
por Armando Valladares*
Alexander Fyodorovich Kerensky (1881-1970) fue un socialista "moderado" que ocupó el cargo de último Presidente de Rusia antes de la revolución bolchevique de octubre de 1917, habiendo preparado la toma del poder por parte del comunismo con su política de concesiones y, según algunos historiadores, hasta de traiciones.
El espectro de Kerensky parece haber vuelto a América Latina, por donde vaga periódicamente desde que se encarnó en el presidente chileno Eduardo Frei, quien pavimentó el camino al comunismo allendista y pasó por ello a la historia con el merecido apodo de "el Kerensky chileno".
América Central y el Caribe viven una de las situaciones más paradójicas de toda su historia: mientras el "kerenskismo político" trata por todos los medios de doblegar a Honduras anticomunista y empujarla al abismo chavista, el "kerenskismo eclesiástico" tiende sus manos a Cuba comunista para perpetuarla en la ciénaga castrista.
Una importante comisión de eclesiásticos estadounidenses encabezada por el "moderado" cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston, e integrada por monseñor Thomas Wenski, obispo de Orlando, Florida, monseñor Oscar Cantu, obispo de San Antonio, Texas, el padre Andrew Small, encargado del episcopado estadounidense para las relaciones con la Iglesia latinoamericana y caribeña, y el padre Jonathan Gaspar, acaba de hacer una prolongada visita a la isla-cárcel de Cuba, del 17 al 21 de agosto pasado. Desde su llegada a la isla-cárcel, los altos prelados cobraron del presidente Obama la promesa que hiciera de "un nuevo comienzo" en las relaciones de los Estados Unidos con Cuba comunista; añadieron que Obama está siendo "muy lento" en cumplir esa promesa de reconciliación con el régimen y le recomendaron "que no desperdicie la oportunidad" de levantar el llamado "embargo" económico estadounidense.
No en vano el Granma, órgano oficial del PCC cubano, presentó esas noticias de una manera casi eufórica (cf. Granma, Cuba, Agosto 19, 2009). Al mismo tiempo, la Radio Vaticana, citando como fuente al secretario de la Conferencia de Obispos de Cuba, monseñor Juan de Dios Hernández, resaltó el "clima de amistad y cordialidad" que imperó en el encuentro de los altos prelados con Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento comunista, insistiendo en la "gran cordialidad" (
http://www.oecumene.radiovaticana.org/)
Al cardenal O’Malley, quien viaja a Cuba desde hace 20 años, dijo que existe una "mejoría notable", pero hizo silencio sobre la continuación de la persecución psicológica, política y policialesca contra los fieles católicos abandonados por sus Pastores, y contra la población en general (cf. Associated Press, Agosto 18, 2009). Monseñor Wenski, miembro del comité de política internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, pidió explícitamente el levantamiento del "embargo" externo estadounidense, sin decir una palabra sobre la causa del problema cubano, que es el implacable "embargo" interno, que ya pasa de medio siglo, contra la población cubana.
El alto prelado invocó también la "libertad", no precisamente para los fieles católicos y el pueblo esclavizado, sino para el intercambio entre Cuba y los Estados Unidos, un medio con el cual el régimen cuenta para no sucumbir económicamente. Por fin, monseñor Wenski deseó también que "ambas partes", gobierno estadounidense y régimen comunista, lleguen a un entendimiento y conciliación, y concluyó que para ello sería preciso que "escuchen a sus mejores ángeles"
¿Quiénes podrán ser los "ángeles" de los tiranos comunistas de Cuba, a los que ingenuamente monseñor Wenski invoca como mediadores, si consideramos que el Papa Pio XI, en su célebre Encíclica "Divini Redemptoris", calificó el comunismo no solamente como "intrínsecamente perverso", sino como "satánico azote"?De cualquier manera, estamos en presencia de uno de los más lamentables episodios de colaboración comuno-católica, con rostro eclesiokerenskiano, que, del lado estadounidense, se remonta a los viajes a Cuba de los "conservadores" cardenales Law, de Boston y O’Connor, de Nueva York, con sus respectivas entrevistas con el dictador Castro y sus posteriores declaraciones elogiosas con relación a ese tirano. Todo ello forma parte de una sucesión de hechos que fueron narrados cronológicamente y debidamente documentados en un libro editado por exiliados cubanos, y que ahora alcanza su mayor actualidad (cf., "Dos décadas de progresivo acercamiento comuno-católico en la isla-presidio del Caribe", Cubanos Desterrados, Miami-Nueva York, 1990).
El kerenskismo eclesiástico simula ignorar la causa del problema cubano, que es el implacable "embargo interno" del régimen comunista contra toda la población cubana, y de esa manera desvía la atención y las críticas hacia uno de los efectos de la instauración del régimen comunista en la isla-cárcel, el llamado "embargo externo".
Así también, el kerenskismo político finge ignorar la raíz del problema hondureño, las reiteradas acciones inconstitucionales del destituido presidente Zelaya para chavizar Honduras, con elecciones populistas al márgen de la Constitución, las leyes y el sistema electoral, que le permitirían perpetuarse en el poder e imponer el llamado "socialismo del siglo XXI", que no es sino un sucedáneo del moribundo régimen castro-comunista.
El reciente informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA sobre Honduras, que acaba de visitar ese país, es el más reciente ejemplo de una larga sucesión de parcialidades, marcadas por dos indignantes pesos y medidas que hunden en un desprestigo moral mayor aún a la OEA y a los gobiernos de los países que se prestan a esas maniobras. Si los miembros de la CIDH reconocen al destituido presidente Zelaya como el legítimo presidente, eso es una razón más para analizar con honestidad e imparcialidad no solamente las alegadas violaciones de derechos del actual gobierno, sino sobre todo para señalar la causa del problema, que radica en las actitudes inconstitucionales de Zelaya, el verdadero y gran responsable por la encrucijada en la que se encuentra Honduras, así como de similar manera los dictadores Castro son los mayores responsables por la tragedia de Cuba.
El kerenskismo político y el kerenskismo eclesiástico forman en este momento, independientemente de las intenciones de sus protagonistas, los dos dientes de una misma tenaza que se esgrime contra la causa de la libertad en Honduras y Cuba, pero también en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Inclusive, el llamado "eje del mal" solamente ha conseguido avanzar en América Latina por la complacencia y el apoyo a veces implícito, a veces explícito del "eje kerenskista" o "eje de la moderación" de los Obamas, Insulzas, Arias y Lulas.
Que la Providencia ayude y fortalezca a los defensores de la libertad en Honduras, en Cuba y en el resto de las Américas, pero, en este momento crucial, especialmente a los hondureños, dándoles el céntuplo del espíritu que dio a David en su desigual lucha contra Goliat.
Armando Valladares, ex preso político cubano, fue embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra