sobre una cada día más delgada línea. Tendrían que entrenar en Cirque du Soleil para garantizar independencia y, simultáneamente, soportar la persecución de la Afip; y la oposición que, además de ser un bochorno de flojita, genera más candidatos que ideas con lo cual nos asegura ocupar los cargos públicos, eso sí, pero no la defensa de la república. Los opositores fortifican el sistema y en ese aspecto, son tan adversarios para la ciudadanía como el oficialismo. 
La candidata a senadora por el PRO aburre hablando de “democracia” pero omite mencionar la “república”. Es que también a ellos les complicaría ser republicanos en cambio que votemos no le molesta a nadie. ¿O será que no tienen muy clara la diferencia? Son tan jóvenes y tan cándidamente apolíticos estos chicos que por ahí confunden los conceptos. O tal vez sea una estrategia impulsada por Durán Barba: "de eso no se habla"; con la moda del marketing político nunca se sabe cuánto hay de espontáneo en las palabras ni en los silencios. Los proístas dicen tan poco fuera de los clichés que imponen las críticas al oficialismo que arrastraremos la duda mucho más allá de su extinción política, que se vislumbra cercana.
Mal que nos pese a los liberales, la única fuerza votable es la construcción de centro izquierda que lideran Carrió y Solanas. Son decentes, son constantes, son previsibles y respondieron al clamor de la gente. El público pedía a la oposición juntarse. Bueno, acá están; juntos. Porque lo difícil es juntarse entre diferentes, en cambio fíjese cómo los peronistas se juntan en un segundo. ¿Nunca se preguntó por qué? ¡Porque son todos iguales! Y si van divididos en varias listas es simplemente una cuestión estratégica: suman más que todos apilados en una sola. Un votito por acá, otro por allá total después, una mano lava la otra… Usted sabe. Esta película ya la vimos. 
Hemos dejado que el enfermo empeorara y ahora la oferta es ésta y como uno no elige las alternativas sino apenas entre ellas, para Capital la opción es Pino o Filmus. Sin Churchill ni Reagan en ninguna lista, el tercer senador va a ser Pino o va a ser Filmus. ¿No te gusta Pino porque varias veces votó con el oficialismo? Bueno, meté la boleta de Filmus que votó y votará siempre lo que le manden. Hay que reconocer que en el rubro “levanta-mano” es de los mejores. Lo que es justo es justo. Y cuando dijeron que “hay que profundizar el populismo” no mentían. Allá vamos y está claro que el que avisa no traiciona.
 
También parece cierto que Scioli no es el único integrante de la tropa K que Cristina aborrece. A Filmus lo tiene para el cachetazo hace varias elecciones. La gente por la calle, esa que anda comprando harina para hacerse los miñoncitos, pregunta si ya perdió Filmus. Porque el panorama general pinta algo incierto pero si hay una fija, es que el pobre no llega.
En Capital estamos a tiempo de debilitar el poder kirchnerista. Hay que mirar el lado positivo de la tragedia; en provincia de Buenos Aires, en cambio, no hay salida. Están atrapados entre falsas opciones. El oficialismo es peronismo, Massa es peronismo, De Narváez es peronismo y ya a esta altura de la soireé se complica instalar la idea de que el peronismo no es uno solo. ¿O alguien serio puede estar barajando alguna diferencia ventajosa  entre elegir a Pichetto, Moyano, Kunkel, de Mendiguren o Daer? Eso es el tren fantasma, sea cualquiera el personaje que aparezca. Es la interna del PJ, ese engendro perverso que inventaron en 2002 cuando se aparecieron con tres candidatos a presidente. Hay que saber que en la política argentina las cosas, malas sobre todo, vienen para quedarse. Los peronistas arman colectoras desde cualquier espacio. El PRO mismo es un generoso proveedor de más peronistas. Sin ir más lejos y como muestra, el co-equiper de Michetti es uno de ellos. Y en provincia patinaron fiero porque confiaron el “armado” nacional a otro peronista “de raza” (algún día deberemos desentrañar que diablos significa eso y también “un cuadro” político”) 
Emilio Monzó se pasó el año con la camiseta amarilla aparentemente "armando”  para el proyecto nacional de Macri, pero algo pasó y el esfuerzo de su trabajo quedó depositado en manos del ex UCeDé Sergio Massa, yerno del histórico montonero Fernando “Pato” Galmarini, luego funcionario menemista. Pobre Mauricio. Eso es PRO.
Massa llegó para aportar votos a Cristina por derecha y sacárselos a de Narváez que, dicho sea de paso, en su momento desaprovechó el fuerte impacto político conseguido tras derrotar a la dupla Kirchner-Scioli. Un desperdicio que sería interesante analizar, a ver si se trató de una cáscara vacía o de una estrategia colaboracionista. Lo cierto es que los dos años en que el kirchnerismo fue minoría en el Congreso y De Narváez su verdugo, no los capitalizó nadie. 
Tras la proscripción de Carrió en ese territorio clave, el resto de las opciones son menos de lo mismo. Provincia de Buenos Aires, un distrito arreciado por la marginalidad que tan bien fabricó el peronismo gobernándola a lo largo de 25 años, será el lugar de la próxima batalla; entre peronistas, por supuesto con el resto de la ciudadanía mirando, para variar. 
Señor espectador: si vota en Capital, usted puede influir en el curso de los próximos acontecimientos políticos. Puede consagrar de una buena vez una figura auténticamente opositora que tenga la solidez y el coraje para enfrentar a la mafia. Tal vez la ciudad de Buenos Aires esté llamada a sostener a los millones de huérfanos que el peronismo revolea desde el conurbano. No lo haga ni siquiera por caridad. Piense que la supervivencia personal está en juego. 
 
 

domingo, 12 de mayo de 2013

Impresentables




Uno repasa la fauna política que se supone representante de la ciudadanía y concluye que no le cabe mejor descripción que la de “impresentable”. Ya sé. Al lector se le deben estar ocurriendo varios adjetivos más y probablemente esta columna coincida con la mayoría, pero haremos el esfuerzo intelectual de concentrar en uno las conductas públicas de la “clase política” que incluyen,  no solamente a los funcionarios k, sino a la enorme mayoría del resto diseminados a lo largo de la oposición, empresariado y poder económico. A saber:
 
Impresentable Aníbal Ibarra, espantado por el tratamiento que le dio el oficialismo porteño a la batalla campal generada en el Borda entre manifestantes y la autoridad policial. Impresentable su indignación mientras deambula impertérrito con la mochila de Cromagnon en el lomo. Impresentable cuando durante su gestión reemplazó la exigencia constitucional de la idoneidad por las de los vínculos familiares o de amistad para la selección de funcionarios y el posterior nombramiento de amigos y parientes que desembocó en aquella tragedia, como tantas otras, evitable.
No menos impresentables quienes, con su voto, instalaron a Ibarra en una banca pues es incomprensible que se sientan representados por semejante sujeto. Impresentable el desprecio de uno y de los otros por el dolor ajeno y el culto contumaz por la improvisación de los funcionarios, su falta de escrúpulos y la negación permanente de la responsabilidad personal sobre el resultado de sus gestiones.
Impresentable el sospechado vicepresidente Boudou, disfrazado de etiqueta, mal acompañado y mal representándonos entre líderes mundiales que miran con espanto y sorna la decadencia argentina, esa con la que él viene colaborando generosamente.
Impresentable el jefe de la economía, aterrado frente a una consulta periodística pero imperturbable como partícipe necesario del desastre que el kirchnerismo viene tejiendo de manera sostenida y cotidiana. Impresentable su escasez intelectual y su carencia de principios.
Impresentables los diputados y senadores oficialistas haciendo “oídos sordos” al reclamo de la población por una justicia independiente y libertad de expresión, y ellos sentenciando de muerte a ambas. Impresentables votando cualquier iniquidad enviada desde un ejecutivo desquiciado que encuentra en ellos, sin excepción, un eco mudo y cómplice. Son la hipocresía en su expresión más pura, pues rechazan la noción de “obediencia debida” a los militares (principio que es la columna vertebral de la instrucción castrense) cuando en su caso es un mandato genético cumplir sin discutir una orden.
Impresentable el empresariado nacional, cómplice y partícipe necesario del saqueo K. impresentable la dirigencia del poder económico argentino que rifa la república por un contrato de obra pública, por una licitación arreglada, por una legislación a medida. Impresentables y responsables todos ellos, de acompañar codo a codo las barbaridades que pergeña el gobierno pero que serían de difícil concreción sin la connivencia de los privados. Impresentables sus vergüenzas desteñidas de tanto revolcarse en el delito ajeno y la corrupción propia.
Impresentables los grupos de medios de comunicación que, frente al riesgo inminente del autoritarismo que amenaza a la Argentina, operan contra sus pares, también por dinero. Impresentables sus camorras, sus viejas envidias y sus morales ausentes.
 
No ha inventado nada el kirchnerismo. Está aplicando peronismo puro y, como la receta no es nueva, tampoco será nuevo el resultado: autoritarismo, pensamiento único, arbitraiedad, justicia adicta, persecución política, estado tan rechoncho como ineficiente. La historia demuestra que al totalitarismo se puede llegar a través de las urnas pero que difícilmente se sale por la misma vía. “Querían la paz sin honra. Ahora no tienen la paz ni la honra” les dijo Churchill a quienes quisieron eludir la realidad. Inquietan la memoria histórica y las semejanzas, porque tanto de negar los hechos como de deshonra, los argentinos sabemos un montón.

lunes, 22 de abril de 2013

Marchen...presos



Tengo una mala noticia para los indignados argentinos que en la noche del 18 de abril marcharon por cuarta vez en siete meses contra el gobierno nacional: han llegado tarde; al régimen no le importa la disconformidad general.
Que los burócratas del poder estuvieran aprobando un totalitario hachazo a las normas vigentes en simultáneo con la masiva protesta popular contra esa modificación es una grosería. En verdad, no se puede esperar menos de la gentuza que nos gobierna pero no deja de ser una clara señal de que la dictadura electiva hoy es mucho más que una amenaza futura.
El deterioro institucional que padecemos es de tal magnitud que no se trata de enderezar algunas variables. Para volver a la senda de la república será necesario un cambio de paradigma. En la actualidad los tres poderes del estado están traspasados de ilegitimidad, ilegalidad, corrupción y falta de idoneidad y esas cuatro razones los pone del mismo lado, por no decir “bando” que suena más específico pero algo brutal. Los tres comparten intereses y privilegios; tienen demasiadas coincidencias y se les impone la necesidad de una defensa corporativa sus respectivas prebendas.
No es inminente la pérdida de nuestras garantías. Es pasado. Los argentinos perdimos la libertad cuando la política se transformó en una corporación a la que muchos se desviven por ingresar. Por eso el argumento presidencial sobre la supuesta “casta” judicial es una completa hipocresía. El poder político en pleno es un perfecto “ghetto” que nos divide y nos enfrenta entre “ellos y nosotros”.
Ellos tienen autos, viajes, dietas, sueldos y sobresueldos, viáticos, asesores, cocheras, credenciales, pases, secretarias, asistentes, comedor, peluquería y otras chucherías; esto, por derecha. De ahí, el permiso irrestricto y la imaginación para cualquier tipo de enjuagues tornan infinitas las posibilidades de mejorar el nivel de vida de los burócratas.
¿Cuántos individuos son capaces de resistir tamaño embate de buena vida? ¿Qué límites pone la sociedad a quienes se “tientan”? ¿Qué condena social los hace moderarse? ¿Qué amenaza judicial empaña la fiesta?
El proceso se ha vuelto tan perverso que plantea una disyuntiva de hierro: la corporación, para funcionar, necesita socios y exige del que ingresa, seguir las reglas. No existe nada más peligroso que un “outsider” con otras intenciones que no sean aplicar y respetar los códigos no escritos de la “corpo”. Por eso quienes no están dispuestos a “transar” con la corrupción del poder son marginados y excluidos por sus semejantes. A esta altura, es de una inocencia estúpida creer que Carrió está fuera del sistema simplemente porque la gente no la votó. A ella, como a Ricardo López Murphy, los echaron sus pares porque representan la única amenaza real a la impunidad de la que goza la dirigencia nacional.
Hay que tener claro que el cambio de paradigma no se conseguirá con los miembros de la “corpo” actual. Que algunos luzcan respetables no quiere decir que lo sean. Que suenen enérgicos en TN no garantiza que repliquen su firmeza en el recinto. Los terroristas ya se infiltraron una vez entre nosotros para reemplazar nuestro sistema de vida.
A propósito de ello, la otra mala noticia es que el paradigma no se cambia en las urnas. Por el contrario, a esta altura del desbarranque, las urnas consolidan el sistema cerrado que cual plan óvalo, elige entre los elegidos evitando infiltrados que pongan en riesgo la melodía que todos ejecutan con indescriptible afinación. Cuando los que ahora gobiernan quisieron cambiar el paradigma pasaron a la clandestinidad y nos atacaron arteramente. Pusieron bombas, mataron y multilaron, secuestraron, robaron y extorsionaron y aún con semejante carga de violencia, no lograron su objetivo. Por suerte. ¿Alguno de los disconformes de ahora estará dispuesto a esa clandestinidad? Seguro que no porque no hay asesinos de ese lado y porque saben que es lo que espera el régimen para señalarlos y caerles encima con el peso de la justicia adicta. 
Muchos de los “no tan malos” de hoy cargan sobre sus hombros con una historia de sangre y muerte. ¿Se han arrepentido? ¿Han asumido el error histórico de pretender hacer de nuestra república una dictadura castrista? Si no lo han dicho en voz alta ¿cómo estar seguros de que no anida aún en sus corazones la fascinación por el autoritarismo? ¿Cómo dilucidar si quieren abandonar ésta neo-dictadura electiva que funciona hoy en la Argentina y recuperar la libertad republicana o lo que quieren es reemplazar a los Kirchner por ellos mismos?
Después de décadas de soportar las mismas caras, después de haberlos probado en el oficialismo y en la oposición, después de haberlos escuchado decir y contradecirse, después de haber presenciado sus mezquinas mudanzas partidarias y habiendo padecido uno a uno los magros resultados de sus gestiones ¿no será legítimo decirles que es hora de verlos apoyar la candidatura de otros? ¿Y si les decimos a las figuritas repetidas de la política que nos voten a nosotros? ¿Por qué no les preguntamos si están dispuestos a ceder los tres primeros lugares de sus listas a personas que no lleven sobre sus espaldas la mochila del fracaso absoluto, como ellos?
Que no se confunda la propuesta con el plan del peronismo del siglo XXI que tiene en mente aprovecharse de la popularidad mediática de algunos para ganar elecciones. Esa chicana se inscribe en los anales de la inescrupulosidad peronista, capaz de poner a gobernar un distrito a quien se pasó la mitad de su vida disfrazado de mujer, o corriendo tras una pelota de futbol, dos oficios del todo honorables pero que no dan respuesta a la “idoneidad” que reclama la Constitución Nacional a la hora de ocupar cargos públicos.
Por eso y aunque parezcan episodios disímiles, el festejo argentino tras el dudoso triunfo de Nicolás Maduro, la decisión de arrasar con lo que queda de independencia judicial argentina y las denuncias sobre corrupción económica en cabeza de los personeros de la familia Kirchner son caras de una misma moneda.
Porque en la genética de los tres está el desprecio por la libertad y la ley, los derechos individuales y el estado de derecho. Si bien la función de las leyes es limitar el poder, en América Latina ese principio hace décadas que es historia. Hoy sólo reflejan el estado de ánimo del poder político. Así las cosas, se comprueba que el humor de la dirigencia nacional es sombrío y sombrío el recorrido en el que nos embarcaron. La última estación es el caos. Y de eso sabe mucho el oficialismo.
Por acción y omisión, esa ristra de diputados supuestamente no K en circulación no sirve de contención alguna a la voracidad del kirchnerismo; algunos se benefician con las migajas que les tiran por colaborar con “el modelo”; otros, ni siquiera pero tampoco se le animan. Mientras unos y otros incumplen con el mandato de la representación popular que asumieron, el periodismo independiente y los ciudadanos resisten y se convierten en el último reducto de la libertad.
Los políticos les van a la zaga: denuncian tras la denuncia periodística y salen a la calle detrás de la gente que, inorgánica pero legítimamente, manifiesta sus descontentos. Esos políticos quieren salvarse de la condena social y está en sus manos lograrlo. Del régimen K no se puede esperar sino más indecencia y más arbitrariedad, por lo que la vista se posa ahora en el resto. Y urge que se muevan de una buena vez porque van quedando apenas hilachas de democracia,  que alcanzan apretadamente para beneficio exclusivo de los dictadores que a su vez las aprovechan para consolidar su hegemonía; mientras que la república, fue hace rato y ellos parecen no inmutarse.

lunes, 1 de abril de 2013

Estoy Harta


 
Tras años de comunicación con el público, es hora de hacer una confesión; estoy harta.
Estoy harta de los kirchneristas, de sus groserías, del autoritarismo que destilan sus decisiones y de su escandalosa falta de elegancia en los modales.
Estoy harta de la camorra entre Cristina y Scioli e igualmente podrida de los que suponen diferencias esenciales entre ellos.
Estoy harta de los desplantes de Pichetto, un lúgubre cuatro de copas durante su etapa de férreo menemismo allá por los ´90, que ha escalado vertiginosamente gracias a la degradación del sistema que hoy encarama a los peores de antes. Una década más en manos del peronismo hizo estragos en la calidad institucional y así, los agentes de destrucción pasan de don nadie a presidentes de bloque en un puñado de abriles.
Estoy harta de Guillermo Moreno y todas las barbaridades que lo rodean; sus viajes a países imposibles de recordar, de la patota “lumpen” que lo rodea, de sus métodos, de su profunda torpeza y de su enorme ignorancia.
Estoy harta del modelo berreta de país que nos imponen, de la tarjeta para pobres que instaló para quienes no tienen opciones al transporte público que ellos administran mal y caro con la inestimable colaboración o connivencia de un puñado de amigos tan inescrupulosos como los funcionarios que los participan. Estoy harta de que siempre levanten la apuesta ante la pasividad de la sociedad y que ahora nos encajen una tarjeta de racionamiento, que la gente va a correr a obtener y los comerciantes se van a deslomar por hacer que funcione.
Estoy harta del Futbol para Todos, las milanesas para todos, los electrodomésticos para todos y de la falaz propaganda sobre que la Argentina es "un país con buena gente", a menos que se excluyan  los autores del slogan.
Estoy harta de la inflación, de los precios máximos, de las dificultades para conseguir artículos importados y nacionales; de los precios congelados que aumentan; estoy harta de la vergonzosa propaganda del régimen, de la cadena nacional con Cristina Pichimahuida dando cátedra de todos los temas como si supiera de alguno; de los aplaudidores, de las mentiras con las que se drogan y con el relato, que apesta.
Estoy archi-harta de las torpezas K, de los dimes y diretes, del enojo permanente que tienen con el mundo, de su mirada ínfima y obtusa de la realidad, y de su anoréxica cultura.
Estoy harta de Diana Conti, de Kunkel y Lubertino; de Recalde (padre e hijo), de Kicillof, La Cámpora y del verborrágico Aníbal Fernández. Estoy podrida de Unidos y Organizados, de la Juan Domingo y de todos los que cobran para no trabajar. Nadie dice nada interesante y nunca, la verdad. Me tienen realmente harta.
Pero también estoy harta del PRO y su seguidismo; del perfil de “gente como uno” que de arranque nos vendieron y que ahora vemos que tiene más de “gente como ellos” que como nosotros. Estoy harta de su silencio frente a temas de gravedad institucional, derivación natural de su falta de raíz ideológica (la única fortaleza que tiene un partido político frente al embate de los huracanes K)
Estoy harta del snobismo político que suma candidatos por la sola evaluación de su popularidad. Es probable que los futbolistas y actores que arrastran las listas PRO no hayan leído la Constitución Nacional, de modo que el motivo por el que se saltean el requisito de “idoneidad” para ejercer cargos públicos es simple ignorancia.
Estoy harta de la izquierda vernácula que ha venido allanando el tejido oficialista en el Congreso. En verdad, estoy podrida de la brecha entre lo que dicen en “A Dos Voces” y en el recinto. Estoy recontra harta de estos actores y actrices frustrados.
En verdad, estoy harta de tantos frustrados dirigiendo el país.
Ojo que también estoy harta de los radicales quienes, desde el pacto de Alfonsín con Menem, vienen siendo menos de lo mismo y no aportan a la complejidad política nacional más que burócratas vitalicios.
Estoy harta de que, cuando las papas queman, no se ubique a ninguno de todos ellos ni publicando un edicto.
Estoy harta del empresariado, dividido entre adicto y cobarde pero cómplice en todos los casos. Estoy harta de escucharlos criticar en privado y arrastrase en público, y aplaudir, y mover la cabeza como el perro de juguete para luneta del auto. De lejos se nota que son falsos, como el perro, pero al gobierno no le importa. Como el dueño del auto, se contentan con la farsa.
Estoy harta de la mediocridad intelectual de cierto periodismo militante que, por unos cuantos mangos, es capaz de ensalzar un régimen que atenta contra la libertad de expresión.
Estoy harta de tener vergüenza ajena de nuestros funcionarios, diplomáticos y dirigencia en general. Vergüenza del papel lamentable que hace la Cancillería; vergüenza de que no queramos devolver lo que no nos pertenece; vergüenza porque mentimos, inventamos y tergiversamos todo, todo el tiempo.
Estoy harta de ir a Ezeiza a despedir gente valiosa que abandona esta ex república que marcha sin pausa hacia la instalación permanente de una dictadura electiva.
¿Saben qué, señores? Estoy harta, hastiada del peronismo que ha devastado los cimientos de la nación y harta también de la connivencia de los demás sectores que, por acción u omisión, les han permitido pudrir absolutamente todo.