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domingo, 30 de junio de 2013

Voto estratégico o más de lo mismo

La reciente conformación de listas de candidatos de cara a las internas partidarias es la expresión misma de la decadencia. “Rejunte” describió acertadamente Cristina Kirchner aunque se quedó corta al excluir de tan ajustada definición al Frente para la Victoria,  pues hoy avala a varios de los “barones del conurbano” que su marido y ella denostaron hasta no hace mucho y de los que huiría el mismo Al Capone. Cristina prohíja indecencia, corrupción, nepotismo y arbitrariedad a manos llenas. 
Pero no debiera entretenernos más ésta, la peor versión del peronismo (como una pesadilla, la última siempre es la peor hasta que llega la siguiente) . Hace décadas que hasta Borges nos avisó que no tienen arreglo. Pasado el tiempo, el espanto no son los peronistas solos sino el resto que, por acción, omisión y a veces ambas a la vez, acompañan el proceso. El grueso lote de impresentables que nos ofrece la clase política debería darle vergüenza a los partidos que los proponen e indignación a nosotros porque todos esos candidatos vienen participando hace décadas. ¿Por qué habría que suponer que van a servir de ahora en más si fueron inútiles siempre, y responsables de habernos traído hasta acá? Massa, Moyano, Terragno, Bergman, Bullrich, Gil Lavedra, de Mendiguren, Stolbizer, Daer, Solá, Michetti, Donda son elenco estable de la calesita política argentina. Un verdadero papelón. Buenos para nada excepto para sus propios intereses, bien mezquinos por cierto.                                                                                                                                                       Los “banca” el sistema porque pertenecen a la corporación política y garantizan la continuidad del mecanismo. Por eso se eligen entre ellos. Se pasan la sortija. No quieren gente de afuera. No quieren volver a la república; no quieren reemplazar este sistema por instituciones sólidas; apenas quieren reemplazar a los K. No rechazan la corrupción; maldicen que la ejerza otro. Hemos pivoteado décadas enteras entre la impotencia radical y la barbarie peronista pero el denominador común fue siempre el mismo: llegar para beneficio propio. Mientras el poder sea sinónimo de privilegios, los que accedan cuidarán muy bien los desembarcos.
 
Para peor, el poder económico está lejos de desnudar la omertá; los empresarios son partícipes necesarios del saqueo económico y moral del país. Cada vez que elogian, apañan y cierran negocios con este estado alimentan y fortalecen el círculo vicioso. 
La gente que salió a la calle de a miles en los últimos meses, consciente o inconscientemente, intuye que no vendrán por ahí las soluciones. Los hechos nos encuentran frente a una realidad que la ciudadanía rechazó durante años: estamos solos frente a ese poder, porque como la política está dedicada a fagocitarse todo, los demás sectores se abocan a la perentoria tarea de sobrevivir. La justicia, poder no menos corporativo que los otros dos, lucha como sapo panza arriba para que el empujón K no los deje en paños menores; los empresarios tienen los brazos acalambrados de aplaudir lo que sea, barbaridades incluidas; las hilachas de Fuerzas Armadas que quedan deabulan con el uniforme de fajina gastado de tanto arrodillarse; los medios de comunicación, divididos entre oficialistas (muchísimos pero sin poder de fuego por la berretada de su propuesta) y los privados, a su vez subdivididos entre chupamedias o enemigos aunque ambos tratando también de hacer equilibrio sobre una cada día más delgada línea. Tendrían que entrenar en Cirque du Soleil para garantizar independencia y, simultáneamente, soportar la persecución de la Afip; y la oposición que, además de ser un bochorno de flojita, genera más candidatos que ideas con lo cual nos asegura ocupar los cargos públicos, eso sí, pero no la defensa de la república. Los opositores fortifican el sistema y en ese aspecto, son tan adversarios para la ciudadanía como el oficialismo. 
La candidata a senadora por el PRO aburre hablando de “democracia” pero omite mencionar la “república”. Es que también a ellos les complicaría ser republicanos en cambio que votemos no le molesta a nadie. ¿O será que no tienen muy clara la diferencia? Son tan jóvenes y tan cándidamente apolíticos estos chicos que por ahí confunden los conceptos. O tal vez sea una estrategia impulsada por Durán Barba: "de eso no se habla"; con la moda del marketing político nunca se sabe cuánto hay de espontáneo en las palabras ni en los silencios. Los proístas dicen tan poco fuera de los clichés que imponen las críticas al oficialismo que arrastraremos la duda mucho más allá de su extinción política, que se vislumbra cercana.
Mal que nos pese a los liberales, la única fuerza votable es la construcción de centro izquierda que lideran Carrió y Solanas. Son decentes, son constantes, son previsibles y respondieron al clamor de la gente. El público pedía a la oposición juntarse. Bueno, acá están; juntos. Porque lo difícil es juntarse entre diferentes, en cambio fíjese cómo los peronistas se juntan en un segundo. ¿Nunca se preguntó por qué? ¡Porque son todos iguales! Y si van divididos en varias listas es simplemente una cuestión estratégica: suman más que todos apilados en una sola. Un votito por acá, otro por allá total después, una mano lava la otra… Usted sabe. Esta película ya la vimos. 
Hemos dejado que el enfermo empeorara y ahora la oferta es ésta y como uno no elige las alternativas sino apenas entre ellas, para Capital la opción es Pino o Filmus. Sin Churchill ni Reagan en ninguna lista, el tercer senador va a ser Pino o va a ser Filmus. ¿No te gusta Pino porque varias veces votó con el oficialismo? Bueno, meté la boleta de Filmus que votó y votará siempre lo que le manden. Hay que reconocer que en el rubro “levanta-mano” es de los mejores. Lo que es justo es justo. Y cuando dijeron que “hay que profundizar el populismo” no mentían. Allá vamos y está claro que el que avisa no traiciona.
 
También parece cierto que Scioli no es el único integrante de la tropa K que Cristina aborrece. A Filmus lo tiene para el cachetazo hace varias elecciones. La gente por la calle, esa que anda comprando harina para hacerse los miñoncitos, pregunta si ya perdió Filmus. Porque el panorama general pinta algo incierto pero si hay una fija, es que el pobre no llega.
En Capital estamos a tiempo de debilitar el poder kirchnerista. Hay que mirar el lado positivo de la tragedia; en provincia de Buenos Aires, en cambio, no hay salida. Están atrapados entre falsas opciones. El oficialismo es peronismo, Massa es peronismo, De Narváez es peronismo y ya a esta altura de la soireé se complica instalar la idea de que el peronismo no es uno solo. ¿O alguien serio puede estar barajando alguna diferencia ventajosa  entre elegir a Pichetto, Moyano, Kunkel, de Mendiguren o Daer? Eso es el tren fantasma, sea cualquiera el personaje que aparezca. Es la interna del PJ, ese engendro perverso que inventaron en 2002 cuando se aparecieron con tres candidatos a presidente. Hay que saber que en la política argentina las cosas, malas sobre todo, vienen para quedarse. Los peronistas arman colectoras desde cualquier espacio. El PRO mismo es un generoso proveedor de más peronistas. Sin ir más lejos y como muestra, el co-equiper de Michetti es uno de ellos. Y en provincia patinaron fiero porque confiaron el “armado” nacional a otro peronista “de raza” (algún día deberemos desentrañar que diablos significa eso y también “un cuadro” político”) 
Emilio Monzó se pasó el año con la camiseta amarilla aparentemente "armando”  para el proyecto nacional de Macri, pero algo pasó y el esfuerzo de su trabajo quedó depositado en manos del ex UCeDé Sergio Massa, yerno del histórico montonero Fernando “Pato” Galmarini, luego funcionario menemista. Pobre Mauricio. Eso es PRO.
Massa llegó para aportar votos a Cristina por derecha y sacárselos a de Narváez que, dicho sea de paso, en su momento desaprovechó el fuerte impacto político conseguido tras derrotar a la dupla Kirchner-Scioli. Un desperdicio que sería interesante analizar, a ver si se trató de una cáscara vacía o de una estrategia colaboracionista. Lo cierto es que los dos años en que el kirchnerismo fue minoría en el Congreso y De Narváez su verdugo, no los capitalizó nadie. 
Tras la proscripción de Carrió en ese territorio clave, el resto de las opciones son menos de lo mismo. Provincia de Buenos Aires, un distrito arreciado por la marginalidad que tan bien fabricó el peronismo gobernándola a lo largo de 25 años, será el lugar de la próxima batalla; entre peronistas, por supuesto con el resto de la ciudadanía mirando, para variar. 
Señor espectador: si vota en Capital, usted puede influir en el curso de los próximos acontecimientos políticos. Puede consagrar de una buena vez una figura auténticamente opositora que tenga la solidez y el coraje para enfrentar a la mafia. Tal vez la ciudad de Buenos Aires esté llamada a sostener a los millones de huérfanos que el peronismo revolea desde el conurbano. No lo haga ni siquiera por caridad. Piense que la supervivencia personal está en juego.