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Siete décadas ininterrumpidas se mantuvo en el poder el Partido Revolucionario Institucional (más conocido como PRI) en México. El corporativismo fue su columna vertebral alrededor de la que aglutinó movimientos obreros, líderes sindicales y organizaciones campesinas. En sus primeras etapas mostró una ideología nacional-socialista inclinada hacia la izquierda (nacionalización del petróleo, la industria eléctrica; una continua expansión de las empresas del estado y creación de sistemas estatales de salud y de alimentación) Estatismo más concentración política y económica desembocaron en fuertes devaluaciones y la inexorable consecuencia de desempleo y extrema pobreza. El ejercicio de la cosa pública se prostituyó tras décadas de unicato y el empleo público se transformó en el refugio de punteros leales a la conducción partidaria.
El hartazgo de la población sumado a la necesidad de mejorar los cuadros de la arrasada administración pública que garantizaran la construcción de políticas sanas y una labor profesional, atrajo a una nueva camada de funcionarios públicos, la mayor parte de ellos con estudios de posgrado en Estados Unidos, quienes desplazaron a la generación anterior, formada en las prácticas de patronaje que habían caracterizado al partido gobernante. Así consiguieron derrotarlo luego de setenta años de monocromía.
La alternancia del año 2000 fue posible a partir de acuerdos entre distintos sectores que van desde los conservadores hasta el ultraizquierdista Partido del Trabajo, todos críticos de los modos y la filosofía del PRI, que formalizaron un bloque legislativo unificado. También colaboró el denominado “Pemexgate” (desvío de fondos del sindicato petrolero hacia la campaña presidencial de Francisco Labastida, candidado por el Partido Revolucionario Institucional de ese año 2000). Pérdida de credibilidad, crisis económica, corrupción, narcotráfico y escándalos que incluyeron varios asesinatos políticos, determinaron el fin de aquella hegemonía.
Pero el verdadero golpe de gracia llegó cuando la Asamblea Nacional de los Trabajadores aprobó la creación de una nueva central sindical. La Asamblea fue convocada por 17 organizaciones escindidas del oficialista Congreso del Trabajo, que agrupaba a 36 confederaciones gremiales con unos 6 millones de afiliados.
Sin embargo, tras las grandes derrotas que sufrió en sucesivas elecciones desde entonces hasta el 2006, el PRI fue capaz de recuperarse electoralmente en el 2007 mediante las elecciones de algunos Estados. Ayer ganaba en ocho de nueve distritos con el eslogan de “PRI de hoy, Experiencia probada, nueva actitud”. Ningún dirigente explicó en detalle en qué consisten las novedades incorporadas aunque cabe interpretar que mantiene el paradigma que le dio origen, sus banderas, principios y tendencia.
La historia reciente del PRI registra innumerables similitudes con el devenir de nuestro autóctono “Pejota”. Las bases de sustentación, la ideología de fondo, las formas de administración, los vínculos y alianzas y los resultados sociales de ese coctel tienen variantes mínimas. Por eso, pasada la euforia de la derrota kirchnerista, sería útil conocer la agenda de los nuevos ganadores porque, hasta ahora, lo que sabemos de ellos es su oposición al matrimonio gobernante detalle que, por sí sólo, entusiasma. Claro que son importantes la distribución entre las provincias de los suculentos ingresos que arroja la Ley del Cheque, las definiciones de política agropecuaria, el presupuesto del año entrante, la regularización del INDEC y las medidas contra la gripe A. O las causas judiciales que súbita y misteriosamente han despertado del largo letargo que las mantenía en una suerte de limbo: no concluían pero tampoco avanzaban. Para estas arduas tareas hemos sentado en el Congreso hombres de probada idoneidad.
Pero también es imprescindible ir más allá. "El imperativo de la hora es aglutinarse” dijera premonitoriamente Adolfo Bioy Casares en el “Diccionario del Argentino Exquisito” y éste que ha vencido es lo qué denominaba el “peronismo fino”. Necesitamos que “el peronismo fino”, porque está encaramado en su partido, enfrente la cuestión sindical y nos diga qué rumbo tomarán los gremios y qué medidas tomarán ellos, los ganadores, frente a esa corporación de tan brutal poder concentrado en lo político y económico, capaz de movilizar o parar el país, literalmente.
Ya es tiempo de que Francisco De Narváez se defina respecto del fondo de esta contienda luego de tantos meses hablando de formas. Ese es el verdadero “modelo” que defendía Néstor Kirchner con uñas y dientes. ¿Se habrá percatado Francisco del silencio de los popes sindicales? ¿Tendrá curiosidad por saber el motivo de tan bajo perfil? ¿Estará sabiendo hacia dónde se encaminarán los próximos pasos de la Central Obrera? Su reciente y equivocado análisis sobre la agotada vigencia de Eduardo Duhalde preocupa porque no es momento de errar diagnósticos. ¿Contemplará que sus planes y los de su principal aliado dependen, en gran medida, de decisiones ajenas?
El desmantelamiento político del PRI vino acompañado del apoyo sindical a la renovación política. Nadie supuso que alcanzaría con el acuerdo legislativo. Por ahora, el kirchnerismo conserva ese as y, así las cosas, nada será muy diferente. El paradigma seguirá estando garantizado. Mientras tanto, la sociedad le dio al peronismo fino el voto de confianza que éste le requirió para liderar el cambio. Ahora le debe la explicación de cómo será el siguiente round. Si es que existe; a menos que se haya tratado, simplemente, del “PJ de hoy, experiencia probada, nueva actitud”.
Maria, lamento disentir: el peronismo finoli solo existe en tu imaginacion. El peronismo es uno solo, peronismo a secas. Que tiene como unica ideologia, casi como unico gen la posibilidad de contener al mismo tiempo a Beveraggi Allende y a Cook, a Lopecito y a Firmenich, a Menem y a Kirchner, a Osinde y a Abal Medina, a Sanchez Sorondo y a Verbitzky,en fin, recuerdo esa antologica escena de "No habra mas penas y olvidos" en que dos militantes se enfrentan y se matan, ambos al grito de Viva Peron!.No pretendas pedirle al colorado la mas minima definicion sobre que hacer con la estructura fascista sindicalista, ni sabe lo que es.
ResponderBorrarNo!!!!!!! Jamás quise dar a entender que "el peronismo fino" de Bioy refería a uno distinto. Obviamente que el peronismo es uno solo. Ese es el drama.
ResponderBorrarJoder María, me pongo de pie y aplaudo, es excelente esta entrada, un poco benigna con las respectivas fuerzas pero bueno, casi perfecto, y en Perú hubiera sido lo mismo con el APRA si es que no lo paraban a tiempo, aclarando que lo que gobierna hoy no es APRA convencional, es algo así como una versión light, tuneada para gustar.
ResponderBorrarMe voy contento como siempre de este blog, tenés una mente muy clara María, te felicito.
Gracias Mximoargento!!!! Pero... cómo cuesta levantar la vista más allá de la coyuntura, no? q si se Fue Massa y viene Alak... mientras el elefante pasa x otro lado.
ResponderBorrarGracias!