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martes, 14 de noviembre de 2006

Los americanos siempre ganan

La expectativa mundial que generan las elecciones parlamentarias o presidenciales en los Estados Unidos tiene relación directa con la importancia relativa de ese país con el sistema político y económico global. El 6 de noviembre las agencias de noticias del planeta seguían con atención el recambio y la futura composición que sufriría el Congreso de la potencia del norte.

Preocupación por parte de algunos espectadores; satisfacción en otros y hubo quienes vieron con pesar la modificación que los cómputos iban señalando. Sin embargo, el imperio continúa. Los contentos con el triunfo demócrata, los apesadumbrados con la caída republicana, los aliados estratégicos y los enemigos de siempre deberían saber que Estados Unidos es siempre la misma porque su poderío radica en la solidez del eje que los sostiene: la libertad.

En su defensa no hay distinciones; no hay partidos políticos; no hay mayorías parlamentarias; no hay derrotados porque el respeto del individuo está en la base del sistema y priva sobre las circunstancias pasajeras de la política. Por eso no hay hombres-bomba en la cosmovisión americana; no hay terroristas; no se festejan los ataques guerrilleros ni se lapidan seres humanos.


El presidente Bush acaba de reconocer la necesidad de trabajar por la paz del mundo y para eso está dispuesto a recorrer el camino junto y no frente al partido demócrata. Y ellos aceptarán la convocatoria porque saben del liderazgo norteamericano.

Estados Unidos no va a cambiar el rumbo en los próximos dos años sólo porque el partido demócrata haya recuperado la mayoría en la cámara de representantes. Fue transitoria la ventaja republicana hasta ahora como será transitoria ésta en adelante. Lo dicen la historia y la escala de valores a la que responden unos y otros; sus convicciones y la necesidad de representar la cordura y la convicción en el mundo explican por qué son un coloso.

Habrá matices diferentes, se podrá votar más o menos presupuesto para las guerras, los viajes espaciales o la seguridad social; debatirán horas sobre la conveniencia de limitar o extender las investigaciones con células madre y se enfrentarán como titanes a la hora de decidir la coyuntura.

Simultáneamente, aborrecerán juntos, demócratas y republicanos, el terrorismo internacional, la persecución política o religiosa y el autoritarismo.

El culto a la libertad está asegurado de ese lado del planeta.

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