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viernes, 29 de agosto de 2008

Cristina, sintonice Fox o CNN; por favor



Y verá que así se habla. Con desenvoltura y determinación; garra y definiciones, nada de pomposas e impracticables entelequias sobre inasibles; con gracia y cero pretensiones de saber cuál es el camino de la felicidad ajena, apelando a la humildad de saber, únicamente, de las responsabilidades propias.


Se habla de las obligaciones asumidas el día en que se eligió la carrera política, la lucha por el ejercicio del poder; en positivo, sin gestos afectados, dejando tranquilos a los inversores y a los micrófonos, en ese orden, lo que se consigue enfocando la preocupación en los gravísimos problemas que las administraciones mantienen irresueltos, más que en la caída del flequillo propio.


Se habla rodeado de votantes y de periodistas que, sin los exclusivos corralitos de prensa que los separan y limitan, circulan entre votantes y políticos. Sin cordones de seguridad, sin intermediarios.


Se habla de realidades; del orgullo personal por lo hecho de uno mismo; del orgullo familiar por lo construido en pareja; del orgullo nacional de servir a la patria en la persona de los propios hijos; y hasta del doloroso valor que implica definirse por la guerra en aras de la paz. Se habla de orgullos que no incluyen mención alguna a la tómbola genética que junta cromosomas vaya a saber con qué criterio; porque para ciertos seres la satisfacción de ser deviene de las personas en las que se convirtieron más que en el mix de “X” y de “Y” que los hace hombres o mujeres.


Se habla para los ciudadanos, no para la tapa de los diarios; no se mandan mensajes a terceros y menos si son de mal gusto. No se reta a nadie. Se tiene, en todo caso, la valentía de rechazar las acciones de otros con nombre y apellido y, fundamentalmente, con argumentos.


Se habla con la seguridad sobria de Sarah Palin. Y la convicción que rebalsa de su energía genuina. O tal vez la seguridad tenga relación con la convicción y con la energía. Y todas ellas, con la autenticidad del proyecto y de sus intenciones.
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sábado, 23 de agosto de 2008

Homenaje a Jorge Luis Borges


“…un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura”

24 de agosto de 1899 - 14 de junio de 1986
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jueves, 21 de agosto de 2008

ARGENTINA:
ENTRE EL ERROR Y LA FARSA

Cuando la verborragia de Cristina Kirchner le juega una mala pasada, cosa inquietantemente frecuente, es de buena gente encontrar la parte valiosa que haya en el fallido mensaje. Tal es el caso de sus reiteradas referencias a que la historia se repite “primero como tragedia y luego, como comedia”. Resulta que la cita que tanto le gusta a la presidente argentina y que se la adjudicó apenas a “un señor” es nada menos que de Hegel, el ideólogo de Carlos Marx, calurosamente admirado por ella, según sus propias declaraciones. “El corazón tiene razones que la razón desconoce” dice la sabiduría popular y eso debe pasar entre Cristina y Hegel pues se hace difícil entender por vía de la racionalidad tal admiración por quien detractaba con pertinaz desprecio la participación del sexo femenino en política.

Pero el punto relevante es que Hegel entendía que la segunda vez la historia se presenta como “farsa”, no como “comedia” y está claro que el significado de “farsa” dista mucho del de “comedia”.

Pero en el afán enunciado de rescatar lo que sirva, el presente ejercicio consiste en determinar las farsas a las que se estaría refiriendo la primera mandataria, descartada por supuesto la insanía de suponer que Cristina Kirchner se atribuya el protagonismo en la construcción de una tragedia. Así las cosas, surge evidente que se ve como columna vertebral de la repetición de la historia. Vaya, en formato de “brainstorming”, qué hechos de la actualidad estarían abonando su hipótesis de estar amasando, además del "relato", la farsa:

Farsa 1. Las estadísticas oficiales burdamente alteradas por un funcionario de segunda categoría (intelectual y jerárquicamente hablando) con expresa autorización y respaldo presidencial.

Farsa 2. El aislamiento internacional producto de una política exterior que fluctúa de ausente a equivocada y que nos arroja en brazos del personaje más nefasto de Sudamérica: Hugo Chávez mientras nos enfrenta con aliados históricos y naturales como Uruguay, Brasil o Chile.

Farsa 3. El pavoroso estado de indefensión que impone la administración Kirchner a los habitantes, hoy cercados por el delito en todos los grados posibles, el crimen organizado, el narcoterrorismo y un estado larval de maras tras haber convertido a la Argentina en un país de fronteras laxas, controles laxos, represión de las conductas antisociales laxa, justicia laxa y prevención nula en cualquiera de sus formas.

Farsa 4. El dinero de los contribuyentes que, con más oportunismo que escrúpulos, reparten a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo para alimentar el proselitismo de la izquierda radicalizada cuyos nexos con la guerrilla colombiana y la sedición interna están harto probados.

Farsa 5. La falaz expectativa creada alrededor de la educación elevando a la categoría de ministerio a “Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva” y no producir ni ciencia, ni tecnología ni innovación alguna pero, sí, alcanzar un record histórico de desconocimiento masivo del ministro del área cuyo nombre recuerda el 1% de la población, con suerte.

Farsa 6. El aumento de la deuda pública argentina tras cinco años de gestión KK, del gasto para financiar punterismo político; y el volanteo de prebendas, subsidios y/o exenciones para empresarios amigos.

Farsa 7. La persecución al sector agropecuario en aras de una falsa redistribución de la riqueza cuya única consecuencia es el inevitable empobrecimiento del sector más productivo de la economía nacional, proceso cuyas consecuencias la habrán de sobrevivir: pérdida de mercados internacionales y de volumen de ganado a futuro por faenamientos a destiempo. Bondades de una política para el sector que ha conseguido mantener estancada la producción de animales frente a una población que se multiplicó por cuatro.
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Agotador. Hasta Hegel estaría abrumado de tanta farsa.
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martes, 12 de agosto de 2008



Operativo
Borrón y Cuenta Nueva



Que Sergio Massa saltó de distrito para lavar la cara de la imagen presidencial no lo desconoce nadie. Que lo consiga es otro cantar porque una cosa es la estética y otra la materia prima. Cristina no cambió ni va a cambiar primero porque no puede y porque, además, tampoco tiene intención alguna de hacerlo. Cristina Kirchner es así. Su tozudez no es una pose sino genética pura. Sentarse sobre sus errores es la parte esencial del fracaso de la gestión en curso.

El pobre Massa viene, entonces, a remar contra la corriente y tal vez sea lo difícil del objetivo y hasta su descarnado realismo que lo decidieron por un poco elegante pedido de licencia en los pagos de Tigre. Una cosa es hacer el esfuerzo de ayudar y otra, ahogarse con el suicida, aunque todos apuestan a la buena cintura que evidenció en su corta pero intensa carrera política. Desde su lejana participación en las filas del liberalismo junto a Alvaro Alsogaray, el flamante Jefe de Gabinete mutó chancho por pingüino, cintura que también hizo posible su sobrevida luego de contarse en las filas del duhaldismo auténtico. Pero ahora sí que la cosa se le viene espesando.

En la escalera que lleva a las alturas del Golán, dicen los que la han trepado, que el aire se enrarece. Puede ser el fenómeno que atraviesa hoy la vida de Sergio Massa pues trasladar su estrella a la gestión presidencial no es tarea fácil pero sin las herramientas que él aplicó, puede volverse imposible. Porque además de su natural simpatía y esa perenne sonrisa “Kolinos” (con “K”, como corresponde a los tiempos que se viven) con que deambula, Massa distribuyó, por no decir “volanteó” una generosísima pauta publicitaria que ablandó los corazones más gélidos y cegó de a ratos a los críticos más rabiosos que , milagrosamente, enmudecieron ante los pequeños yerros de su gestión al frente de los destinos de los apaleados jubilados argentinos.

La conferencia de prensa que brindó la presidente Kirchner el día en que faltó a la inauguración de la muestra organizada por el sector más productivo del país es, simultáneamente, una gestión del nuevo funcionario y un buen ejemplo de la descoordinación reinante. El hecho inédito de Cristina frente a una centena de periodistas es, por sí misma, una gran noticia sólo opacada por lo dicho una vez allí. La ratificación de todo lo actuado, en especial de los errores, fue el verdadero notición que echó por tierra las especulaciones, a todas luces falsas, sobre su tímido sojuzgamiento a los caprichos machistas de un marido manipulador y autoritario.

En la contumaz defensa de hechos, personas y políticas, Cristina demostró que es tan Kirchner como Néstor. Desmitificada la diferencia de sus intenciones, ya sabemos a qué atenernos. Raro surge que no lo sepa Massa porque, metido de lleno en la interna de cristinistas versus nestoristas, cualquiera sabe que la estadística no viene favoreciendo a los primeros. Clarín apunta que el tiempo se está terminando para el nuevo Jefe de Gabinete. Tal vez no sea estrictamente así, pero que carece de autoridad lo demuestra su falta de agenda, dictada desde Puerto Madero, lo que implica peronismo en dosis narcotizante: “Al enemigo, ni justicia” y si no, que lo digan Cobos y Schiaretti.

Una excelente publicidad gráfica brasileña muestra un huevo al que se le ha sacado parte de la cáscara y, para sorpresa del lector, asoma una naranja. El epígrafe dice “Lo importante no es cambiar la superficie”. No sé si me explico.


domingo, 3 de agosto de 2008

Cristina Autorreferencial
Nadie puede dar lo que no tiene.

Es imposible reclamar calidad institucional a quienes carecen de calidad, a secas. Porque la “calidad institucional” es parte de un todo ¿Alguien soñaría con la calidad humana de un delincuente o con la calidad intelectual de un bruto? La calidad es una condición que se posee o no y de acuerdo con eso, se aplica a las distintas situaciones, o no porque la calidad, a secas, es un modo de la conducta que se impone a los procederes y a los procedimientos. O no.

El único derroche de Cristina Kirchner en la conferencia de prensa que dio en la Quinta de Olivos fue de malos modales. Después de una campaña proselitista y más de 200 días de administración sin contacto con el universo periodístico, elegir el día en que no fue y no avisó que no iba a asistir, a la exposición que organiza anualmente el sector más productivo del país, no está inscripto en ningún manual de calidad, a secas. En todo caso Arturo Jauretche, mal parafraseado por Cristina Kirchner, describiría, esa sí, como una actitud propia y representativa del medio pelo nacional.

Como se trató de un juntadero de preguntas encadenadas a dedo por un vocero nervioso y desacostumbrado a abrir la boca, la cosa desembocó en largos monólogos que habilitaron a la señora a corregir a quien tuvo la desgracia de equivocarse frente a ella al preguntarle si en lo sucesivo introduciría cambios a su gestión. “Y, los cambios siempre son para adelante; para atrás son imposibles” le chantó a un movilero para remarcar, en rigor, un fallido del joven aunque los principios de la calidad a secas recomiendan, para esas situaciones, hacer todo lo contrario y hasta el esfuerzo de evitar que se noten los errores de los demás.


Cuando se salió del protocolo para “tutear” a los periodistas (ya fueran de su conocimiento o no) tuvo una lectura equivocada del gesto. En el mejor de los casos, si lo que quiso fue entablar un diálogo coloquial en estucada empatía con sus interlocutores a partir de su conocida sonrisa -cada vez menos espontánea- no registró que iba a obtener lo contrario. Les marcó su jerarquía, desde la cual se dirigió a ellos como quiso y puso la distancia que emana de la obvia imposibilidad de los allí presentes, de responderle con idéntico “tuteo”. Marcar distancias en la casa de uno a los invitados de uno tampoco figura en ningún manual de calidad, a secas.

Y como broche de oro a una batería de frases todas escuchadas o leídas con anterioridad, poses, defensas de indefendibles (ya fuera de personas, gestiones, funcionarios o políticas implementadas) cometió dos horrores. Ofendió la memoria de un escritor, porque distorsionar su pensamiento lo es, y descalificó a un importante segmento de la población argentina. Ambos agravios fueron gratuitos y el daño que provocaron, como los modestos intentos de ironía a los que atinó, tampoco compensaron la causa de parecer brillante.

No obstante Jauretche se tomó expresa molestia de distinguir entre clase media y lo que él definió “medio pelo”, cuando se le recordó a la Presidenta su crítica a la clase media por haber apoyado el reclamo del sector agropecuario, su mención del subgrupo social inventado por el historiador revisionista fue un error conceptual y una grosería hacia quienes no piensan como ella tan sólo por no pensar como ella.

Según Jauretche, la clase media era el sector que dinamizaba la sociedad, en cambio medio pelo era el que “quiere y no puede”, el que “hace que”, el que simula lo que no es; medio pelo era, para Jauretche, aquel que se puede permitir ser “sonoramente guarango”.
No sé si me explico.
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