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martes, 30 de junio de 2009

La Próxima Interna


¿Queda algo por decir luego del empacho de información tras las elecciones del último domingo? Si, queda ponerle análisis a tanta descripción. Porque mirando los números, cualquiera concluye que el Gobierno perdió; ahora ¿Qué más? ¿Significa que ganaron sus opositores y que ya estamos camino al éxito vaticinado por Eduardo Duhalde?

La encuesta casera indica que el festejo más convocamte fue la derrota de Néstor Kirchner. Muchos conservan grabado su “Perdimos por un puntito” para volver a verlo y regodearse imaginando el esfuerzo que estaría haciendo para reprimir la ira. A decir verdad, luego del daño ininterrumpido que han hecho desde su desembarco en Balcarce 50, les fue demasiado bien. Pero si ellos lo viven de ese modo, tanto mejor; que sufran un poquito aunque más no sea para compensar los años que nos hicieron padecer a nosotros. Ya está. Basta con el pasado; analicemos las opciones futuras, los posibles derroteros que puede encarar la sociedad argentina después de los resultados.
Repasemos los hechos sobresalientes:
1. En capital, ni Pino Solanas entiende lo que le pasó
2. Con excepción del radical, los partidos políticos perdieron peso frente a las caras
3. Los premiados por los votantes fueron De Narváez, Reutemann, Cobos y Solanas, por supuesto
4. Para la rifa del “voto castigo” Kirchner tenía el talonario completo, siguiendo su inveterada costumbre de apostar a todo o nada de modo que, de esos, se llevó hasta el último
Hasta acá, el dato duro. Ahora, el análisis.

La ciudad de Buenos Aires, distrito imprevisible si los hay, pasó en 20 meses, de empujarse para votar a Macri a empujarse para votar a Pino Solanas. ¿Cómo se lee esta curiosidad? ¿Es una reacción contra la gestión actual? ¿Los porteños quisieron siempre un modelo marxista para la ciudad y se equivocaron en 2007 o nunca pasó por sus cabezas tal extremo y se equivocaron ayer? Imposible responder por terceros. Lo cierto es que la extravagancia porteña nos va a costar cara porque, tal como ya lo sugirió la Presidente Kirchner, el “pinismo” va a disentir más con la oposición que con el oficialismo como lo viene haciendo. Así las cosas, la algarabía que produce la nueva composición política de las cámaras debería ser cauta y contemplar la muy probable asociación de ambos sectores. En ese contexto casi anunciado, la variación introducida se torna algo irrelevante.

El retroceso institucional del electorado se manifiesta claramente en el hecho de votar por personas más que por propuestas. Pone personas y remueve personas y tal vez ésta sea la simple explicación del triunfo de Pino Solanas. Casi nadie reparó en sus propuestas y se dejó encantar por el hombre efectivamente portador de un estilo amigable; a menos que lo hayan votado para que dejara de filmar, aunque esa es la opción más remota. El caso Carrió puede ser lo mismo pero al revés; rechazo por la persona y con ella se descartó su visión de la realidad, tan polémica como coherente.

Entre el de verdad y el de Tinelli, De Narváez obtuvo las simpatías que necesitaba. Eso y unos cuantos millones repartidos en publicidad hicieron el resto. Porque, en verdad, salvo su oposición a Kirchner, nadie sabe cómo piensa sobre casi nada.
Algo parecido le pasó a Kirchner. El electorado objetó a la persona mucho más que a sus políticas. Y los ejemplos se amontonan. ¿Acaso Santa Fe votó por el plan de gobierno de Reutemann, o los mendocinos tuvieron presente algo más que el voto “no positivo” de Cobos para convertirlo en la estrella de esta elección?

Quien pasó algo desapercibido fue el destratado Felipe Solá que, como único portador de larga experiencia política, fue el más beneficiado con el acuerdo y el que menos aportó. De un solo golpe se deshizo del kirchnerismo y se aseguró una banca por los próximos 4 años.

Ahora bien; terminaba el domingo cuando empezaron a circular remeras impulsando las candidaturas de Macri y De Narváez a Presidente y a gobernador de la provincia de Buenos Aires respectivamente. Acto seguido, los medios de comunicación empezaron a instalar el debate sobre los “presidenciables” que, según ellos, son Reutemann, Macri y Cobos.

Cobos podrá ser la figura de la UCR. Quedará por verse si con o sin el apoyo de la Coalición Cívica; el tema son los dos restantes. Para empezar, es difícil imaginar una boleta peronista encabezada por un no peronista y ese sería el primer escollo del actual Jefe de Gobierno. Además, Reutemann no ha demostrado tener mucha “onda” con él y a partir de su ajustada victoria en Santa Fe, se le facilitan las posibilidades de ir por más.

Dado que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista, parece poco probable obtener el apoyo de Solá y del punterismo profesional a la candidatura de Macri si Reutemann tiene las mismas intenciones. Ese conflicto será materia de la siguiente interna peronista en la que participaremos todos y a la fuerza, como ya es costumbre.

sábado, 27 de junio de 2009

Las Boletas Truchas


La primera es la boleta oficial. La segunda contiene varias alteraciones hasta de diseño

jueves, 18 de junio de 2009

José I García Hamilton


"Ante una infidelidad, un liberal se divorcia; un conservador se suicida y un populista apedrea la embajada de Estados Unidos"

José I. García Hamilton en una sesión del Congreso, frente a cientos de populistas

miércoles, 17 de junio de 2009

Konfirmado: Mauricio Jefe de Kampaña


Está bien que el carísimo y bocón Jaime Durán Barba ya no merodee el despacho del Jefe de Gobierno para fogonear inconveniencias; ok si la pila de especialistas profesionalmente amateurs que lo rodean viene demostrando un vasto, profundo y acabado desconocimiento de las sutilezas de la comunicación política; está bien que la feroz interna entre dos titanes -Michetti y Rodríguez Larreta- lo tenga absorbido y el casting de asesores para ver qué y cómo hace de acá a 2011 le quite el sueño, pero que a diez días de las elecciones Mauricio Macri pida, extemporáneamente, la reprivatización de Aerolíneas, parece una broma para Tinelli.

“Franta” De Narváez se peleó hasta con Solá en aras de la desperonización (visual) de la lista, lo que le costó un piquete en la puerta misma de sus espaciosas oficinas en Las Cañitas. Una zona tan “cool” de la capital se vio alborotada por la presencia de bonaerenses enojados que fueron a reclamar por las candidaturas prometidas que terminaron misteriosamente en el canasto a la hora de la oficialización de las listas. Tal fue el despiporre que hasta (aunque suene feo es dicho “de onda”) el padrino del acuerdo, Eduardo Duhalde, partió de viaje, fastidiado con la pésima performance que demostró su “pollo” para el crochet político. La camándula es la camándula; ignorarla es ser un ignorante, un traidor o un idiota. Ud elija.

El consejo póstumo de Durán Barba fue lavarle cara a la lista hasta borrar los signos de extremo pejotismo. En realidad, para lo que le han pagado, mucho caso no le hicieron porque de los diez primeros ocho tienen peronismo en su ADN. Es cierto que es difícil reconocer de quiénes se trata; en conclusión, son peronistas pero lo suficientemente desconocidos para no escandalizar, salvo a algunos memoriosos.

Venían zafando con una cintura propia de Freddy Mercury. No se habían definido en casi nada. Sus proclamas eran tan ecuménicas que las podían votar desde Vilma Ripoll hasta Pereyra de Olazabal, de Bin Laden a Bush pasando por Berlusconi, Sarkozy, Chávez y Barack, por supuesto. Redistribución de la riqueza, trabajo, seguridad, felicidad, paz y amor. Conmovedor. Ante cualquier definición exclamaban sin hesitar: “Lo más probable es que quién sabe”. Mientras la población que no come gracias a Planes Trabajar ni a las tarjetas que volantea el Banco Provincia en el conurbano cargadas con monedas para comprar víveres, se pregunta por ejemplo, qué pensará el properonismo sobre la gratuidad de la enseñanza universitaria; sobre los millonarios subsidios a las empresas de transporte; sobre el monopolio sindical; sobre los presos políticos que están pudriéndose en las cárceles sin condena (ni juicio ni justicia) o sobre la coparticipación federal y la estafa del poder central.

Tuvieron la suerte de despertar en el periodismo escasa expectativa intelectual tanto que, en lugar de ponerlos en aprietos con esos temas, los fotografían haciendo pavadas como dando a entender que en esos retratos ridículos los muestran tal cual son, más auténticos que cerebrando sobre el artículo 73 de la Constitución Nacional.

Entonces, obtenido este caldo insulso de pegajosa mediocridad, viene Macri en la recta final y se despacha a favor de la privatización de la estatizada-privatizada-reestatizada Aerolíneas Argentinas en un gesto conmovedor de generosidad hacia su acérrimo adversario: con esa frase le dio de comer de acá al 28. Ahora Néstor y su digna consorte se van a rasgar las vestiduras (lo que, en el fondo, sería lo de menos) ante el “toupé” del niño rico. Conceptos revolucionarios y flamantes del tenor de “la vuelta a los ´90”, “el fantasma del neoliberalismo” y “los personeros del pasado” van a dar vuelta como calesita hasta hacernos vomitar.

Ya no podrán endilgarle el sapo a Durán Barba. Nadie sabe qué dirá Savaglio por estas horas; en su caso, debe estar fuerte ahora que lo tuvieron que ir a buscar tras el despido del ecuatoriano, lo que implica que le perdonaron y han superado definitivamente el desgraciado episodio sobre el supuesto plagio de un spot de PlayStation que don Savaglio habría reciclado y maquillado en 2007 para el PRO.

La cosa es que el mundillo político, aunque también el periodístico y el empresario, se preguntan quién diablos le habrá mandado al Jefe de Gobierno meter semejante bocado de Cardenal en el paladar kirchnerista. Como esta columna sabe de la ingratitud oficial, nos adelantamos a agradecer en su nombre esta nueva e invalorable colaboración prestada por el properonismo al triunfo K.
Pongan los fideos que estamos todos. A esta campaña no le falta nada.


PD Al finalizar el juicio a los asesinos del TTe de Policía Garrido, su viuda dijo “Que Dios los perdone pero que la justicia los castigue”. Cabe la esperanza opuesta en el caso del macrismo.

martes, 9 de junio de 2009

La Siesta Inolvidable


Si algo nos dio Nestor Kirchner en todos estos años, es tiempo y si algo hicimos, todos, fue desperdiciarlo. Arrancó con el 22% de apoyo si se computan a su favor los porotos que le arrimó su mentor, Eduardo Duhalde. Tras un fugaz 70% de imagen positiva, más atribuibles al berretín argentino de comprar a las apuradas cualquier novedad que a una auténtica habilidad personal, tocó un 45% de adscripción popular en las elecciones de 2007, en cabeza de su elegida. Desde entonces, las simpatías hacia él, su señora, incondicionales, aliados, formas, modos y estética kirchneristas vienen mermando, sin prisa y sin pausa.

Mientras tanto, mientras su poder crecía, la oposición que, en promedio redondea el 70% del pueblo argentino, papanateaba.

Cualquier novato podría haberle advertido a Mauricio Macri que el gobierno central iba a tener entre sus prioridades, complicarle la existencia, de modo que no es admisible el triste papel del macrismo puchereando en gira de prensa por los programas de televisión mientras señala con el dedo a los malos que impiden la concreción de sus planes para la Reina del Plata. Kirchner les dio un año de gracia en el que prácticamente, los ignoró. Va a estar bueno Buenos Aires cuando estos chicos crezcan y descubran la dinámica de la política y se le animen; o no, pero dejen de intentar la imposición de reglas propias. La partida es sin flor y sin maldón. Y además, señalar con el dedo no es PRO.
El caso de los damnificados del oficialismo, una especie de divertículos que invariablemente crecen alrededor de cualquier administración peronista, es algo diferente. Algunos empezaron acompañando; en el trayecto, votaron muchas barbaridades en tándem, dieron quórum con una disciplina partidaria digna de mejores causas, silbaron distraídos ante innumerables atropellos a leyes, personas y sectores y un día declararon su independencia del yugo kirchnerista. Entonces salieron a hermanarse con otros “compañeros” adversarios. Pero se enredaron entre quejas, reuniones y, por qué no, algunas peleítas para luego, exhaustos, tomar la misma siesta macrista.

La otra oposición se concentró en su propio ombligo. De partido centenario devinieron en diáspora y en un momento había que poner mucho empeño para encontrar dos que estuvieran de acuerdo. Primero se dividieron, luego se ignoraron por algún tiempo y más tarde, cuando las papas empezaban a oler a quemado, se volvieron a juntar. Mientras tanto, el mundo había seguido girando, está claro.

El campo, primer enemigo elegido por Cristina, creyó ganar la partida cuando torció el brazo matrimonial y logró frenar la implementación de un sistema de impuestos a las claras confiscatorio. Aquello resultó ser una batalla histórica, pero sólo la primera de una larga serie que aún está en el aire. El sector no lo evaluó así y tras el episodio “Resolución 125”, como si fuese el séptimo día, también descansó.

Los empresarios, para no ser menos y responder a históricas conductas corporativas, se peleaban por llegar primeros a besar la mano kirchnerista, lo mismo daba que fuera la de Cristina o la de Néstor. La cosa era besar, aprobar, acompañar, palmear y, por qué no, acordar, arrimar y negociar. Cuando el gobierno fue por el campo, como ellos no eran ganaderos, callaron. Cuando el gobierno fue por los ahorros depositados en los fondos de pensión, como ellos no eran jubilados, callaron. Después de una larga siesta, ahora que vienen por las empresas, recién ahora, quieren protestar.

Tarde reaccionaron los empresarios a la voracidad estatista del gobierno y pretenden poner freno a la ola arrebatadora que recién vislumbran amenazante; tarde los macristas se aprontan tímida e inorgánicamente a repeler la ristra de chicanas de que son objeto; tarde los peronistas no kirchneristas intentan diferenciarse del presidente del partido al que todos pertenecen; tarde los radicales y sus desprendimientos predican a favor del cambio de paradigma mientras colectan lo que dejaron ir no hace mucho; y tarde el campo avanza con la estrategia de treparse a las listas legislativas, en un intento desesperado de evitar que se desdibuje su reclamo. Apurados todos, cada uno en sus variedades, ensayan argumentos para convencer al electorado de la necesidad de bajar a Kirchner del caballo.

Claro. Fracasadas o insuficientes sus gestiones, ahora somos nosotros los que tenemos que salir a cuidar las urnas, a garantizar la limpieza del comicio, a custodiar las boletas y a parar a Kirchner. Y más vale que lo hagamos porque, en países como el nuestro, las clases dirigentes siempre zafan.