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sábado, 31 de octubre de 2009

IDEA


Una observación rápida sobre el reciente coloquio convocado por la tradicional institución IDEA, que reúne lo más granado del empresariado local, llevaría por título la excelente convocatoria que implican los ochocientos asistentes. Claro está que, como no hay en la Argentina ochocientos empresarios, el número sólo indica que la concurrencia incluyó mandos medios, personal de relaciones institucionales y comunicación y más de un enviado por cada compañía.

Sin embargo, un análisis profundo de las implicancias más que el mero relato de los hechos sobre el mismo evento arribaría a una conclusión diferente y casi de sentido contrario, de hacer hincapié en los pocos protagonistas que tuvo la multitudinaria reunión e inclusive las “bajas” respecto de años anteriores. En un país populista como el nuestro con cierta debilidad por las masas, es importante destacar la jerarquía del “quién” sobre el “cuántos” porque, en definitiva, es decididamente más relevante “quién” que “cuántos” en la toma de decisiones. Los que se guían por “cuántos”, por ejemplo, son los mismos que creyeron ver en Kirchner un cadáver político a partir del pasado 28 de junio.

Entonces, al contraste entre el número y la significación personal de los asistentes, se suman las ausencias. Julio Cobos, Elisa Carrió, Mauricio Macri, Jorge Brito y Alfredo Coto, cuyas voces sonaron otros años en aquellas reuniones, son algunos de los déficit de esta vuelta. Tampoco hubo mentes que intentaran reflexiones desligadas de la coyuntura.

Así planteado, el coloquio pareció, por momentos, atrasar alguna década. Las exposiciones de los profesores extranjeros convocados que insistieron con las recetas que el mundo aplica y cuyo resultado es no estar estancados como nosotros, ni la nota de color que significaron las visitas de los ex presidentes Gaviria y Toledo, lograron revertir esa sensación abonada, sobre todo, por el debate central entre Eduardo Duhalde y Rodolfo Terragno.

Varios eran los motivos para desilusionarse; primero que nada, porque ambos tuvieron sus oportunidades a través de los muchos años en que fueron funcionarios y ninguno de los dos tomó un instante para reconocer algún error de sus respectivas y múltiples gestiones.

Terragno comentó el nada innovador planteo del consenso y el diálogo y anunció su intención de solicitar una entrevista con la Presidente Kirchner. Duhalde, por su parte, se dedicó a reivindicar su paso por la Rosada y mencionar hasta el aburrimiento “lo que construimos” a partir del 2002 evitando cualquier referencia a lo que destruyó por entonces y aún antes. Insistió caprichosamente con la concreción de una Moncloa local en la que nadie cree y para la que no existen contexto ni liderazgos y aprovechó, genéticamente chicanero, para mandarle un par de mensajes a Néstor Kirchner utilizando el living de su gentil y desprevenido anfitrión.

Por lejos, la participación del moderador fue lo mejor del encuentro. Pepe Eliaschev, con destreza profesional y justicia histórica, sintetizó con una cita de Tomás Abraham aquel pobre espectáculo: “Yo lo veo a Duhalde, y lo veo a Duhalde”.

La organización del evento es particularmente destacable; sobria eficiencia de la que nos hemos desacostumbrado los argentinos se ocupó de cada detalle, para alivio de tan numerosa asistencia. Y vaya la última reflexión sobre el título del coloquio: “Argentina: un trabajo de todos”. ¿Será tan así? es la pregunta. Daría para pensar que no, en una sociedad donde la clase dirigente es muy poco representativa del sentir general, lo que indicaría que sus decisiones tampoco gozan de la popularidad que reclaman las gestiones “de todos”.

Entonces, el intento de repartir por partes iguales la responsabilidad del aquelarre actual que viene atado a las desastrosas decisiones tomadas en el pasado reciente es por completo impropio viniendo de un concilio político-empresario que reúne la aristocracia de ambas cofradías. Cierto es que las consecuencias de esas definiciones nos sacudieron a todos, pero que intenten decirnos que a Duhalde, de Mendiguren, Kirchner y a la tía Coca ahora les toca una mochila igual de pesada, es como demasiado.

jueves, 29 de octubre de 2009

Maldita Policía Porteña


La experiencia es, ciertamente, de un valor incalculable que sólo en parte se compensa con conocimiento teórico. Pero cuando uno es inexperto e iletrado, es bien probable que el fracaso de la gestión esté asegurado.

La torpeza política de Mauricio Macri de enfrentarse a la Policía Federal (la menos mala de la “maldita policía”) es propia de un completo ignorante de los códigos que rigen la maraña de intangibles enjambres en la enrarecida atmósfera de los poderes cruzados. No saber y no saber que no sabe puede pagarlo con su carrera política.

Cuando el juez que reciba la denuncia que piensa impulsar el Gobierno de la Ciudad contra la policía por la supuesta obstrucción que le imputa la demanda a la implementación de una policía metropolitana, ¿quién cree el Jefe de Gobierno que llevará adelante la instrucción de la causa?

Pero lo que es aún más grave es la consecuencia inmediata y no buscada que produjo el episodio, por la cual Aníbal Fernández y Néstor Kirchner de ser personas creyentes y/o agradecidas, habrían de irse caminando a Luján; por lo menos. Se trata del súbito acercamiento conseguido entre la fuerza y el poder central al que se le suma, por default, el servicio de inteligencia del estado, tres vértices en permanente conflicto que, de un plumazo, limaron asperezas y cerraron filas ante el embate externo.

Curiosamente, los estrategas de la movida son los últimos soldados del “micchetismo” auténtico; de Peña a Montenegro y de Narodovsky a Borrelli pasando por la misma ex vice jefa de gobierno que salió enseguida a indignarse frente a las cámaras, el “micchetismo”, casualmente, padecía por estas horas un proceso de extinción inevitable que los hechos por venir pueden llegar a confirmar. Ellos, con la inestimable colaboración de Pablo Tonelli, el ex diputado nacional por Provincia de Buenos Aires que renunció a la banca para mudarse de distrito y asumir como Procurador General de la Ciudad, han logrado un cisma cuya factura, para variar, quedará a nombre de los castigados moradores de la capital federal.

Sin policía propia y con la federal algo fruncida con la conducción política del distrito, los vecinos se animan a pronosticar que en los meses venideros, no va a estar bueno Buenos Aires.

jueves, 22 de octubre de 2009

¿No será demasiado?


Publicidad de Arba en La Nación.com

martes, 20 de octubre de 2009

El Partido de los Crédulos


Encuestas recientes afirman que el no kirchnerismo representa, en la actualidad, el grupo más voluminoso del espectro político nacional. Parece que siete de cada diez argentinos están desagradados con los K. Sin embargo, desde esta columna nos permitimos disentir con el dato y sostener que hay otra población aún más tupida que el anti-kakismo y que encabeza el ranking de popularidad: el partido de los crédulos.

Porque ¿cómo se le dice sino “crédulos” a los que sueñan hoy con que Eduardo Duhalde (quien manipuló en connivencia con Raúl Alfonsín la caída del presidente De la Rúa) va a salvarnos de lo que él mismo encaramó en la cúspide del poder? Crédulos cuando ni se preguntan por qué Duhalde no es sujeto de los típicos embates K como los sufre cada uno de los que realmente resultan molestos a los planes del gobierno.

Y ¿cómo se le dice sino “crédulos” a quienes padecen y rechazan los perjuicios estructurales del peronismo hace décadas y cuando votan eligen más peronistas creyendo que serán distintos a la filosofía que los alimenta? Crédulos los miles y miles de entusiastas del “peronismo disidente” que se comieron el amague y creyeron que “disidente” pesaba más que “peronismo” y ya empezaron a comprobar que importan más las raíces del engendro que la heterogénea estética de sus frutos.

Y ¿cómo se le dice sino “crédulos” a los que supusieron que los “dos puntitos” que el día de la elección legislativa le comieron la sonrisa a Néstor iban a determinar un cambio de rumbo, de conducta, de maneras y de planes? Crédulos los que se empujaban en la puerta de Balcarce 50 para entrar a debatir con uno de esos esbirros K con característica corbata de brillante acetato la reforma política y sacarse la foto correspondiente mientras el reloj corría a favor del “derrotado”.

Y ¿cómo se le dice sino “crédulos” a los que se entusiasman con la popularidad de Julio Cobos, obviando que la alcanzó traicionando al radicalismo primero y a los Kirchner después? Crédulos de lujo los que no interpretan el uso que ambos damnificados, por distintas vías, están haciendo de su figura; crédulos hasta la ternura los que imaginan larga y fructífera vida política para el traidor en stéreo.

Crédulos, también, los que repiten como loros esa aburrida consigna sobre que “sin el peronismo no se puede gobernar”; falacia que está en boca de muchos, desde el taxista que opina de todo porque escucha radio el día entero, hasta el Jefe de Gobierno porteño que, a diferencia del taxista, casi no opina ni escucha pero adhiere al apotegma maldito. Crédulos porque el peronismo gobierna siempre, sea o no sea del partido el presidente de turno porque su filosofía está metida en todos lados; en las leyes, demagógicas y asistencialistas; en los jueces, dependientes y temerosos del poder político; en el adiposo aparato estatal que ellos engordaron y que nadie puso a dieta. Pero también está en el inconsciente colectivo que identifica derechos inexistentes y los reclama antes de responder por sus obligaciones.

Si los crédulos fueran simplemente optimistas equivocados y nadie padeciera las consecuencias de su mal análisis no serían relevantes. Pero el volumen los hace protagonistas. Que “metan la pata” de a tantos sí tiene trascendencia porque enfrente hay un astuto que capitaliza cada error y si algo tenemos en el panorama actual es un “capitalizador” de fuste o, más bien, de temer.

Duhalde fogonea la destitución de Cristina, lo que sería una salida exquisita para el matrimonio: zafan de conducir este polvorín en los próximos meses y la presidente se erige en una especie de Zelaya (mujer, para mejor) sufriente, débil y con todo el apoyo de los “hermanos” latinoamericanos. Dios nos asista y que no les salga la movida.

Mientras tanto, los piquetes, los asaltos, la delincuencia de gran porte (juego, narcotráfico y lavado de dinero), las tomas de fábricas, empresas, calles, tierras, escuelas y facultades por parte del troskismo y el maoísmo más radicalizado avanza sin prisa ni freno. No falta demasiado para que tengamos que salir a “bancar” a Hugo Moyano para evitar que ese otro sindicalismo expropiador y violento dé el golpe de timón que se está gestando desde hace meses y pase de minoría a conductor formal del movimiento obrero. Esa es la pulseada que asoma y ahí sí los quiero ver.

Entonces, a ver si los crédulos se avivan: ni Duhalde nos va a salvar de nada (ni aunque quisiera); ni Cobos aguanta un round a la maroma que se viene; ni el peronismo disidente va a enfrentar al autoritarismo kirchnerista ahora, después del 10 de diciembre ni nunca porque no puede, no quiere y no sabe. Mientras alguien encuentra para el “cobismo” una definición mejor que “cáscara vacía”, para el “duhaldismo” una más ajustada que “más de lo mismo” y para el “peronismo disidente” una superior a “menos de lo mismo” hay una exclamación abarcadora que, como un himno, representa cabalmente a los pocos individuos que no militan en el partido de los crédulos: ¡Socorro!

martes, 6 de octubre de 2009

"Libertad de Prensa en América Latina"


Debate sobre Populismo y Medios de Comunicación
Miércoles 7 de octubre de 8.45 a 10.30 - Café Tortoni
Av de Mayo 825, Buenos Aires

viernes, 2 de octubre de 2009

El Siguiente Capítulo




Que los Kirchner son perversos no lo pone en duda ni Aníbal Fernández. Ahora bien. La receta puede ser explosiva si a eso se le suma el aporte de algunos “intelectuales de superficie”, noción que acuñó el profesor.piquetero D´Elía en el intento de denostar el rigor académico de José Luis Espert y Jorge Avila mientras su jefe los identificaba como miembros de un complot.

En épocas de plena guerra interna, cuando los terroristas argentinos dispusieron convertir el país en un infierno, engrosaron sus filas con mucha juventud desprevenida a la que cargaron de odio y utilizaron como carga de cañón mientras ellos conservaban su anonimato y sus vidas, maquiavélica estrategia que se prueba con la presencia de guerrilleros sesentones que pululan hoy, casi todos colgados de un cargo público, sanos y salvos. La televisión, por ese entonces, sugería a los padres cuidar de su familia con un slogan que es casi un símbolo de la época: “¿Sabe Usted dónde están sus hijos en este momento?” El mensaje era simple. La guerrilla, sin escrúpulos, no se detenía y mientras mataba, secuestraba y amedrentaba, también reclutaba.
Triste historia la de este país que ni el cambio de siglo le impide sus periódicas involuciones recurrentes. Nuevamente en épocas de guerrilla, iletrada, a diferencia de la de hace cuarenta años, pero igualmente salvaje, cabe preguntarse no por nuestros hijos pero sí por los de ellos. ¿Dónde están los “intelectuales de superficie” de la dictadura kirchnerista? ¿Quién sabe en qué anda Horacio Verbitsky; qué es de la vida del profesor-piquetero o de Juan Manuel Abal Medina, el funcionario de Jefatura de Gabinete?

¿Alguien supone que el silencio del maoísta Carlos Zanini indica inmovilidad? ¿Se sueña con que el desguace del poder judicial que consiguieron Diana Conti y Carlos Kunkel desde el mamarrachoso Consejo de la Magistratura (engendro Alfonsín-menenmista) los tenga satisfechos? ¿O que el abolicionista del derecho Eugenio Zaffaroni y la abortista Carmen Argibay van a detenerse en la destrucción de las instituciones? ¿Eduardo Anguita habrá destilado todo el odio contenido o lo seguirá esparciendo por “la televisión pública”?

La traición esperable de Jenefes, la traición esperable de Roxana Latorre, el silencio sepulcral de De Narváez (el socio de Manzano), el silbido distraído de “Va a estar bueno Buenos Aires” son detalles de color con las que el genio kirchnerista, hay que reconocer su maestría, mantiene entretenida a “la gilada”. Mientras tanto, los cuarenta y tres cortes de calles que hubo en la última semana a caballo del episodio Kraft son la punta del iceberg que parece invisible a la clase dirigente.

¿Dónde está ahora de Mendiguren, mister “pesificación asimétrica” y reciclado pope de la Unión Industrial y dónde estaba cuando la dictadura chavista se robó propiedad privada argentina? ¿Dónde está ahora la dirigencia del campo que con tanto agrado aceptó el apoyo de la ciudadanía ante su justísimo reclamo? ¿Dónde está el poder económico que calla y otorga? Que ellos no estén pensando cuál será la siguiente movida oficial es suicida.

La mayoría de nosotros sabemos dónde están nuestros hijos. Algunos, fuera del país; otros, por irse; muchos, rehenes de este presente a dos colores entre siniestros o tibios. Los de ellos están en cada piquete, en cada corte de calle y de ruta. Están tomando fábricas, destruyendo propiedad privada, violando la ley al amparo del gobierno que, además, los financia.

“Si Obama me autoriza, compro Kraft” bromeó cínicamente Hugo Chávez ayer. No va a ser necesario; como los canales de televisión, los Kirchner la van a obtener a precio vil.

jueves, 1 de octubre de 2009

Es el Peronismo, Estúpido!


Venían en dos ruedas; finalmente volcaron y se les cayó la careta. El vergonzoso tratamiento que está dando el Congreso Nacional al último capricho kirchnerista es peronismo sin filtro: autoritarismo a granel, violación de los procedimientos, grosería en las formas y delito en el fondo para imponer una ley de radiodifusión a la medida de sus intereses. Peronismo puro y duro.


Para quien dude, están los libros de historia y en ellos la persecución que padeció la prensa libre cuando Juan Domingo Perón, una vez aplastada la producción agropecuaria como ahora, siguió con los diarios y emisoras radiales que se resistían a hacer oficialismo.

Hoy el partido de gobierno con su mayoría legislativa cierra abruptamente el debate e impone una ley a todas luces inconstitucional. Violación explícita del federalismo, de las autonomías provinciales, del derecho de propiedad y del Pacto San José de Costa Rica son apenas cuatro “detalles” de la misma barbaridad.

Está claro que los senadores que voten ese proyecto de ley tal como fue pergeñado en Casa de Gobierno, como los diputados que lo hicieron días atrás, están traicionando el mandato recibido y merecerán por ello el juicio de los hombres primero y el de la historia después.

Días de intensa complejidad se avecinan en nuestro país. Quiera Dios que haya, como hubo aún en los peores períodos de persecución peronista, voces que se le atrevan a Kirchner y que resistan este nuevo atropello a la libertad de la que el peronismo es enemigo genético.

Vale recordar en este duro trance nacional a Jorge Luis Borges y repetir con él:

“Siempre el coraje es mejor”