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lunes, 16 de octubre de 2006

La Argentina se Prepara para el Desabastecimiento

Después de tres años de tarifas congeladas a precios ridículamente bajos, la Argentina ha consumido sus reservas de casi todo. Basta el ejemplo de la energía para demostrar que este país es un eterno péndulo: la década anterior habíamos alcanzado el autoabastecimiento de gas y petróleo mientras que hoy estamos importando ambos. Hasta los pronósticos más optimistas consideran inevitable una crisis energética que se viene anunciando hace meses y que se haría efectiva entre fines de este año y principios del próximo.

La encrucijada empresaria actual se concentra en definir qué empresa está dispuesta a seguir subsidiando la tarifa impuesta por el gobierno argentino, para que la población consuma el petróleo más barato del planeta: 0,60 centavos de dólar el litro. Esto significa trabajar a pérdida y descartar las inversiones para exploración, actividad sin la cual el conflicto del desabastecimiento no puede sino agravarse.

Otra curiosidad: granos y carne vacuna son sinónimo de exportaciones argentinas tradicionales. En la actualidad, pesan sobre ambos sectores productivos voluminosos impuestos y retenciones que confiscan gran parte del rendimiento y desalientan inversiones. Ante la fluctuación de los precios internacionales, el gobierno argentino reaccionó con una prohibición a las exportaciones ganaderas a fin de abortar cualquier suba de precios en el mercado local; rápidamente logró el efecto deseado, esto es una caída de los precios internos por el aumento de la oferta pero a costa del incumplimiento de los compromisos asumidos por los exportadores en el exterior. Hace casi un año que las asociaciones de productores reclaman la apertura económica y ante la actitud inflexible de las autoridades, han recurrido a diversas expresiones de protesta, con el perjuicio económico que acarrea siempre ese tipo de conflictos.


Por otra parte, las malas cosechas de trigo que registraron este año los principales países productores a nivel mundial está encareciendo el precio. La Argentina también disminuyó los volúmenes históricos de cosecha, en parte alentada por la moda pasajera de reemplazar la siembra de trigo por soja pero, a diferencia del resto del mundo, la administración Kirchner espera neutralizar la suba con más controles de precios. A un año de las elecciones en las que se perfila como candidato a obtener su reelección, el presidente se niega a aceptar una realidad tan poco popular como sería el aumento del pan.

Sin embargo y a pesar de las restricciones y amenazas, los precios continúan en ascenso y la inflación, contenida y maquillada por las autoridades, goza de muy buena salud y sigue su camino ascendente.

Frente a ello, el original secretario de Comercio, que entre sus características personales cuenta con la de circular armado aún en reuniones oficiales, acaba de revivir la tristemente célebre Ley de Abastecimiento que data de 1974 y que contempla una variedad de sanciones que van desde multas, clausuras, arresto para los infractores hasta decomiso de las mercaderías o inhabilitación para el uso y renovación de créditos bancarios a quienes incumplan con los precios convenidos con el gobierno.

Para asegurarse del estricto cumplimiento de sus órdenes el funcionario, a quien apodan el “Sheriff”, dispondrá de un ejército de inspectores que saldrá a la calle en las próximas horas porque la administración Kirchner confía en la intervención estatal para disciplinar al mercado.

Mientras en los despachos oficiales se perfeccionan esos mecanismos, la población hace cola para mantener lleno el tanque de combustible de sus autos y compra provisiones en el intento de escaparle a la experiencia no tan lejana del desabastecimiento, los sobreprecios y el mercado negro.

María Zaldívar

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