miércoles, 15 de diciembre de 2021
Sin halcones en la política argentina
Macri insólito
Cuando se trata de reunirse con Mauricio Macri, Pablo Casado se siente como en casa. Ambos transitan una feroz interna partidaria, paradójicamente, con personajes que ellos mismos inventaron; están en medio de una dura pulseada por sendos liderazgos y esas rencillas internas los tienen atrapados sin poder ver el bosque.
Porque el bosque es la agenda globalista que avanza a paso firme y sin descanso tanto en Europa como en la América hispana. Por eso preocupa que no rechacen con vehemencia las imposiciones de la izquierda. Los problemas internos de sus armados políticos y la imposibilidad de resolverlos evidencian falta de liderazgo. Sus reparos para definirse ideológicamente evidencian tibieza, dos carencias con las que es difícil encarar proyectos de envergadura.
En su reciente visita a la Argentina, el titular del Partido Popular español se ha reunido con el ex presidente Mauricio Macri y con el actual jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta por separado aunque pertenecen a la misma coalición, para no dejar dudas de que el enfrentamiento entre ambos por estas horas es, como decimos los argentinos, “a cara de perro”.
En su breve paso por Argentina, el político español tuvo tiempo para las contradicciones. Se fotografió firmando un documento en el que propone una “alianza por la libertad”, se expresó contra el Grupo de Puebla en un evento organizado en su honor en los salones del Club Español pero en lo concreto, evitó manifestar sus preferencias en el proceso chileno. Curioso, porque la situación de ese país tiende peligrosamente a parecerse a la de España, donde gobierna una alianza entre el socialismo y el comunismo chavista. El candidato de izquierda Gabriel Boric pelea la presidencia de Chile aliado al partido comunista frente a José Antonio Kast, un conservador de derechas. A la pregunta de si festejaría su eventual triunfo, ensayó un tibio “Ahora estamos aquí festejando en la Argentina el futuro triunfo del PRO”; tan políticamente correcto que empalaga. Su socio argentino estuvo aún peor ya que, frente al mismo micrófono, respondió “Voy a festejar lo que a los chilenos los ponga contentos”. Es decir que, de consagrarse un régimen marxista-friendly en el país vecino, Mauricio Macri festejaría. Impresionante.
Ninguno de quienes se retrataron escribiendo contra las izquierdas que asolan nuestras regiones quiso o se animó a definirse a favor del candidato que, sin remilgos, propone un decidido rechazo a los lobbies de la agenda globalista; en suma, un monumento a la tibieza. No se puede encontrar mejores exponentes de la “derechita cobarde” que estos agentes del cualquierismo ideológico.
Pablo Casado viajó a la Argentina a proponer una alianza por la libertad. Loable, pero esa gesta ya está en marcha desde el 26 de octubre de 2020, fecha en que nació la Carta de Madrid, un esfuerzo de la Fundación Disenso que, con el liderazgo político del diputado español Santiago Abascal, constituyó una explícita denuncia de las organizaciones de izquierda en Iberoamérica considerándolas una amenaza para la democracia liberal y frente a las que propone una decidida resistencia. Desde entonces, la iniciativa ha cosechado numerosos apoyos internacionales, de México a Chile o Argentina, políticos, intelectuales y personalidades de todos los ámbitos se fueron sumando al compromiso de frenar el embate empobrecedor y esclavizante de la izquierda.
Pero la resistencia se practica en la incomodidad del llano, en el barro, en la calle no en los cocktails de las ongs y frente a las cámaras; se pelea en la perseverancia, con las herramientas que haya, en la convicción de que se no se eligen las alternativas sino entre las alternativas y que si se declama la defensa de la libertad, esencialmente, hay que ser valiente.
Ni la Iberosfera ni España se sacudirán el yugo de las izquierdas que se les han infiltrado en las entrañas con personajes tibios. Tampoco podrán solos, por eso la propuesta del Foro de Madrid es inspiradora, porque entiende que la dimensión del peligro excede las mezquindades partidarias. La invitación a luchar por nuestra libertad sigue abierta. Una vez más, vale aquella frase con la que Abascal cerró su intervención a propósito del vertiginoso crecimiento de Vox en las urnas: porque esta batalla no es para cualquiera, para los dispuestos a sumarse, “Bienvenidos a la resistencia”.
lunes, 8 de febrero de 2021
Imprevisión y Juntos por el Cambio
(Nota publicada en Infobae el viernes 5/1/21)
Los economistas se han puesto de moda y hoy llenan páginas de publicaciones y minutos de televisión hablando del PBI, de la emisión monetaria y del déficit primario (temas importantísimos todos) pero ninguno alude a los otros déficits que pesan sobre los argentinos y que también son actores protagónicos de la postración argentina. La imprevisión es uno de ellos y, en gran proporción, el que nos trajo hasta la situación dramática en la que nos encontramos.
En una descripción del cuadro de situación actual, sería redundante mencionar la pésima performance de la Argentina en materia sanitaria en cuanto a su desempeño frente al tema de la pandemia, desastre solo equiparable a la que estamos teniendo en la provisión de vacunas y el operativo de vacunación. Además, la gestión Fernández-Fernández (la denominamos así para obviar la estéril tarea de definir el porcentaje de cuánta responsabilidad de gestión le cabe a cada uno) lleva un año sin resolver los gigantescos problemas económicos que arrastra el país y que se resumen en un concepto: la escasez, esto es la falta de casi todo en infinidad de planos. Hay millones de personas cuyas necesidades oscilan entre comida, agua, cloacas, trabajo, vivienda, salud, educación y/o seguridad.
Muchos se espantan comprobando el hacinamiento y la marginalidad que se vive en varias provincias argentinas pero se acostumbraron a los señores feudales que las gobiernan desde hace décadas. Las diferentes administraciones nacionales convivieron con ellos, negociaron con ellos, repartieron cuotas de poder y de negocios con ellos mientras los medios de comunicación los retrataron inaugurando faraónicas obras públicas o, al menos, cortando cintas, transmitieron carreras desde autódromos dignos de países ricos anclados en provincias sin cloacas, con casinos más propios de Las Vegas que de distritos con 80% de empleados públicos y 50% de indigentes.
Vaya una mención especial al otro germen de este entramado siniestro: los empresarios de la construcción, que hicieron y hacen posible la farsa y el robo.
La imprevisión, un rudimento que parece abstracto y lejano, ha jugado un papel clave en el desarrollo de la vida política nacional y vuelve a jugarlo en este año electoral. Los argentinos padecemos de seria imprevisión frente a las consecuencias que inevitablemente tienen los actos; sin embargo, no hacemos esa conexión y luego no nos privamos de sorprendemos por los efectos y nos preguntamos qué ha fallado.
Descartando mala fe, con escaso rigor analítico se pretendió instalar que el Cambiemos es “kirchnerismo de buenos modales”. Ser superficial es una carencia del intelecto; una incapacidad del juicio, una torpeza del conocimiento; es la imposibilidad de reconocer matices, es ver la vida en blanco y negro y es, también, una forma más sencilla de vivir: lo que no es A, es B y listo.
Según el científico Lair Ribeiro, la inteligencia es la capacidad de hacer distinciones; y sí; distinguir matices abre el abanico del pensamiento, lo hace más complejo y demuestra que los parecidos son, en todo caso, eso; parecidos.
El exitoso joint-venture electoral conformado por el macrismo y los radicales que en la gestión resultó un fiasco (evento probado por los hechos), puede haber votado leyes y acompañado decisiones ejecutivas espantosas (realidad también demostrada empíricamente) pero aún eso no lo hace esencialmente lo mismo que el kirchnerismo. “Esencia”, noción asociada a la filosofía y el derecho natural que escapa a la comprensión y el conocimiento de algunas disciplinas pero imprescindible si se pretende entender y conducir al hombre y, por extensión, a la sociedad.
Para quien tenga la capacidad de analizar minuciosamente y con objetividad, ni el peronismo de las últimas décadas llega a ser lo mismo que los K. Entonces, quienes repiten esa fórmula y tienen la capacidad de influir sobre el público, están arrastrando a una equivocación masiva y están pecando de una gran imprevisión.
Porque, aceptados los adefesios llevados adelante por la actual oposición, cabe listar aquello de lo que no fueron capaces y, por tanto, lo que los diferencia del oficialismo.
Cambiemos no es lo mismo que Cristina y Alberto por muchas razones, no solo por su estética ni sus modales, que tampoco son temas menores; no solo porque no hizo abuso de la cadena nacional (o sea de un método de imposición de su relato político que implica la certeza de que el otro debe escucharnos y de que el estado puede usar la fuerza contra el ciudadano bajo cualquier circunstancia, en un sentido claramente autoritario del ejercicio del poder); Cambiemos no es kirchnerismo de buenos modales porque, a pesar de su espantoso desempeño en materia económica y de los posibles favores que habrían recibido algunos amigos a lo largo de la gestión, nadie ha probado que fueran una asociación ilícita; nadie los filmó contando fajos de dinero, pidiendo favores ni revoleando bolsos llenos de moneda extranjera.
Cambiemos no es kirchnerismo de buenos modales porque no es genéticamente destructivo, no responde filosóficamente a la acción política del enfrentamiento permanente enancado en la noción de amigo-enemigo y a la consecuente estrategia de aniquilamiento del adversario; porque no firmó acuerdos con estados considerados terroristas; porque no persigue jueces ni acusa sin pruebas. Y porque ninguno de sus funcionarios estuvo involucrado o sospechado del asesinato de ningún miembro del ministerio público ni de persona alguna. Por estas cosas, entre otras, Cambiemos no es simple, ligeramente “kirchnerismo de buenos modales”.
Cambiemos es un engendro pseudo-político sin identidad ideológica, timorato, hartantemente tibio, que supo capitalizar y desperdiciar en tiempo record las ganas de cambio del electorado. Es “buenismo” tonto que no distingue entre negociar, ceder y entregar, que detesta la competencia, sobre todo de neuronas, y por eso va eligiendo colaboradores en escala de expertiz descendente. ¿Podrá cambiar? ¿Podrá reconocer que el método que los llevó a la cima del poder fue también el que lo destronó? ¿Podrá animarse a elegir otras políticas y otras personas y entender que la decadencia argentina está atada al sistema político que heredaron, usaron, engordaron pero no ayudaron a cambiar? ¿Podrá reconocer errores? No se sabe. Habrá que mirar lo que hace porque lo que dice suele sonar bien pero ya sabemos que nunca alcanza.
La supervivencia del peronismo responde a su capacidad de incorporación de distintas corrientes de pensamiento, lo que le falta a Juntos por el Cambio. Creció como una fuerza filo social-demócrata más radicalismo y ahí se estancó. Aceptó peronismo vergonzante y liberalismo no explícito en dosis homeopáticas pero sigue expulsando gente. Lo hizo con Massa en su momento y ahora lo hace con los liberales sin entender que el desplazado no se queda inmóvil fuera del tablero sino que sigue incidiendo; dado que continúan en carrera, la pregunta es dónde los prefieren, si al lado o enfrente. Con esta actitud de contumaz ceguera, es legítimo facturarle, también, la diáspora de elementos republicanos que, no teniendo cabida en el armado opositor, buscan participar con opciones propias que, indudablemente, debilitan el espectro rival para alegría del oficialismo.
Paradójicamente, son los primeros en elogiar a líderes como Angela Merkel. ¿Habrán leído que su candidatura surgió de una coalición de partidos? De ser por ellos Churchill hubiese sido repudiado cuando privilegió la derrota de Hitler a costa de ciertas concesiones en materia política.
Eso, en cuanto a la dirigencia. Pero a los ciudadanos también nos queda reflexionar sobre la imprevisión. Todo el espectro no kirchnerista debe reconocer el punto crítico en el que el país se encuentra; muy probablemente un punto de inflexión y acá viene la necesidad de tomar decisiones mirando más allá de la coyuntura.
Si en los próximos meses el voto del no kirchnerismo se dispersa favorece al oficialismo. Y si eso pasa y los Fernández-Fernández obtienen las mayorías parlamentarias que tanto codician, no aleguemos mala suerte. La imprevisión habrá ganado otra importante batalla.
Tras el desgaste de una gestión más que mala, el kirchnerismo podría perder entre 3 y 4 bancas clave en el Senado y recudir su quórum propio a un agónico 37. De las 24 bancas que están en juego, le corresponden 15 y las 9 restantes, a Juntos por el Cambio. ¿No es el momento de fortalecer el bloque opositor? ¿Habrá mejor oportunidad en el futuro particularmente incierto que se presenta para los próximos meses?
Es un deber de Juntos por el Cambio entender la gravedad del cuadro y bloquear sus mezquindades. Porque como en algún momento reunieron el 41% de las preferencias, le cabe el deber de convencer al resto de los opositores a unir fuerzas para enfrentar lo peor de la política argentina; pero para eso es preciso atraerlos, no con cargos para luego neutralizarlos sino con acciones que deriven en auténticos cambios. Y para eso JxC debe correr del centro de las decisiones a aquellos dirigentes que fracasaron estrepitosamente, que en la actualidad hacen reacio, con toda lógica, el voto por esas mismas caras y debe desistir de las políticas que tampoco dieron resultado. Será posible un acuerdo amplio solo sin las caras y las herramientas de la ruina que hicieron posible el retorno del kirchnerismo. Menos estado, menos gasto público, menos amigos y más capacidad técnica, menos populismo, menos “cualquierismo” y más firmeza, más convicciones, más liberalismo político y económico.
Si esa premisa se da la oposición, en ese caso entendida como un solo conjunto, tiene la inmensa responsabilidad de asumir que está en sus manos prever el futuro cercano para evitar lamentos posteriores. No buscar una confluencia amplia sería una imprevisión absoluta, que nos costará las próximas décadas mientras hoy, sumidos en la sesesperanza, los mayores se mueren y los jóvenes se van. Como decía Machado: “Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. Y ahora, ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos. Porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde. Ahora”
miércoles, 30 de diciembre de 2020
Carta a mi hijo ausente
No te expulsaron la guerra, los desastres naturales o el rigor del clima sino una casta dirigente vergonzosa que, a través de varias décadas, hizo de la Argentina primero un lugar sin futuro y ahora un lugar sin presente. Entre políticos irresponsables, empresarios prebendarios y sindicalistas inescrupulosos perfilaron un país de matones, iletrados prepotentes y acomodados; gente de baja estofa que ocupa legal pero ilegítimamente los espacios de conducción hasta hacer inviable ejercer, comerciar y hasta la vida cotidiana misma.
UNA VIDA PLENA
Te criamos en nuestros valores, sobre el pilar de la libertad, eje en la cultura de las tradiciones y respeto por los valores morales, en un marco de responsabilidad personal que supiste incorporar en absoluta armonía con lo que recibías en el colegio. Queríamos para vos una vida plena: que fueras un buen profesional en la disciplina que eligieras pero, por sobre todas las cosas, que te transformaras en un hombre de bien.
Te enseñamos a transitar tu propio camino y a aceptar, como dijera Jean Piaget, que "elegir es perder''. Aprendiste a elegir, a dejar cosas en el camino para no dispersarte en tus objetivos y a equivocarte pero también a incorporarte y seguir. Te mostramos con el ejemplo que los logros propios no te los quita nadie, a encontrar satisfacción en ellos y en cada progreso.
La escuela te dio conocimientos, modelos de vida y te enseñó el incalculable valor de la amistad. Fue el complemento perfecto para hacer de vos el ser humano que sos hoy.
Pero cuando asomaste a la vida adulta comprobaste que la meritocracia y el esfuerzo que te habíamos inculcado no cotizaban en la sociedad en la que te tocaba desarrollarte. Al contrario; los buenos modales y la nobleza de las acciones impactaban en un mundo plagado de corrupción y venalidad, y no encontrabas un lugar desde donde hacer tu aporte en esta porquería inmoral y mediocre en la que se ha transformado el país.
UN BILLETE FALSO
Compartías con tus amigos los mismos principios. En una oportunidad, apenas adolescentes, a uno de ellos le dieron un billete falso; cuando intentó usarlo, en el comercio se lo rechazaron. Ese episodio es una postal que no olvidaré jamás. Volvieron a casa azorados y él comentó "ahora que sé que es falso no lo puedo usar''.
Yo celebro que estés creciendo personal y profesionalmente en otro lado pero, no me engaño, soy consciente del día a día que nos estamos perdiendo en nuestra relación.
La vida. Por eso, aún en esta Argentina desahuciada, intento mostrarte que para mí la lucha por una sociedad mejor continúa. Tal vez si hay frutos no serán para vos, pero sí para los millones de jóvenes valiosos que están atrapados por un sistema perverso que los tiene de rehenes. Por eso te mando fotos desde el Congreso mientras reclamo a los legisladores por el respeto a la vida; por eso me uno a causas internacionales contra el marxismo del Siglo XXI; por eso no claudico. Porque quiero seguir siendo coherente y porque la lucha por causas justas disipan la angustia de tu ausencia. Y porque sé que en un rinconcito, tu alma también sufre.
Hago extensiva esta carta a los miles y miles de padres que comparten este sentimiento que hoy describo.
¡Feliz Año Nuevo, hijo querido! Cuando suenen las 24 campanadas, cuando los fuegos artificiales iluminen el cielo, acá vamos a estar pensando en vos. Te queremos y el orgullo que sentimos por la persona en la que te convertiste le da sentido a cualquier sacrificio.
domingo, 29 de noviembre de 2020
Un “Basta” al Grupo de Puebla
(Nota publicada en "La Gaceta de la Iberosfera", Noviembre '20, Madrid, España)
El decidido giro a la izquierda que ha dado la América Hispana no es una casualidad del destino. Tras la caída del muro de Berlín, el horizonte ideológico y económico de la región debió replantearse. Fue así que nació el Foro de Sao Paulo. Durante los años ´70, el comunismo había desplegado la estrategia del terrorismo para hacerse del poder en la mayoría de los países de esa parte del mundo. La ferocidad del ataque que costó miles de vidas fue rechazada por las sociedades y la guerrilla fue vencida y desalojada. Aparentemente.
Fue entonces cuando los personeros del comunismo internacional, reunidos tras la convocatoria de Lula Da Silva y Fidel Castro, sin modificar el objetivo, diagramaron los pasos a seguir. Las acciones serían sin violencia y disfrazadas de consignas amables. Había que avanzar sobre la educación, los medios de comunicación y la sociedad civil de modo pacífico. Así se fueron calzando, según conviniera, distintos sombreros: bregaron por el ecologismo, la defensa de los bosques y la fauna, los derechos humanos o el indigenismo. Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela), Fernando Lugo (Paraguay), Daniel Ortega (Nicaragua), Michelle Bachelet (Chile), Tabaré Vázquez y “Pepe” Mujica (Uruguay), Rafael Correa (Ecuador), los Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Leonel Fernández (República Dominicana), Juan Manuel Santos (Colombia), José Luis Rodríguez Zapatero (España) y el ex Secretario de la Organización de Estados Americanos, el chileno José Miguel Insulza dieron el presente.
El trabajo de conjunto dio sus frutos: en América Latina, entre su formación en 1990 y 2018, el Foro de Sao Paulo llegó a reunir 68 partidos políticos, 52 organizaciones sociales y movimientos guerrilleros, y gobernaron el 45% de la región estando activos en 22 países del continente, más España.
Sin embargo, de a poco fueron perdiendo protagonismo; las políticas equivocadas, los pésimos resultados y la corrupción de sus administraciones se hicieron evidentes y se produjo un reemplazo de clase dirigente. Recibieron, entonces, un poderoso impulso que los volvería a escena; el salvataje llegó en dos vertientes: la agenda globalista y los fondos de George Soros y algunos mega millonarios de Silicon Valley. Los empleados de la causa se reciclaron en el llamado Grupo de Puebla manteniendo las mismas personas y los mismos objetivos. El gobierno español de Sánchez-Iglesias está representado por Irene Montero, ministro de Igualdad del Gobierno de España, antigua militante del partido comunista, hoy dirigente de “Podemos” y pareja del vicepresidente Pablo Iglesias.
La colonización de los resortes educativos fue clave en el proceso; en la actualidad, los contenidos curriculares tienen un sesgo inocultablemente izquierdista en toda la región, no importa si se trata de gestión pública o privada. A ello se suman el control sobre los medios de comunicación, el debilitamiento y desprestigio de las fuerzas armadas, una prédica con intenciones y márgenes imprecisos sobre las bondades de las nociones de igualdad e inclusión, el reconocimiento de derechos a pueblos originarios de dudosa procedencia, la toma de tierras y la crisis social como condición previa para la revuelta. Esta receta se ha venido aplicando en Latinoamérica y sus frutos están a la vista. Chile es un ejemplo perfecto.
Sin embargo, eso no es todo. La principal cara del marxismo del Siglo XXI merece una mención especial. Se trata del movimiento feminista y su prédica pro aborto y anti familia, impulsora de la perversa ideología de género que pretende negar a los padres la potestad de educar a sus hijos, facultad que les conceden el derecho natural y el derecho positivo. El embate a la familia como política de estado promueve la imposición de contenidos contrariando hasta la Convención Universal de los Derechos del Niño, cuando la escuela debe limitarse a educar conforme a la ciencia y la ideología de género carece del más mínimo rigor científico.
Lo natural es aquello que nos es dado. Es natural, por tanto, que los padres decidan la educación de sus hijos; que el estado adoctrine a los niños es una construcción artificial que invierte ese principio liminar de la convivencia en libertad. La agenda del Foro de Sao Paulo y ahora el Grupo de Puebla atropellan la patria potestad, esto es el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos y bregan por invertir el principio, depositando en el estado el derecho preferente. Autoritarismo en estado puro.
Esta pulseada y la legalización del aborto son las banderas del feminismo del nuevo siglo que lucha, no por igualdad sino por privilegios.
La asunción del presidente boliviano ha servido de excusa para el reencuentro de los líderes del Grupo de Puebla. La foto de Alberto Fernández, presidente de Argentina, junto a un sonriente Pablo Iglesias habla de las coincidencias ideológicas entre ellos y con el régimen venezolano, y de los planes de impulsar políticas comunes y afianzar el rumbo hacia un socialismo autoritario severo.
Frente a ello, la conformación del Foro de Madrid adquiere una enorme trascendencia. Significa la decisión de jóvenes dirigentes y personalidades de toda la América hispana de dar la batalla cultural contra el marxismo del nuevo siglo. El establishment rancio querrá ignorarlos; los medios de comunicación intentarán ocultar sus logros pero sepa el mundo que ha nacido una expresión política que lleva en sus entrañas un ADN indestructible: la llama de la libertad.
sábado, 24 de octubre de 2020
Liberalismo latinoamericano que no fue
Latinoamérica se ha puesto la democracia de sombrero. Queda poco y nada de los procesos políticos virtuosos que vieron la luz hacia finales del siglo XX y que hacían predecir un alejamiento definitivo de la región del autoritarismo y los movimientos de masas.
Sumado a este retroceso, el feminismo, la nueva cara de la izquierda en la lucha ideológica, representa el poderoso enemigo del siglo XXI.
Porque la pretensión del marxismo siempre ha sido suprimir la libertad individual de nuestro estilo de vida. En los años 70, el terrorismo transnacional azotó varios países de América y produjo a su paso muerte, destrucción, inestabilidad política y cuantiosos daños materiales. Ese plan fracasó porque los países atacados hicieron una decidida defensa de sus administraciones y estilos de vida, repeliendo el ataque guerrillero. Perdida esa batalla, la izquierda no abandonó el objetivo. Sin embargo, y comprobado que la vía violenta no era la forma para alcanzar el éxito, optaron por la penetración cultural.
La izquierda, entonces, se disfrazó de ecologista, de defensora de las especies en extinción, de los bosques y de los derechos humanos. Cambiaba de sombrero, pero no de intenciones. Sus causas tuvieron buena prensa, obtuvieron cuantiosos fondos y gran difusión en los medios de comunicación de todo el planeta. Nacieron cientos de organizaciones no gubernamentales que agitaron sus banderas y las sociedades se fueron haciendo permeables a su influencia.
La caída del muro de Berlín alteró, parcialmente, sus planes. Sin el financiamiento que recibían hasta entonces, hubo que pensar rápidamente otras alternativas. Así fue que nació el Foro de São Paulo que, con la receta del gradualismo, persiguió lo mismo: una izquierda unida y activa en América Latina que luchara contra el liberalismo.
Fue entonces de este modo que la izquierda llegó a gobernar prácticamente el 50 % de la región y a reunir a sus principales líderes políticos. Lugo en Paraguay, Chávez y Maduro en Venezuela; Ortega en Nicaragua, Santos en Colombia, Tabaré Vazquez y Mujica en Uruguay; los Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador, Leonel Fernández en República Dominicana, los Castro en Cuba, Dilma Rousseff y Lula en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Bachelet en Chile y López Obrador en México significan un rotundo triunfo del Foro de São Paulo.
Chile merece un párrafo aparte. Ese país, que durante décadas fue bastión de las políticas correctas y ejemplo de eficiencia para quienes luchamos por la libertad, se dejó secuestrar por movimientos radicalizados que están aniquilando los cambios estructurales llevados a cabo durante las últimas tres décadas. El comunismo internacional lo ha tomado de estandarte para mostrar las falencias de la libertad y hoy se encuentra transitando un peligroso camino de deterioro y retroceso. Alumno dilecto del Foro de São Paulo, su receta indica que es preciso generar crisis internas disfrazadas de reclamos populares para avanzar en la transformación que pretenden. Y en eso están.
La histórica derrota del PRI en México, una reacción superadora en varios países del continente, Colombia y su exitosa lucha contra el narcoterrorismo de la mano del presidente Uribe, así como Argentina votando contra el peronismo o Perú alejándose de sus errores reiterados, en perspectiva, demuestran que se trató solo de hechos aislados que no alcanzaron a torcer el rumbo ni pusieron en peligro los planes de la izquierda.
Ya en proceso los pasos que indicaba la agenda de Lula y sus compañeros de ruta, en el nuevo siglo, la izquierda se calzó el sombrero del feminismo y el aborto, con el agregado, nada menor, de que impulsan cambios radicales e intentan imponerlos desde el Estado. Para todas sus exigencias reclaman una ley, es decir, la intención es legalizar sus aspiraciones.
Así se idea la lucha por estos días: en el aborto no punible pagado por el Estado; la educación de nuestros niños a expensas del burócrata de turno (delegada en la currícula oficial relegando la participación de los padres, principales agentes de educación); al papel de mero espectador; las leyes de cupo que implican la incorporación compulsiva de minorías en el Congreso; las oficinas públicas; los directorios de empresas (que se traduce en un claro avance del Estado sobre la propiedad privada); la toma de tierras y el abandono de la función de garantizar la seguridad pública.
El liberalismo debe plantearse de una vez, con mucha seriedad y sin excusas, qué le ha pasado. Las ideas de la libertad son las que han sacado a millones de seres humanos de la pobreza extrema, ha reconocido la dignidad humana como ningún otro régimen, hace posible el florecimiento de la creatividad, del esfuerzo personal y la creación de riqueza. Sin embargo, la región hoy está sumida en un embate feroz del autoritarismo populista.
Es imperioso impulsar nuevas estrategias que seduzcan a los electorados latinoamericanos para que abracen el proyecto liberal, para que cada individuo reconozca en esas políticas la salida a la postración económica y a la dependencia política. Tenemos que trabajar para convencer a nuestros pueblos de que la opción superadora es la libertad.