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lunes, 4 de diciembre de 2006

Kirchner no está solo: ya tiene oposición

Entre las variadas consecuencias que deparó a la República Argentina la administración de Néstor Kirchner figura la reorganización de los sectores opositores al gobierno, dispersos hasta la extinción durante los últimos años.

El siglo XX había terminado con un verdadero tsunami político-económico que arrasó con ahorros, puestos de trabajo, instituciones y expectativas en igual proporción. Se trató de un desastre sin precedentes históricos y en ese vendaval desaparecieron todas las expresiones de disenso democrático. La confusión y el caos fueron la única política de estado vigente por aquellos meses.

En el intento de juntar los pedazos de sociedad que quedaron diseminados se invirtieron los primeros esfuerzos y ahora que la Argentina está intentando recuperarse, asoma con claridad una intención republicana de resistir el autoritarismo genético que es parte inseparable del ejercicio peronista del poder.

La política de reparto y distribución de los recursos del estado que aplica el kirchnerismo es férrea y establece una vinculación asfixiante con el poder central. De esa manera, los gobernadores cuentan con escasa independencia política para decidir porque su independencia económica es prácticamente nula.

El dinero como instrumento de dominación ha hecho posible al presidente Kirchner controlar varios distritos. Hasta ahora. Pero también empezaron las reacciones a esa suerte de extorsión y en ella se inscribe el intento de diálogo entre dirigentes disconformes con la actual administración, con el rumbo que ha tomado, la forma y el fondo de la presente gestión política.


Ante eso, el centenario partido radical, Mauricio Macri, hijo de un poderoso empresario nacional que desembarcó en la Cámara de Diputados el año pasado; Francisco De Narváez, otro heredero de una gran fortuna; Roberto Lavagna, el ex ministro de Economía del propio Kirchner hasta hace algunos meses y varios ex gobernadores provinciales encabezados por el misionero Ramón Puerta están tras la búsqueda de coincidencias con figuras públicas que la ciudadanía conoce y respeta, ya sean del ámbito político como Ricardo López Murphy y Elisa Carrió, o hasta el mismo Juan Carlos Blumberg, padre de un joven de 22 años asesinado tras un secuestro express en medio de una ola de violencia creciente que el gobierno nacional se niega a reprimir.

Ellos y representantes de diferentes credos comparten el proyecto de construir una opción válida para la población ya que estamos próximos a una elección presidencial.

El gobierno se apresuró a lanzar la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires del actual Vicepresidente de la Nación, quien llegó hace algo más de una década a la política apadrinado por el ex presidente Carlos Menem. Mientras tanto, se evalúa la posibilidad de proponer a la primera dama, Cristina Kirchner, para suceder a su marido en la primera magistratura. Lo concreto es que las movidas del oficialismo han perdido ese estilo triunfalista de otros tiempos. Empieza a traslucirse el nerviosismo característico del que no las tiene todas a favor. Por otra parte, el acercamiento de posiciones que están logrando los adversarios contrasta con el aislamiento “pingüino” que ya desde hace algún tiempo enfría un poco demasiado.

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