Las carpas acampan en la Plaza de los Dos Congresos pero el circo está en la Casa Rosada. Hasta ese divorcio ha logrado el matrimonio.
La pareja de payasos viene ofreciendo números vivos de concentrado y creciente patetismo. Cierto es que no hacen reír demasiado seguido, salvo cuando el payaso se refiere a la payasa como la “compañera Presidenta” o cuando entona la marchita peronista que hubo archivado pulcramente a lo largo de sus cuatro años de administración. La platea murmura asombrada ante la súbita peronización de su discurso. Pero, hay que decir las cosas como son, a veces arranca algunas sonrisas; por ejemplo, cuando menciona una y otra vez lo “nacional y popular” de la gestión. “Es que se olvidó el bolo original” especula la masa. “Acordate que la inteligente es ella, la que habla sin papeles, la que improvisa” dicen sus admiradoras. Pero no. Cuando Néstor repite y repite lo de “nacional y popular” no es para salvar un mero bachecito coyuntural sino la inmensidad de su abismo. Resulta que manoteó en la oscuridad y la sortija venía sin premio.
“Pero si ni el hollín que masticamos desde hace cuatro años es nacional” aúlla la masa ante el pastiche aceitoso y negruzco que cubre la ciudad gracias al combustible de cuarta con el que el amigo Chávez ayuda a paliar nuestra escasez. Para no mencionar los epítetos que escupe mi vecina cada vez que baldea su diminuto balconcito.
¡Lo que son las cosas! Pensar que cuando me agarró el corralito me quise morir porque estaba a punto de sacar un cero kilómetro. Pero cuando Duhalde prometió devolverme los dólares que los diputados habían convertido en un sacramento con la Ley de Intangibilidad de los depósitos, respiré. Eso fue hace unos seis o siete años, si mal no recuerdo, porque el stress post traumático me pegó mal sobre todo, en la memoria (a veces pienso que es una bendición)
Ahora estoy perdiendo las esperanzas de volver a reunirme con mis Washington. Igual voy todos los meses a Tribunales a ver si hay alguna novedad. Uno sabe cómo es este país. Lo menos pensado, un día, pasa; según mi tía Carmen, cuando “lo menos pensado” es bueno, en general le pasa a otro. Es una visión un poco pesimista pero yo respeto mucho los juicios de tía Carmen. No se ha equivocado demasiado pronosticando catástrofes. No me voy a olvidar nunca que en 2005 me jugó un Washington que a Néstor lo sucedía Cristina y, como yo soy una optimista irredenta, me alegré de haber perdido la apuesta. Fue un Washington menos que se manducó la pesificación asimétrica. Acá es el instante en que mi mente vuela hacia los antepasados de Ignacio de Mendiguren. Es una asociación inevitable; secuela del mismo stress. Se me representa él explicando los beneficios del empobrecimiento masivo.
Pero vuelvo al tema del auto. Hoy me alegro de haberme quedado estancada en mi batata modelo 1991 porque con la más absoluta impunidad le cargo esa porquería que importamos de Venezuela y la pagamos como si fuera agua bendita. En cambio pienso en Cristina, con todos los problemas que tiene, encima lo que debe sufrir frente al surtidor; no sólo por lo que han aumentado los combustibles, sino por su Audi, cargando ese barro empetrolado. El día que quiera deshacerse de ese autazo, no va a poder vendérselo a nadie. Ahí llego a la conclusión de que los ricos tienen la vida mucho más complicada y por eso el matrimonio está dedicado a llevar al quebranto de ser necesario, al sector que levante la cabeza. Creo que el problema es de comunicación. Sus intenciones son las mejores; simplemente son malinterpretadas. Quieren evitar sufrimientos innecesarios a los demás. Ellos saben lo que es ser ricos y no se lo desean a nadie.
¡Nacional y popular! La leche, en cambio, sí es nacional; aunque popular, no, porque se fue a las nubes. Ahí viene bien mover algo de billetera porque de otro modo hay que conformarse con mate amargo mañana, tarde y noche. Pero esas diferencias irritantes tampoco van a durar eternamente porque parece que de acá a un par de años se extingue la producción en los tambos nacionales y si queremos leche habrá que importarla, lo mismo que la carne de modo que no habrá producción nacional para nadie. ¡Eso es igualdad! Mientras tanto, los oligarcas como De Angeli y compañía van a tener que tragarse sus catastróficos pronósticos. Con las retenciones móviles, ya lo explicó clarito el ex presidente, nos quedaremos sin producción agropecuaria pero hasta que eso pase, ningún argentino va a pagar por la comida los precios internacionales. ¡Y lógico! Todo no se puede pero al menos las cosas van a ser baratas hasta que se acaben. Ahí veremos. Será otro el problema y seguramente habrá otro lote de Fernández a los que se les ocurra algo. Gravarán la exportación de yerba por lo que el mate se pondrá prohibitivo y, como cocos no tenemos, chuparemos mandarinas. O clavos.
¡Nacional y popular! Se debe haber enojado mucho Néstor al enterarse de que se impidió el paso de unos gauchos que iban hacia el Congreso. ¡Gauchos! ¿Hay algo más nacional y popular que un gaucho a caballo? En cualquier momento aparece D´Elía de bombacha de campo y rastra, una especie de Llanero Solitario algo más voluminoso y seguro, sin Silver. Así como Erasmo de Rotterdam hizo un magistral “Elogio de la locura” el vocero de Néstor se va a mandar el elogio de la berretada y montará un matungo sarnoso. De paso nadie sabrá quién contagió a quién.
Porque los Kirchner tienen eso; no les da ningún prurito copiar las ideas que les simpatizan. Y eso es un gesto que los ennoblece. Por ejemplo, les gustó el vínculo que Chávez construyó con la comunidad internacional y allá fueron, al aislamiento estratégico y en apenas cinco años lo lograron. Junto con Venezuela, Bolivia, Cuba y Ecuador, la Argentina no se lleva bien con nadie. Eso es lo que yo llamo personalidad y al que no le guste, que no invierta en nuestro país. Al fin de cuentas ¿para qué están los amigos? El comandante Hugo está siempre pronto; a este paso, debe estar en condiciones de empapelar el Palacio de Miraflores con documentos de deuda argentina; aunque algunos detractores, que nunca faltan, dicen que hace un excelente negocio desprendiéndose de ellos de inmediato allá, en la Gran Manzana. ¿Será?
Ahhhh! ¡Nacional y popular! Antonini Wilson no es nacional y una valija rechoncha de dólares no luce muy popular que digamos” dicen otros mala onda. Claro; la falta de mérito que le dictaron a Uberti en el oscuro episodio nadie la menciona. Probablemente porque la inocencia del funcionario de De Vido que estaba a cargo de los negocios con Venezuela y la celeridad de la justicia en ese caso son logros de esta administración y la oposición evita reconocerlos. ¡Necios! Y, en el fondo, tiene razón una vez más el marido de Cristina: ¡desestabilizadores!
Lo único que tendría que aclarar Néstor es eso que dijo días pasados en el sindicato del no sé qué, sobre que a “la compañera Presidenta” la quisieron sacar de la Casa de Gobierno. Es raro porque, entre nosotros, parece que la cosa es al revés. El comentario que circula indica como que se hace más difícil hacerla entrar a la Rosada; y no digamos, gobernar.
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