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lunes, 18 de diciembre de 2006

Argentina camina en círculos

La muerte de Augusto Pinochet, ocurrida 16 años después de su alejamiento de la conducción política de Chile resucitó viejos enfrentamientos. Sus seguidores reivindicaron lo actuado por el dictador durante su prolongada gestión y sus detractores festejaron la desaparición de quien, según ellos, es el emblema de la intolerancia.

Más allá de los argumentos de cada uno, la grandeza en la actitud de la Presidente Bachelet llamando a unos y otros a superar las antinomias merece la envidia de sus vecinos. A enorme distancia, el Presidente argentino Néstor Kirchner ha dedicado su administración a reinvindicar los movimientos terroristas que hace más de tres décadas intentaron, a sangre y fuego, arrebatar el poder político y disolver las instituciones de la república, y a perseguir a los militares que actuaron defendiendo a la sociedad.

Si bien la República Argentina fue elegida como prueba piloto en América Latina para el desembarco de guerrilleros entrenados en Cuba, Chile y Uruguay también padecieron los ataques de combatientes urbanos escondidos entre la población civil. Primera en padecerla, la Argentina fue también la primera gran derrota para el terrorismo internacional. Luego Uruguay y Chile se sumaron a la estadística. Hacia los ´80 América Latina se había librado del accionar subversivo y encaminaba sus esfuerzos a la reconstrucción de las instituciones.

Los tres países retornaron a sistemas democráticos de gobierno. Los tres se esforzaron en dejar atrás la pesadilla que significa el enfrentamiento de compatriotas y los tres decidieron rechazar la influencia externa que fogoneaba dichas posturas extremas.

Argentina, Chile y Uruguay apelaron a leyes y amnistías varias con el objetivo superior de enterrar el pasado para hacer posible encarar el futuro. Asomados al siglo XXI se puede decir que Chile y Uruguay lo lograron.


Chile lidera la región aún teniendo cerca un gigante como Brasil. Su economía ha crecido sin pausa; comercia con el mundo entero y apuesta a la educación desde hace décadas. La sociedad chilena entiende que hay una relación directa entre esfuerzo, excelencia y resultados; descartó la demagogia y entendió que los conceptos de trabajo, crecimiento y producción carecen de ideología.

Uruguay superó sus crisis políticas con dignidad; como Chile, apostó al futuro y para eso cerró el capítulo trágico del enfrentamiento interno. Hoy recibe fuertes inversiones extranjeras que reactivan su economía y aplica políticas de seducción para convertir a su país en una plaza atractiva para los negocios por la seguridad que brindan sus autoridades. El fuerte incentivo sobre el turismo como política de estado consiguió que Punta del Este sea reconocido en el mundo como un balneario de nivel internacional.

La Argentina, en cambio, amagó con despegar pero volvió al pasado y hoy, con lo peor del peronismo alojado en el poder, reivindica el terrorismo, siembra la discordia en el seno de la sociedad, enfrenta al país con el concierto de naciones y sólo se relaciona amorosamente bien con los populismos más atrasados del planeta; aplica la fórmula perfecta para ahuyentar inversiones: inseguridad jurídica mas corrupción política. Precios controlados por el gobierno, altísimos impuestos sobre las actividades productivas y un clima de inseguridad personal nunca registrado en el país. Secuestros, asaltos y crímenes son parte sustancial de la crónica diaria. Los “piqueteros” son los dueños de la calle; las huelgas se multiplican pues los sectores disconformes con la gestión oficial cada vez son más. Esta es una foto de la Argentina actual y mientras la calidad de vida cae sin pausa, las autoridades se preguntan por qué no desembarcan en el país inversiones extranjeras.

lunes, 4 de diciembre de 2006

Kirchner no está solo: ya tiene oposición

Entre las variadas consecuencias que deparó a la República Argentina la administración de Néstor Kirchner figura la reorganización de los sectores opositores al gobierno, dispersos hasta la extinción durante los últimos años.

El siglo XX había terminado con un verdadero tsunami político-económico que arrasó con ahorros, puestos de trabajo, instituciones y expectativas en igual proporción. Se trató de un desastre sin precedentes históricos y en ese vendaval desaparecieron todas las expresiones de disenso democrático. La confusión y el caos fueron la única política de estado vigente por aquellos meses.

En el intento de juntar los pedazos de sociedad que quedaron diseminados se invirtieron los primeros esfuerzos y ahora que la Argentina está intentando recuperarse, asoma con claridad una intención republicana de resistir el autoritarismo genético que es parte inseparable del ejercicio peronista del poder.

La política de reparto y distribución de los recursos del estado que aplica el kirchnerismo es férrea y establece una vinculación asfixiante con el poder central. De esa manera, los gobernadores cuentan con escasa independencia política para decidir porque su independencia económica es prácticamente nula.

El dinero como instrumento de dominación ha hecho posible al presidente Kirchner controlar varios distritos. Hasta ahora. Pero también empezaron las reacciones a esa suerte de extorsión y en ella se inscribe el intento de diálogo entre dirigentes disconformes con la actual administración, con el rumbo que ha tomado, la forma y el fondo de la presente gestión política.


Ante eso, el centenario partido radical, Mauricio Macri, hijo de un poderoso empresario nacional que desembarcó en la Cámara de Diputados el año pasado; Francisco De Narváez, otro heredero de una gran fortuna; Roberto Lavagna, el ex ministro de Economía del propio Kirchner hasta hace algunos meses y varios ex gobernadores provinciales encabezados por el misionero Ramón Puerta están tras la búsqueda de coincidencias con figuras públicas que la ciudadanía conoce y respeta, ya sean del ámbito político como Ricardo López Murphy y Elisa Carrió, o hasta el mismo Juan Carlos Blumberg, padre de un joven de 22 años asesinado tras un secuestro express en medio de una ola de violencia creciente que el gobierno nacional se niega a reprimir.

Ellos y representantes de diferentes credos comparten el proyecto de construir una opción válida para la población ya que estamos próximos a una elección presidencial.

El gobierno se apresuró a lanzar la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires del actual Vicepresidente de la Nación, quien llegó hace algo más de una década a la política apadrinado por el ex presidente Carlos Menem. Mientras tanto, se evalúa la posibilidad de proponer a la primera dama, Cristina Kirchner, para suceder a su marido en la primera magistratura. Lo concreto es que las movidas del oficialismo han perdido ese estilo triunfalista de otros tiempos. Empieza a traslucirse el nerviosismo característico del que no las tiene todas a favor. Por otra parte, el acercamiento de posiciones que están logrando los adversarios contrasta con el aislamiento “pingüino” que ya desde hace algún tiempo enfría un poco demasiado.