Mientras los jueces dispusieron el final físico de Saddam Hussein, en Cuba le quedará a Dios la tarea de terminar con el dictador Fidel Castro. Augusto Pinochet, por su parte, murió recientemente y con su partida ayudará a cerrar un enfrentamiento de décadas. Calmados los ánimos, Chile fue la primera de las tres naciones en iniciar el camino de la recuperación que se obtiene luego de la pacificación política, implementando un orden económico que haga posible la incorporación masiva de los habitantes a la actividad productiva.
Para Irak aquello es aún una tarea pendiente y también para Cuba. Esto demuestra que la economía exige un marco institucional sin el que es imposible la consolidación de proyecto de largo plazo alguno. El crecimiento requiere de condiciones sin las cuales cualquier recuperación no es más que circunstancial. El largo plazo es otra cosa.
Eso explica la inquietud que existe en amplios sectores respecto del proceso argentino ya que si bien las variables económicas pueden lucir favorables, la construcción político institucional es aún una tarea pendiente. Los partidos políticos fueron arrasados junto con la independencia de los poderes en la última crisis, hace cinco años. Desde entonces, el peronismo gobernante intenta con lamentable éxito el desmantelamiento de las instituciones básicas de la república sin que ese abismo importe demasiado a nadie.
Mientras tanto, muestra la foto de un florecimiento económico que tiene mucho, tal vez demasiado que ver, con el rebote propio posterior a la caída y a los controles de precios, congelamiento de tarifas, suba de impuestos y prohibición de exportaciones que son política de estado para la administración Kirchner.
A la par de la olla a presión que cargan las autoridades cuando incentivan el consumo y desalientan el ahorro y la inversión, alimentan el enfrentamiento ideológico que en los años ´70 desató una terrible ola de violencia producto del accionar de terroristas entrenados en Cuba que obligaron al gobierno nacional a salir a combatir hasta su exterminio.
Resabios de aquellas bandas armadas hoy enquistados en cargos públicos pretenden llevar adelante una “vendetta” contra quienes los vencieron y están arrastrando a la sociedad toda a una división suicida. La administración Kirchner apuesta a su victoria en las elecciones presidenciales de octubre próximo a partir del desacuerdo que fomentan entre los distintos sectores sociales sin entender, aparentemente, que una vez desatada, la violencia es incontrolable.
La fragilidad institucional es, para la Argentina, un modo de vida, la excusa oficial para endurecer el control estatal sobre la vida de los ciudadanos y la vía de intervención en el desarrollo de las actividades económicas y no económicas básicas. Las sucesivas administraciones intentaron aunque sin éxito, revertir la decadencia. En este caso, lo llamativo es que el actual gobierno argentino no está en esa línea, sino que apuesta a la debilidad estructural del sistema y alienta su precariedad.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario