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martes, 25 de mayo de 2010

Me importa un bledo


“Lo tengo! Lo tengo! Ya que suspendimos el recital por lluvia, pasemos los números vivos para mañana lunes y lo embromamos a Macri!” bramaba Aníbal Fernández por el pasillo principal de la quinta de Olivos, camino al gran comedor donde estaban de sobremesa los dueños de casa con funcionarios y algunos afectos. Todos reaccionaron al escuchar los gritos cada vez más cerca.
Randazzo, rápido de reflejos, de un brinco llegó hasta la puerta para ver qué pasaba. En el momento en que Aníbal iba a accionar el picaporte, Florencio le franqueaba el paso abriendo las puertas de par en par, detalle que Aníbal no había evaluado por lo que le fue imposible morigerar el envión y de un solo tranco aterrizó sobre un plato de pastelitos ubicado entre Néstor y Zanini. Casi todos quedaron diseminados sobre el mantelito de hule que Cristina pone sobre el de hilo cuando están en confianza, pero uno salió volando y aterrizó en la falda de Estela Carlotto quien pegó un grito mientras se incorporaba sin entender lo que pasaba.

Absorbida en la charla que mantenía con Luis D´Elía ni había reparado en la presencia del Jefe de Gabinete, quien pedía disculpas a los comensales mientras se sacudía el azúcar que se le había quedado en el bigote.

-“No te hagas drama. Cada uno entra como puede, no como quiere, Anibalito” le dijo, comprensivo, el marido de la presidente

Las mejillas enrojecidas de Aníbal delataban su euforia y a duras penas intentaba manejar el acelere. “Tengo una idea genial, Cristina” le dijo parado frente a ella, pero la señora pareció no inmutarse; se la veía molesta. “Tiraste los pastelitos que hizo mamá” dijo en voz baja mientras se arreglaba el flequillo con una mano y con la otra levantaba las migas del mantel. “Y no alcancé a probarlos” murmuraba.

El silencio se apoderó del instante. Las mejillas de Aníbal pasaron del rojo carmesí al blanco sin escalas. Supo que el horno no estaba para bollos. Miró alrededor buscando un alma caritativa que lo ayudara con el bache pero nadie quiso subirse a ese pony. Aprovechando la fiesta patria los presentes aplicaron el “¿yo? argentino” y bajaron la vista respetuosamente. Cada segundo duró un siglo hasta que el Señor se hizo presente con oportunas bendiciones. C5N transmitía en directo la inundación de Santa Fe y Juan B Justo.

-“Ven que el Tata Dios es peronista?” dijo Pichetto extasiado frente al LCD. Cristina levantó la cabeza, Aníbal respiró y todos se arrimaron a la pantalla. Agustín Rossi descorchaba una sidra y Mariotto intentó juntarlos para que nadie quedara afuera de la foto. “Hay que inmortalizar este momento. Más cerca para que entren todos y digan chis”. Tuvieron que sacar otra porque justo cuando el funcionario disparó Cristina se estaba trayendo las extensiones para adelante y se tapó la cara con su propia mano. La segunda salió joya y el improvisado fotógrafo prometió copias para cada uno.

-“Tenías q ser vos, Mariotto, con una camarita en el bolsillo; obvio, un hombre de los medios” dijo la presidente a modo de aval a la ocurrencia.

Rossi aprovechó la ventaja de su estatura y, una vez seguro de que todos estuvieran servidos, propuso un brindis. Se paró al lado de la pantalla, alzó su copa y dijo solemnemente: “Señores, por la inundación de la ciudad de Buenos Aires!”. A Néstor le arrancó una sonora carcajada un hombre que las cámaras enfocaban intentando cruzar la avenida con los zapatos en la mano y los pantalones arremangados hasta las rodillas. “Para Mauri que lo mira por tevé” entonaba Máximo que se había unido al grupo mientras enrollaba un cartel que decía “Todo Negativo” y lo guardaba debajo del sillón. Los detalles de la tormenta dieron paso a la algarabía y el revoleo de los pastelitos quedó en el olvido para alegría del Jefe de Gabinete.

-“Cristina, pasemos los cantantes de hoy para mañana y le enquilombamos la reapertura del Colón a Macri” insistió y cuando iba a entrar de lleno en el cómo de nuevo tuvo que frenar de golpe.

-“No lo nombres en mi presencia si no me querés poner loca” le dijo Cristina fulminándolo con la mirada pero agregó: “cómo sería la cosa?”

Ahí Aníbal arremetió con el plan. “Mandamos el folklore una hora antes de la prevista por ellos así la gente les llena la 9 de Julio. Los invitados tendrán que dejar el auto en Retiro como muy cerca. Imaginate, con los tacazos que se usan ahora las minas van a tener que llevarse unas zapatillas en la cartera. ¿quién se camina veinte cuadras de largo y stilettos? Encima, la humedad les va a hacer mierda el peinado. Con eso ya los tenés de mal humor. Guillermito Moreno apalabró a los que alquilan equipos de sonido. Vienen todos para este lado; encima suenan más fuerte así que con un poquitito de suerte que tengamos y el viento sople de sur a norte, les tapamos esa música de maricas con el chaqueño Palavecino.” Los colores le habían vuelto a subir y cada vez hablaba más rápido.

-“Vieja! –gritó Néstor desde el otro extremo del salón- vení a ver esto. Llegaron los gomones y Santilli trata de dar explicaciones. Son patéticos pero hagámosles caso, no saquemos la basura hoy, eh?” decía con una sonrisa cómplice y un guiño a Moyano que justo entraba. “Huguito! Sacate la campera y tomate una sidrita que trajo Agustín”.

“Pero esperá que hay más” le decía Fernández a la presidente. “Falta lo mejor: ponemos el canal público a transmitir el festival, por supuesto y desde ahí le taladramos la cabeza al país entero. No pasamos nada del Colón y que se compren un multimedio si quieren cámaras los pituquitos esos. Cómo lo ves?”. Por la sonrisa de Cristina se dio cuenta que iba por buen camino.

Como un boy scout salió raudo a poner en marcha el plan. Estaba exultante. Iban a ver los que ponen palos en la rueda y agravian. Alguien se atrevió a insinuarle que dejar al interior sin rastro del acontecimiento cultural del Colón era cruel, que no todos los que allí estuvieran son quinta generación de criollos, que habría muchos de los que colaboraron en la restauración, bailarines, teloneros, personal de mantenimiento, músicos cuyas familias sólo podrían contemplar un pedacito de sus trabajos a través del canal 7 y que también entre los que fueran al Colón podía haber quienes quisieran disfrutar del recital folklórico pero fue inútil.

Aníbal llevaba la instrucción de la señora presidente. La operación “Me importa un bledo” estaba en marcha. Dedicada, eso sí, a todos y a todas.

domingo, 23 de mayo de 2010

La Argentina es una fiesta


Todo fue armonía.

Seis años antes de cumplirse los doscientos de nuestra independencia los argentinos largamos con los festejos. Ansiosa por exponer al mundo los logros nacionales, en especial los de estos últimos seis años, y honrada porque el destino le haya reservado tamaño orgullo, Cristina Kirchner dio, literalmente, la patada inicial a los eventos en el anochecer del 21 de mayo intentando un poquito de football en el stand de Brasil.

Bailes, comidas típicas, proyecciones, comunidades varias, exposiciones artísticas, de todo estuvo dispuesto para el consumo masivo entre esa noche y el 25. Dios quiso que la filípica de la Corte Suprema sobre el uso indiscriminado de los DNU llegara después de utilizar uno para establecer feriado el lunes 24 y hacer de la fiesta patria un “fin de semana largo” según palabras de la propia Cristina. En realidad, es más coherente con el rumbo en el que nos encuentra el siglo, celebrar los 200 años de la Revolución de Mayo panza arriba que trabajando.

En términos generales, la música atrasó tres o cuatro décadas como para no desentonar con la política. Entre trova cubano-castrista y rock nacional recordamos los argentinos los albores del siglo XIX aunque ambos ritmos no registran ni cincuenta años de historia. ¿Qué más da? La cuestión era cantar, bailar, celebrar, agitar banderitas, festejar y, de tanto en tanto, colgarse del pasado reciente para avivar rencores y conseguir la adhesión del público que, como intérpretes, les es esquiva.

La epidemia equina (no nos faltó nada en el bicentenario trucho) no intimidó a la tropa montada que desfiló frente a la multitud pero se sospecha que debió contagiar a los aviones porque esos nunca aparecieron. No faltaron tres o cuatro destituyentes que lo atribuyeron al pésimo estado de las aeronaves y el temor de que alguna cerrara abruptamente los festejos con una tragedia. Más vale prevenir que curar.

Pero nadie se dio cuenta de la ausencia de los aviones ni de la comandante en jefe de las fuerzas armadas; tanto era el entusiasmo. Cristina había estado el día anterior ordenando por “handy” encender las luces del paseo del Bicentenario ¿Qué pretendían? ¿que se instalara los cinco días al pie del Obelisco? Ganas no le habrán faltado; ella adora el contacto con la gente pero algún rato para ver a Maxi y a Flopi se tiene que dar, no? además de presidente es mujer y a ella todo le ha costado el doble.

Por supuesto que el faltazo fue criticado por los mismos de siempre. ¡Lo que no dijeron! desde grosería a falta de respeto, estuvo íntegra la catarata de agravios (esa frase me suena…). El único registro de ausencia del presidente en el desfile del 25 de mayo data de 1918, cuando Yrigoyen no asistió por estar enfermo. En esta oportunidad, los miserables cuestionaron que Cristina Kirchner haya presenciado junto al amigo Hugo Chávez el desfile militar por los 200 años de Venezuela y se haya comido el nuestro. No la entienden. Cristina es sumamente sensible y tiene la lágrima fácil. Estar en el desfile de las tropas bolivarianas fue meramente protocolar, detalles que ella cuida hasta la exageración, pero ver a su ejército la hubiese conmovido. Un afecto de larga data la une a las instituciones castrenses argentinas y no habrá querido exponer su extrema fragilidad frente a tanto público.

El 25 de mayo la presidente evitó el histórico Tedeum en la Catedral metropolitana y al cardenal Bergoglio. Ya la habían chiflado cuando un funcionario la nombró desde un estrado y prefirió no volver a medir su índice de popularidad en la calle. Artemio insiste con que las simpatías que despierta están en permanente aumento y ella no pone en duda la rigurosidad del chequeo. Suficiente. Lo único que lamentó fue no ser original porque sabe que no suele pasar a la historia la segunda vez de nada y por eso entiende que se va a seguir recordando como lamentable antecedente histórico la ausencia de Perón en la Catedral el 25 de mayo de 1955.

Para coronar un lote de jornadas inolvidables, el 25 vino bondi gratis para todo el mundo, ¿qué le parece? Una idea joya que puso un broche inolvidable a tanto festejo. Un gracioso se subió a los de larga distancia intentando llegar “de arriba” a Mar del Plata pero mientras lo invitaban a descender le aclararon que era exclusivamente para pasajes urbanos. El que no arriesga no gana.

No hubo a mano un Rómulo Naón (ministro de Cultura del Centenario) así que, modestos como Dios nos hizo, nos conformamos con Coscia y Lombardi para ocuparse de la cuestión. Y no agite los cinco dedos en montoncito aullando “¿quiénes?” que se trata de los señores secretarios de Cultura de la Nación y la Ciudad respectivamente. Los nombres y expresiones artísticas que nuestros funcionarios eligieron para recordar la cultura nacional fueron interesantes y curiosos; Pablo Milanés más que Jorge Luis Borges; el “Che” Guevara antes que Favaloro y Puigross por Martínez Zuviría; no hubo recuerdo de los Nobel Saavedra Lamas y Houssay, Leloir o Milstein; los exponentes de la generación del ´80 ni pintaron pero, para ser justos, los olvidos fueron unos cuantos porque tampoco figuraron Horacio Verbitsky ni el malevo Ferreyra. Es difícil cumplir con todos.

Menos mal que el cisma entre gobierno nacional y local sirvió para causas nobles: Mauricio Macri intentó salvar los “pif” kirchneristas desde la modestia de los eventos organizados por la Ciudad de Buenos Aires y así Maradona, Ricky Fort, Valeria Massa, Moria Casán y Mirta Legrand fueron sus invitados a la reinauguración del teatro Colón. Con tanto ilustre, el desaire de Cristina Kirchner pasaría desapercibido y nadie iba a notar su ausencia. Dicen que los íntimos de Macri querían repartir un muñequito de chocolate con la cara de Mauricio junto al programa de la gala pero que Durán Barba y Rozitchner se negaron. En el lenguaje del marketing político no era buena señal que cualquiera se comiera al Jefe de Gobierno.

Esta vez fueron los contreras del PRO los que pusieron el grito en el cielo por privilegiar esa lista fashion y mediática que dejó con la ñata contra el vidrio a Juan José Sebrelli, Natalio Botana y Abel Posse. Es imposible quedar bien con todos. Si lo sabrá el Jefe de Gobierno quien también se perdió el desfile. Unos dicen que estaba terminando con la lista del Colón; otros, que se le pasó la hora mirando por televisión la final de la Champion League. Las dos explicaciones son posibles. Se sabe que Macri es un obsesivo del trabajo y un fana de Milito.

Como en el Centenario también hubo visitas ilustres. No vinieron los descendientes de Jean Jaures o la Infanta Isabel como en aquella oportunidad pero estuvieron Evo Morales, Hugo Chávez y Rafael Correa. Tomá mate.

El espíritu sarcástico de Tato Bores está más vigente que nunca en esta Argentina capturada por el mediopelaje que la conduce. Actual, su expresión resuena como resumen de la berretada oficial lo que demuestra que hay presencias que no necesitan invitación para estar y otras que, aún con ella, nunca serán. “Vermouth con papas fritas … y good show!”

domingo, 16 de mayo de 2010

Retóricos de la Política




“Queremos jueces al servicio de todos y no del poder de turno", dijo Mauricio Macri tras la decisión de Norberto Oyarbide de procesarlo por la causa de las escuchas ilegales y no debe haber nadie en desacuerdo con el jefe de gobierno en ese punto.

Enunciar un deseo es por completo válido. A diferencia de los mayores, los chicos lo hacen todo el tiempo; ellos dicen lo que quieren y con la imaginación como herramienta materializan sus ilusiones ya que no están en condiciones de ser nada de lo que aspiran y mientras tanto se quedan en el deseo, un lugar abstracto en el que todo se puede.

En un desarrollo sano los deseos de la infancia se transforman en objetivos concretos. El individuo muta la propia realidad hasta convertir aquel deseo infantil en logros y revierte las proporciones: ocupa su vida útil en hacer más que en hablar. Esboza menos deseos porque el mero decir se torna insuficiente para el adulto.

Entre los extremos de deseo y realidad, entre la ilusión que inunda de los chicos y el escepticismo que limita de los grandes está el ámbito que le toca construir a cada sociedad, donde el individuo pueda realizarse y cuyas dimensiones las definen. Es el margen para lo factible y el espacio para lo posible. Es ese que la Argentina ha reducido hasta la indecencia.

El jefe de gobierno porteño también reclamó una justicia independiente que "meta presos a los que llegan al poder y roban la plata de la gente". Cierto. Y resaltó que los problemas que enfrenta son "un nuevo ataque ridículo de Néstor Kirchner". Cierto también. Luego agregó "No le tenemos miedo ni a las patotas ni a los aprietes". Es una suerte para ellos porque los ciudadanos de a pie solemos temer al poder mafioso.

Pero el punto de análisis es si dentro del reparto de responsabilidades, al titular del distrito más importante del país, que administra -en porte- el segundo presupuesto a nivel nacional le cabe solamente el papel de cronista de la realidad o le corresponde también como miembro de la clase dirigente de la que es parte, velar por la salud de las instituciones y actuar para devolvérsela en caso de ser necesario. Sin embargo, esa es una deuda que todos esquivan. ¿A quién invoca Macri en su exhortación por una justicia proba?

La política ha sido siempre preparación y oportunidad aunque la Argentina actual alteró ese orden. Con suerte, la preparación viene después de la oportunidad. La clase dirigente nos acostumbró al desfile de funcionarios sin condiciones propias ni habilidades adquiridas quienes, a la hora del conflicto, hacen gala de sus carencias. Prepararse para la conducción es saber qué y cómo y, fundamentalmente, es prever. La mayor diferencia entre las sociedades organizadas y el resto es la elaboración de estrategias a largo plazo y de respuestas frente al imprevisto.

Mauricio Macri quedó librado a su suerte cuando se le terminó la de principiante; pieza clave del mapa político nacional capaz de proyectarse y con buena perspectiva como candidato presidencial, no tuvo la destreza para descifrar en correcta dimensión a su adversario o lo subestimó. En uno u otro caso no previó y ese es un error imputable a su “amateurismo” cuyas consecuencias habrán de salpicarnos a todos. Los porteños, que masivamente votaron para alejar de la gestión a peronistas y radicales, corremos el riesgo de que un acuerdo entre ambos mas la izquierda de Solanas decida el sucesor de Macri en caso de remoción porque el año pasado el PRO privilegió la coyuntura y se llevó a la vice jefa de gobierno para jugarla en la elección parlamentaria. Lo que ganaron entonces puede no alcanzar para pagar el costo de la imprevisión.

Es un crimen haber construido una alternativa con pies de barro frente a la kakistocracia gobernante indecente y autoritaria, inescrupulosa, intelectualmente mediocre y culturalmente miserable, mentirosa y bochornosa.

domingo, 9 de mayo de 2010

Barak Chávez y Hugo Obama



por Ricardo Valenzuela (Presidente de Liberty Americas Foundation -Tucson, Arizona, USA-)

En días recientes hemos sido testigos del producto que genera el nuevo socialismo estilo europeo: Grecia. El país que fuera la cuna de la filosofía base de la civilización occidental, en estos momentos se encuentra sumergido en el caos, la quiebra y anarquía que producen los gobiernos socialistoides del viejo continente herederos de la Revolución Francesa. Gasto, endeudamiento, el gran estado dadivoso fueron los motivos de esta escandalosa quiebra.

Como consecuencia de la muerte del comunismo (por un momento olvidémonos del orate de Chávez y su gavilla de idiotas) el debate es ahora entre quienes abogan por crecimientos económicos agresivos permitiendo a los mercados funcionar libremente, y los nuevos keynesianos luchando por crecimientos controlados supuestamente por miedo al fenómeno que fue el coco de los economistas: la inflación. El gasto del gobierno, emisiones de dinero, fueron las herramientas que ellos utilizaron para provocar la Stagflación.

Sin embargo, las políticas económicas keynesianas regresan al debate público a pesar de que en el campo intelectual han sido desprestigiadas por los economistas clásicos, austríacos, liberales, monetaristas y la misma realidad. En estos momentos el debate se concentra en la siguiente cuestión: ¿pueden las economías crecer demasiado rápido? Las respuestas tradicionales siempre bordan en los siguiente: A) Si, y los bancos centrales deben adoptar políticas restrictivas para prevenir inflación. B) No, las economías como tradicionalmente han crecido, todavía tienen mucho campo para expandirse antes de las presiones inflacionarias. C) Si, pero el reducir la inflación no justifica el precio traducido en desempleo.

Que éste debate haya tomado nuevos bríos con su abanderado debutante, Barak Obama, prueba que muchos segmentos de la sociedad y hombres en posiciones de liderazgo, permanecen siendo esclavos del difunto economista John Maynard Keynes. La premisa fundamental es la noción keynesiana de que los planificadores gubernamentales pueden provocar aumentos en la producción y reducir el desempleo, pero a costa de provocar aumentos en los procesos inflacionarios, o, pueden provocar bajas en la producción reduciendo la inflación pero teniendo como costo un aumento en el desempleo. El letal instrumento que utilizan son sus bancos centrales desde donde Obama ha disparado un trillón de dólares los últimos meses.

Pero tal premisa es totalmente falsa. No hay esa relación entre producción, inflación y desempleo. Lo único que los planificadores del gobierno pueden crear es caos. La producción depende del trabajo, capital, información y, lo más importante, depende de la libertad. El empleo depende de una serie de factores institucionales incluyendo las destructivas políticas intervencionistas de los gobiernos en los mercados de trabajo. La inflación es consecuencia de políticas monetarias irresponsables, y la intervención gubernamental distorsiona las señales del mercado impidiendo la coordinación de la actividad económica. El mundo fue keynesiano desde finales de la segunda guerra mundial, hasta que lo envió a una espiral de inflación con recesión en los años 70s y desestabilizó totalmente el mundo hasta que llevó al poder a la Thacher y a Ronald Reagan.

Entonces, ¿por qué ante el fracaso keynesiano sus políticas continúan siendo parte del debate público? Por una simple y sencilla razón: poder y control. Los miembros del establishment llámese mexicano, americano, chino, ruso o la nacionalidad que gustemos, lo que buscan es el control a través del activismo gubernamental. Hay burócratas que creen en la planificación gubernamental. Ellos no piensan que una sociedad virtuosa resultará cuando sus miembros tengan la libertad de actuar en un ambiente igual; libre. Pero la mayoría de los burócratas del mundo lo saben perfectamente, las políticas keynesianas fallaron en producir prosperidad, pero no han fallado para mantenerlos en control alimentando sus obesos gobiernos.

Para los miembros del establishment mundial, las políticas económicas liberales son como la kryptonita para Superman. No les interesa una sociedad libre, independiente y responsable porque se les terminan sus cotos de poder y las minas de corrupción. Mientras más dependiente sea la sociedad, más se justifican sus intervenciones, los subsidios, los bancos de promoción, las aduanas, las secretarías de gobierno, federales y estatales, las empresas descentralizadas, los programas de ayuda social, las miles y miles de dependencias oficiales que son solamente focos de corrupción.

Hasta en Estados Unidos, cuando la economía empieza a crecer agresivamente, de inmediato se le mete el freno vía aumento de intereses argumentando “ahí viene la inflación.” A los gobiernos, sean republicanos o demócratas, no les interesa que la economía crezca más de lo previsto porque se les acaba la industria de la pobreza. Una tercera parte del presupuesto americano, de casi 4 Trillones de dólares, se destina a “gasto social.” Los políticos americanos jamás van a permitir que esos 1000 billones de dólares ya no tengan aplicación. Jamás van a permitir que toda esa burocracia, que chupa sangre en el proceso de “distribución de la riqueza,” se quede sin modus vivendi. Hay demasiados intereses de por medio.

La economía mexicana no sólo puede crecer al 7% anual como lo admiten los escasos economistas liberales. Puede crecer a un 10% sin problemas inflacionarios. Son los crecimientos que han tenido Hong Kong, Chile, China en estos momentos, y de hecho México los llegó a tener en los 60s. Pero eso es atentar contra el control absoluto de la burocracia que nos ha oprimido durante siglos. La economía mexicana puede crecer a los niveles que experimenta China, pero a los políticos se les acaba la mina de explotación más importante de su retórica, se les acaban los pobres igual que a los curas de la teología de la liberación. No hay duda que en México la industria de la pobreza crea muchos negocios muy rentables.

La clase gubernamental no estará nunca dispuesta a llevar el Keynesianismo a los archivos de la historia porque falló. Las políticas keynesianas se desarrollarán de nuevo—así como el marxismo evolucionó a la “corrección política” y el socialismo en lo que ahora elegantemente le llaman “la tercera vía”—pero no las dejarán morir.

Las causas del poder en los gobiernos expansivos son demasiado importantes para la clase de los perfectos idiotas mundiales sin otro oficio que la política; de ellas depende su sobrevivencia, el palpitar de sus corazones, su vida misma. Entonces, Keynes vive y vivirá hasta que los pueblos hartos de los controles y la opresión se rebelen contra sus verdugos. Cuando se den cuenta del poder de una sociedad civil reclamando su libertad, recién entonces los pueblos se habrán liberado.