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domingo, 17 de noviembre de 2013

Vuelve Cristina. ¿Vuelve Cristina?


Desojando la margarita desde hace algunas semanas respecto de a dónde nos llevan y quiénes, los argentinos presenciamos atónitos la bestialidad kirchnerista. Ellos no avanzan, atropellan. No toman, agarran. Devastan y nos tienen de rehenes. Hace más de un mes que la presidente desapareció del mapa y desde entonces nada serio nos informan sobre su estado de salud y sus planes futuros. 

 Entre mansos y cobardes pasamos los días especulando sobre el retorno del fantasma más famoso de la actualidad. Si hasta ahora nada se hacía sin el estricto control y decisión de "la señora presidenta" que participaba de cada detalle, ¿cómo hizo un equipo desacostumbrado a repartirse tareas, responsabilidades y decisiones para enganchar tan rápido semejante cambio de vida? 

Si, efectivamente lo logró ¿podrá volver una Cristina "todóloga" o ha quedado demostrado que podemos funcionar sin aquel modo de liderazgo? Una vez que sus esbirros se asomaron a la ventana y miraron ¿se avendrán a cerrarla y volver a jugar a oscuras como antes?

 Hoy la pregunta del millón pareciera ser qué tanta Cristina vuelve y tal vez resolver ese acertijo no sea la clave de los tiempos que vienen porque sea cual sea su estado de salud, políticamente hablando vuelve el pato rengo, el mismo que se ausentó antes de la segura derrota de octubre. Vuelve una mandataria sin poder de apriete, desgastada y en retirada.

 Porque a la gente común sus inconvenientes de salud podrán generarle empatía y, con ella, algunos puntos más de adhesión a su persona, pero los muchachos de los que depende su supervivencia política son bastante menos sensibles que el público.

Históricamente aquellos "barones del conurbano" que supo denostar Néstor al principio de su gestión pero que a la hora de los votos terminaron siendo el sostén del matrimonio, tienen una "performance" de considerable éxito: ninguno apuesta a perdedor. Entonces la pregunta del desvelo no debería pasar por cómo y cuánta Cristina vuelve; ni siquiera si efectivamente vuelve porque esos detalles devienen irrelevantes a la vista de los últimos 40 días.

Lo que importa ahora es quién y a dónde nos están llevando. La interna K parece estar ganándola, un destino nacional inexorable, los peores. En este punto el lector podrá balbucear que entre los kirchneristas no hay mejores y puede que tenga razón, pero sin duda hay peores y son los que vienen imponiendo el rumbo. ¿Cuál es el rumbo?

Es una Corte Suprema "operable" y es la reforma más extrema al Código Civil. Ambas circunstancias coinciden en la lesión del último gran principio a la libertad: el derecho de propiedad. Cuando la Corte Suprema ignora los derechos adquiridos en su acordada sobre la Ley de Medios, como el Código Civil cuando introduce el gelatinoso concepto de la utilidad social de la propiedad establecen para el país otro paradigma de aquí en adelante. Y ambos logros son imputables al ala más K de los K, los furiosos, los extremos, los fanáticos.

 En los '50 el líder de todos ellos decía "al enemigo, ni justicia" y lo aplicó en la persecución de los adversarios hasta su derrocamiento; luego lo aplicaron sus seguidores en la guerra revolucionaria en la que nos embarcaron en los '70 hasta que fueron vencidos y lo aplican hoy, que volvieron.

Este proyecto autoritario sin fin debería quitarnos el sueño, mucho más que si Cristina va o no a volver al estrado a inaugurar galpones, agitar su dedo vacío de poder haciendo gala de ser presa de un modelo ajeno a sí misma que, como un tsunami, se viene anunciando desde hace rato.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Mejores que Canadá. Parecidos a USA

Una nota publicada hoy, sábado 2 de noviembre, por la redacción del diario Perfil marca el paralelo entre lo actuado por el Presidente de la Corte Suprema de Justicia argentina en el tema de la ley de medios y la de su par norteamericano respecto de la controvertida reforma al sistema de salud que impulsara Barak Obama. El argumento es endeble. Sostiene que, en ambos casos, hubo presiones de variado calibre. Como todo ese mar de líneas escritas y comentarios diseminados por radio y tv son incomprobables,lo único cierto es el burdo intento de instalar que nos pasan las mismas cosas que en ese país que el mundo envidia, admira y detesta en iguales proporciones.

No menciona la nota que los Estados Unidos estén atravesando un período de populismo inédito en su historia, de tal magnitud que provocó en la presidente Kirchner la asociación de Obama con el mismísimo Juan Perón, ni menciona tampoco la elección personal que hizo el presidente Obama de algunos de los miembros de la actual Corte Suprema americana inspirado, no en los valores que hicieron de ese país lo que es, sino en dudosas teorías sobre la representación de las minorías, como si la justicia tuviera que distinguir colores, ritos o procedencias. Estados Unidos pasa por estos años quizá el período menos parecido a sí mismo, alejado de los principios de los padres fundadores y de los millones de anónimos que los han convertido en un referente de la libertad. No se explica, entonces, el espíritu del artículo. "El juez de los Estados Unidos que sirvió como modelo a Lorenzetti" ¿Será un intento de conformar al lector, sugiriendo que estas cosas le pasan hasta a los americanos? ¿O que las presiones son una realidad de la política en todos los países del mundo?

Nadie es tan inocente como para no saberlo pero el punto para la reflexión no es ese. La preocupación en la que el periodismo argentino debería poner el acento es en la imperiosa necesidad de una justicia independiente del poder político, única garantía para el ciudadano de a pie. Señalar que "en Estados Unidos también pasa" ¿de qué nos sirve a los ciudadanos? Le sirve, y mucho, a la corporación política y al propio Lorenzetti al suavizar los motivos de una decisión aberrante. Porque, si bien el famoso "Medicare" es un engendro que deberán enderezar las administraciones venideras, en Estados Unidos no han atacado todavía el corazón de la libertad. No están en juego el derecho a decir y el derecho a saber, como en el caso argentino tras este fallo de la Corte. Así pretenda la nota compararnos con Estados Unidos para tranquilizar a algún lector distraido y exculpar quien sabe a quién, esto que nos pasa es infinitamente más serio y, a diferencia de la modificación que introdujo una ley de sistema de salud injusta y económicamente insostenible en el país del norte, en la Argentina se trata de la libertad.

Estados Unidos está siendo avanzado por valores opuestos a los que inspiraron a sus fundadores. Es irónico que reciban hordas de gente que abandonan sus países porque los sistemas que en ellos imperan los expulsan y luego presionen para replicarlos. Los modelos se copian porque son prototipos, ideales, ejemplos, paradigmas. El que, según Perfil, sirvió de "modelo" a Lorenzetti no lo es.

En todo caso y si así fuera, se trataría en ambos casos de rasgos de democracias en descomposición en las que el presidente tiene la desvergüenza de presionar a la justicia, la justicia tiene la inmoralidad de tolerarlo y la ciudadanía, la cobardía de permitirlo. Puede ser que hoy nos pasen las mismas cosas que a los Estados Unidos de Barak Obama y, si así fuera, eso no nos debería tranquilizar, ni mucho menos.