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martes, 22 de febrero de 2011

De la tragedia a la farsa


Cristina solía gustar de repetir la frase de Carlos Marx "La historia se repite primero como tragedia, luego como farsa" aunque lo parafraseaba con un error. La presidente suavizaba el tenor de lo que le tocaría en el reparto y llamaba "comedia" a la repetición de la tragedia.

En 1973 Juan Domingo Perón volvió dispuesto a ejercer el poder absoluto sobre todos los sectores que había conducido desde el exilio. La mayoría se subordinó excepto los más radicalizados. Los militantes peronistas que se habían transformado en violentos guerrilleros rechazaron la opción de disciplinarse a las órdenes de quien los vio nacer y los alentó a la distancia.

Luego de aquello, sobrevino la tragedia. Hordas de terroristas asolaron el país que contemplaba absorto un ataque inédito por estas tierras. Aguerridos combatientes entrenados en Cuba alteraron la normal convivencia hasta que una administración peronista tomó la decisión de aniquilar su accionar delictivo. Este tramo de la histora argentina reciente bañó de sangre, de muertos y de víctimas todos los sectores de la población. Resumidísima, esa es la historia de la tragediaargentina del siglo XX.

Ahora viene Cristina Kirchner y provoca, salvando las diferencias, otro enfrentamiento entre peronistas, interna que parece buscar dirimirse, otra vez, sobre el vasto territorio de la sociedad toda desbordando nuevamente el marco que le dio origen.

Que la historia se repite es un principio medular del peronismo. A Cristina le tocó en suerte motorizar la farsa. Ojalá Marx se vuelva a equivocar y esta mala copia de nuestra historia sea menos trágica que su original.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Vivir con lo nuestro


Se puede decir cualquier cosa del peronismo excepto que sea anti-patria. Alguno opinará que les falta educación o valores, decencia, escrúpulos o lo que sea pero en amor a lo nuestro le pasan el trapo al más pintado.

Y ese noble sentimiento lo sembró el general promoviendo la armonía entre los argentinos, inculcando la buena práctica política en el sindicalismo, alentando la solución de los entredichos y desacuerdos con los mejores modales. Su "por uno de nosotros caerán cinco de los de ellos" fue apenas un exabrupto incomprensible, ajeno a su real sentir que un puñado de fanáticos puso en práctica de manera literal pero cuya esencia ruin traiciona el espíritu naturalmente bondadoso y tolerante de Perón.

Instalado en nuestros corazones el sano orgullo telúrico transmitido por un movimiento auténticamente nacional y popular, las modas pudieron opacarlo pero nunca murió. Un marcado indeleble quedó impreso en el alma de cada argentino.

Los malditos ´90 que, de la mano de la convertibilidad abrieron las compuertas a un sinfín de pecados, fueron la prueba de fuego. Las mudanzas al montón de countries que germinaron por esos años con el consecuente ascenso social que significaron, los viajes a Miami, las compras a rolete, el cambio de autos, departamentos y guardarropa fueron un salto cualitativo que alteró y para siempre la existencia de enorme cantidad de piojosos; sin embargo, nada consiguió borrar lo importante. Contra todos los pronósticos que indican que las bondades materiales emborrachan la carne y nublan la razón, el orgullo nacional estaba intacto debajo de tanto monograma y hoy otro gobierno peronista lo eleva a su máximo esplendor.

El reciente cierre a la importación de bienes va a significar, ni más ni menos, que la vuelta a lo nuestro. La raíz indígena que cada uno de nosotros lleva adentro emergerá intacta y altiva para dejar atrás el Audi y la Moulinex.

En cada hogar argentino volverá a escucharse el sonido de una Yelmo aspirando el hollín que en dosis más que homeopáticas nos deja de recuerdo el combustible enviado por el amigo Chávez. Cuando la tarea acalore, empinaremos una Bidú haciéndole pito catalán a la multinacional Coca Cola para que entienda que no la necesitamos.

¿Unas Nike? le preguntaremos extrañados a nuestros hijos mientras revolveremos la baulera hasta encontrar las Pampero que nos acompañaron en cada travesura de la infancia.

Y ese será el momento ideal para contarles que volverán los vehículos de fabricación totalmente nacional, que los hubo una vez y de los que el nono puede dar fe; él anduvo en su auto justicialista con carrocería de plástico recorriendo el país de punta a rabo y vio motores Puma y tractores Pampa. Henchidos de gozo celebraremos el “revival”. Y sobre el pucho habrá que aprovechar esa misma charla para decirles a nuestros jóvenes infectados por la banalidad de la década infame que se preparen porque como también hubo aviones de construcción nacional, puede volver a haberlos. Cuando abran los ojos grandes de incredulidad habrá que describirles el maravilloso proyecto del Pulqui y tal vez omitir los detalles menos glamorosos sobre el fracaso de los cinco prototipos.

Así, para los que anden por ahí penando por el cierre de las importaciones tenemos un mensaje de esperanza; es hora de agradecer a Guillermo Moreno que por orden de la mismísima presidente rescatemos nuestras entrañas; dejemos rodar sin pudor alguna lágrima de emoción cuando, ante la imposibilidad de comprar un L´evis, seamos testigos de la reapertura de Eduardo Sport.

Por esos misterios de la especulación financiera y los capitales concentrados seguramente, están volviendo una a una las bandas internacionales a tocar en la Argentina como en aquellos años innombrables pero ojo, a no desanimarse. Probablemente no tengamos acceso a un equipo Bang & Olufsen para reproducir nuestros temas musicales preferidos pero la abuela se integrará aún más a nuestra vida aportando el Winco que tenía arrumbado también en la baulera junto a las Pampero.

Volvemos a nuestras raíces en formatos tradicionales. ¿No es sencillamente emocionante? Y si, hay que reconocerlo: Cristina Kirchner lo hizo.

martes, 8 de febrero de 2011

Tinelli Presidente


¡Ahhhh, las vacaciones! La temporada literalmente explotó y el verano no pudo presentarse más promisorio. Las rutas apenas si tuvieron respiro: la agencia nacional de tránsito no contabilizó menos de 1400 autos por hora cruzando a la altura de Samborombón en las fechas más flojas. El Operativo Sol fue un éxito rotundo, según afirmaciones del mismísimo Gobernador Scioli que informaba cual un movilero a veces desde la ruta, a veces desde el escenario donde cantantes populares alegraron las noches marplatenses a costo cero para los veraneantes y desconocido para los contribuyentes; las terminales de colectivos reventaban de público; las empresas de transporte de larga distancia hicieron malabares para satisfacer los requerimientos de pasajes hacia y desde todos lados.

Sacando los días en que algún reclamo sindical paralizó el movimiento de aviones, el resto del tiempo fueron y vinieron repletos. Extranjeros y argentinos pugnaban por subirse a las aeronaves de la empresa comandada por el joven Recalde y recalar en los más variados destinos. Y así lo hicieron.

Los teatros peleaban la "pole position" en recaudación mientras que la oferta de espectáculos se multiplicó para todo tipo de públicos y la concurrencia de espectadores conformó a los productores de los más diversos géneros.

Con tal afluencia de compras, desplazamientos y consumo lo lógico ocurrió y se produjo un cuello de botella estrictamente coyuntural, estacional y "bueno" según se nos explicó desde los ámbitos de la conducción económica porque no fue producto de la imprevisión sino de la abundancia. El calor agobiante trajo consigo cortes de luz porque la electricidad acumulada no es que fuera escasa sino que simplemente no alcanzó para mantener andando la parva de equipos de aire acondicionado que se compraron durante estos años de expansión económica. Y como ni las altísimas temperaturas acobardaron a una población súbitamente enriquecida producto de la aplicación a pleno del modelo K, los millones de automóviles vendidos en igual período desabastecieron las estaciones de servicio. Entonces durante una o dos semanas apenas, justo antes de las fiestas de fin de año, faltó nafta.

A eso se sumaron los "abuelos" lanzados a gastar el oportuno obsequio que la presidente les concedió cerca de Navidad en un claro esfuerzo oficial por no olvidar a los más vulnerables del sistema, aunque los malintencionados sostienen que el reparto se hizo con dinero de los propios jubilados. Lo cierto es que esa inyección adicional produjo una sed de billetes que tuvimos que saciar con la ayuda de los vecinos. ¡Cómo ha cambiado el consumo argentino que antes de Brasil importábamos toallas y ojotas, y ahora billetes con la cara de Roca!

Nadie supuso tamaño crecimiento y sería de una mezquindad negarle a la administración Kirchner la autoría de todo lo ocurrido en los últimos siete años. El punto no es ese porque el florecimiento económico argentino está tan a la vista como la inflación. Simultáneamente se produjeron otras modificaciones que exceden lo meramente económico y cuyos efectos sobrevivirán al kirchnerismo tanto como las deudas adquiridas por las familias argentinas tras una política que consistió en alentar el consumo lo que elevó el promedio de endeudamiento privado a su máximo esplendor, obviamente a costa del ahorro.

Mientras tanto, se nos taladraba con la necesidad de caminar hacia una sociedad "más igualitaria" y como el kirchnerismo aseguró tener la fórmula para alcanzarla, puso manos a la obra. Pero la receta terminó siendo apenas una expresión de deseo que choca de frente no con la ideología sino con la misma naturaleza, esencialmente diversa. Para imponer por ley la igualdad de cosas diferentes hubo que escribir muchas normas y, por supuesto, crear a su alrededor un poderoso aparato cuasi policial dispuesto a castigar a quien discrepe con la versión oficial del mundo.

De esa manera la actual administración ha conseguido, por ejemplo, que los hombres que así lo deseen puedan votar en mesas femeninas, usen los baños públicos de mujeres y porten documentos que contradigan su verdadera identidad, esa que llevan impresa en sus físicos. Lo malo no es permitir a ciertos hombres compartir mesas y baños otrora exclusivos, ni siquiera imponer a las mujeres esas presencias haciendo temblequear el límite entre el derecho propio y el derecho ajeno; tampoco es lo peor el intento de contradecir la naturaleza. Lo profundamente dañino es instalar en la sociedad el concepto erróneo de que una ley puede cambiar, ocultar, torcer o ignorar la verdad. El populismo hace creer a la gente que desde el poder cualquier cosa es posible y que el poder está precisamente para eso: para alterar la naturaleza en el sentido que el burócrata prefiera.

Claro que no todos “compran” semejante absurdo. Sin embargo, esa promesa de torcerle el brazo a la realidad sumada a la comprobación empírica de que cualquiera llega a la política harapiento y sale millonario son dos importantes motivos por los cuales en los países iletrados los ámbitos políticos están atestados de gente sin preparación, intelectualmente inferior y moralmente carenciada que reconoce en el estado la vía de acceso a lo que nunca tuvo. Y ese es el “relato” que tan bien cuenta Cristina frente al micrófono, relato que oficia de selección natural de torpes y arribistas que, ante la abundancia de candidatos, luego desborda el peronismo y puebla todas las opciones partidarias porque cada vez son más los que se avivaron de que la política en el subdesarrollo es sinónimo de privilegio.

En este fluir de impresentables, la farándula ha venido a poner su granito de arena en el mamarracho colectivo y así como en tiempos pasados los artistas que se asomaban a la acción política fueron casos aislados hoy, como son objeto de veneración por parte de la sociedad, se los disputan los partidos políticos en cuyo seno solía darse la producción natural de dirigentes, cosa que hace décadas se abortó.

El caso de Morgado es sumamente ilustrativo. De co-conductor de programas cómicos pasó a burócrata del régimen ocupando una silla en la radio estatal. Cuando por bendición de la lista sábana que lo envolvía recaló en el Congreso Nacional, olvidó renunciar al trabajo anterior y así se aguantó no con las dos responsabilidades pero sí con ambos sueldos hasta que una denuncia lo dejó expuesto y se vio obligado a optar. Así fue como se quedó con la banca hasta el final del mandato. Hoy es el policía antidiscriminación, ese que por imperio del miedo, logra el aplauso y endiosamiento de las minorías ruidosas.

Irma Roy, Zulma Faiad, Moria Casán, Nacha Guevara, Luis Brandoni, Pinky ya hicieron lo suyo. Nito Artaza está en eso; ahora se aprontan Florencia Peña, la Telpuk y Miguel del Sel. Pero pará! quién dice que el kirchnerismo logre convencer a Andrea del Boca, Fontova y Gastón Pauls o al mismísimo Pablo Echarri y podamos deleitarnos con sus presencias en el ámbito legislativo. ¡Sería un sueño! El Congreso parecería la casa de Gran Hermano. Deberíamos hacer una “vaca” para juntar lo suficiente o tal vez crear un impuesto que reuniera una cantidad tentadora para que Jorge Rial aceptara presidir las sesiones. Hasta trabajaría mucho menos que actualmente ya que suelen ser una vez a la semana, con suerte. ¡O Tinelli! En ese caso nos aseguraríamos un gabinete estelar porque es sabido que Ideas del Sur no repara en gastos tratándose de súper producciones.

Pensándolo mejor, esta descripción bochornosa de la Argentina que suena a tragedia no lo sea tanto y asegurar a esa gente un sueldo inmerecido como invitados de honor al magnánimo banquete de la política, haría lugar en la televisión para personas que valga la pena escuchar hoy, en el ostracismo más absoluto.